“La fortuna favorece a los audaces”, dice ese viejo proverbio latino que el poeta Virgilio cita en La Eneida. Fer Fraga es muchas cosas, entre ellas, valiente. Dejó su Galicia natal para convertirse en uno de los modelos jóvenes más solicitados en las pasarelas españolas. Ahora, se prepara para dar el salto a la pequeña pantalla de la mano de uno de los directores más importantes de Europa, Álex de la Iglesia, que acaba de estrenar la segunda temporada de 30 monedas, donde Fer forma parte del elenco.
Entrevista extraída de ACERO vol. 6, publicada en noviembre de 2023. Hazte con tu copia aquí.
Todo comenzó en una pequeña aldea gallega llamada Dorrón, donde Fer se crió entre paisajes bucólicos y leyendas sobrenaturales. La vida era tranquila y feliz junto al mar. Pero Fer no tardaría en sentirse inquieto, en querer más. Primero pensó en ser futbolista e incluso llegó a jugar para el equipo juvenil del Pontevedra FC, pero terminó optando por una alternativa totalmente distinta: la moda. Su participación en un desfile para el centro de Estudios Superiores de Diseño Textil y Moda de Galicia llamó la atención de una prestigiosa agencia de modelos que lo reclutó para sus filas. Fer consiguió entrar en la industria por la puerta grande, a través de un desfile en la Mercedes-Benz Fashion Week Madrid. Pedro del Hierro o Cortefiel no tardaron en llamarle para ofrecerle trabajos que le abrirían las puertas de Madrid y también las de Milán, capital mundial de la moda. Pero Fer tenía hambre de más y deseaba encontrar nuevas formas de expresar su vena artística. Poco a poco, comenzó a formarse como actor en escuelas como la Central de Cine o el Estudio Juan Codina. ¡Por fin lo veía claro! La interpretación era su destino. Y no se equivocaba, los papeles no han tardado en llegar, pero era difícil imaginar que una de esas oportunidades se la daría el director de obras maestras como La comunidad o El día de la bestia, sí, hablamos del mismísimo Álex de la Iglesia. En la segunda temporada de la aclamada ficción de HBO, 30 monedas, Fer se sumerge en un infierno plagado de criaturas terroríficas, ejecutivos despiadados y amas de casa convertidas en temibles hechiceras. Pero esto no acaba aquí, Fer se encuentra rodando la tercera temporada del drama policiaco Rapa que lo devuelve a sus raíces gallegas para enfrentarlo cara a cara con el personaje de Javier Cámara. ¡No hay quien pare a Fer Fraga!
No te creería si me dijeras que con estos calores no echas de menos tu tierra, Galicia.
Ya sabes que el sentimiento de morriña es de lo más gallego que existe. Galicia siempre va conmigo. Cuando estoy con mi abuela en la aldea siento tanta tranquilidad que, a veces, en Madrid me agobio un poco. Cuando eso pasa, me escapo a mi Galicia, donde desde tan pequeñito he sentido tanta paz.
¿Cómo eras de crío?
Mi infancia fue muy tranquila. Mis padres trabajaban mucho ya que son hosteleros y tienen un bar. Yo pasaba la mayor parte del tiempo con mi abuela y mi tía en una aldea llamada Igrexa de Dorrón, perteneciente al municipio de Sanxenxo. Iba al colegio, bajaba a la plaza a patinar y vivía sin sobresaltos. Algunas noches me quedaba allí y otras volvía a casa con mis padres.
¿Qué hacías para divertirte?
Nunca estaba quieto, tenía una vida muy activa en un sitio muy tranquilo. Creo que sigo siendo alguien que no deja de hacer cosas, que va de aquí para allá.
¿Qué te gusta hacer?
Soy el tipo de persona que prioriza mucho sus hábitos saludables. Por la mañana me levanto, medito, entreno y hasta las doce de la mañana mi móvil permanece en modo avión. Me importa mucho mi tranquilidad y ser consciente de lo que me rodea, más allá de una pantalla.
¿Qué pasa con las llamadas de trabajo?
Algo que me quieran decir a las nueve de la mañana, me lo pueden decir también a las once (risas). Trato de cuidar mucho las relaciones que establezco para mantener una buena calidad de vida. Me tomo un café solo con quien me apetece tomar café, con quien me siento a gusto o con quien me aporta algo a nivel personal. ¿Tú eres de aquí, de Madrid?
No, de Zaragoza. Llevo cuatro años en Madrid.
Habrás notado que en Madrid muy poca gente es de aquí. Uno llega y va conociendo a otras personas y poco a poco tratas de construir un hogar con ellas al compartir gustos, aficiones e intereses. Le doy mucha importancia a eso y también a hacer cosas que me resultan fructíferas, como leer, ir al cine o a exposiciones.
Suena todo muy armonioso. Imagino que también tendrás tus rayadas.
¡Claro, las rayadas siempre aparecen! Pero creo que, pese a eso, el meditar me ha ayudado mucho a quitar importancia a lo que no la tiene. Ir a Galicia últimamente me ha ayudado mucho, porque paso tiempo con mi abuela, que me recuerda siempre las bases: ¿comiste?, ¿descansaste?, ¿te sientes bien?, ¿te falta algo? Todo eso está bien, el resto es un lujo.
Pero el trabajo de actor es muy estresante y más cuando se está empezando…
Que me cojan o no en un proyecto no me define. Con mis amigos apenas hablo de trabajo, que para mí es simplemente una herramienta para compartir mis ideas.
¿Y dónde queda la ambición?
Me considero una persona ambiciosa. Me encanta que me den un papel. Trabajar me hace feliz, pero me lo tomo con calma, viviendo día a día, pensando que, tarde o temprano, algo llegará. No lo busco desde la necesidad, ya que creo que cuando uno desea desesperadamente algo, la vida lo que hace es alejarte más y más de eso que quieres lograr. Por eso, procuro ocupar mi tiempo en tratar de formarme, para que luego cuando las cosas sucedan esté preparado y tranquilo.
Pareces haber alcanzado un nivel de paz interior muy alto para alguien tan joven…
No lo sé. Únicamente intento hacer lo que puedo para sentirme bien conmigo mismo, trabaje o no trabaje. Mira, mi tía es panadera y no se pasa todo el día haciendo o hablando de pan. A mí me pasa igual (risas).
¿Y cómo te enfrentas a esos castings y los nervios que siempre provocan?
Cuando hago un casting, me presento, hago lo que puedo y me libero. Desde ese momento ya no es cosa mía, es decisión de otra persona. Uno tiene que entrar al juego, pasárselo bien y disfrutar. No se me va a ir la vida en ello.
Pero, ¿podrías vivir sin actuar?
No, no puedo vivir sin actuar.
Entonces, ¿cómo es posible que el ser actor no te defina?
Porque yo soy más que actor. No pienso constantemente en algo. Solo intento dar lo mejor de mí. La necesidad tiende a la desesperación y no quiero sentirme así. Quizás el juego funcione al revés. Quizás uno desee algo, obsesivamente, incluso cuando no lo necesita. El mundo gira en torno a actos desesperados, sobre cosas que no necesitamos, como el amor, el poder o el placer.
¿Pero cómo puedes soportar la desesperación si encima viene acompañada de incertidumbre?
La incertidumbre es algo muy presente en la profesión de actor y o la abrazas, entendiendo que un día tienes trabajo y al otro no, o terminas desesperado. A mí currar de actor me llena y me hace feliz, por eso elegí dedicarme a esto pero, contraria y sorprendentemente, no quiero que mi felicidad dependa de eso, pues, si lo hiciera, nunca estaría tranquilo.
¡Tu abuela ha hecho un buen trabajo!
¡No sabes lo mucho que me ayuda! (risas).
Ahora estás teniendo la suerte de poder rodar allí la tercera temporada del drama policíaco Rapa, protagonizado por Javier Cámara.
Está siendo una experiencia increíble. El equipo tiene una calidad humana espectacular y son todos grandes profesionales. También creo que al entrar en la tercera temporada, llego al proyecto en un momento en el que todos llevan ya unos años trabajando juntos. Eso me convierte en el benjamín del grupo, y por eso me dejan proponer, hacer lo que me pide el cuerpo y jugar un poco. Es un lugar seguro donde poder disfrutar.
¿Puedes contarnos algo sobre tu personaje?
Hay un misterio, como siempre en Rapa y, de una manera u otra, yo ando por allí rondando. Interpreto a un chaval complicado, con una vida muy difícil.
¿Por qué crees que te han dado ese papel?
No lo sé. ¿Quizás porque cumplo un poco con el cliché de chico del norte? (Risas). Es broma. Estamos llevando la trama de una manera muy guay, que se aleja de cualquier topicazo. Lo bueno que tiene una ficción como Rapa es que las cosas nunca son lo que parecen. Puedes presentarte como un personaje adorable y luego ser malo o al revés, parecer un capullo y luego ver que hay mucho dolor detrás de esa persona.
A veces, los demás son simplemente malos. A mí no me gusta que la maldad siempre esté justificada.
Quizás, pero yo creo que todo viene precedido por algo, ¿sabes? La forma en la que nos comportamos a día de hoy, viene condicionada por nuestro pasado y por todo lo que hemos vivido. Hay muchos apegos, muchas ausencias que nos hacen como somos. ¿Crees que hay gente que es mala por ser mala?
Me he criado viendo las tropecientas películas de la saga Halloween. Sí, soy alguien que cree en el mal por el mal.
Pues a mí me parece que la vida nos lleva de un lugar a otro dependiendo de lo que hacemos, de cómo lo hacemos y de lo que la sociedad considera que está bien o mal. No creo que nadie nazca siendo una mala persona. Acabamos de estrenar la segunda temporada de 30 monedas, una serie que durante su primera tanda de episodios analizó lo que es el mal en todos sus aspectos, incluso los más demoníacos y sangrientos.
¿Qué has aprendido del bien y del mal tras una experiencia así?
¡Que es el fin del mundo! No lo sé. Es una serie con una historia que baja a los infiernos. Muchas veces me he preguntado qué es lo que precede a todo esto.
Quizás el infierno es esto.
¿A qué te refieres?
Abre un periódico. A eso me refiero.
Vale, te entiendo. Entonces aquí somos personas contra personas y, por eso, volvemos a lo que decía antes. Hay algo en el comienzo de cada uno, quizás la familia, el colegio, algo, no lo sé, que nos conduce a la maldad. El mundo puede que nos de las piezas, pero nosotros podemos construirnos e incluso deconstruirnos. Si podemos, debemos intentar entender qué nos hace mal, qué nos daña, y poder repararlo. No importa que lo que te pase sea bueno o malo, sino lo que estás dispuesto a hacer con lo que has vivido. Eso he aprendido de 30 monedas, donde, por cierto, todos son más malos que un dolor. Solo se salvan unos pocos, como Megan Montaner que es de Huesca y todo el mundo la quiere (risas).
¿Dirías que te has deconstruido?
A mí hay que derruirme, no deconstruirme (risas).
¿Has descubierto algo de ti mismo que te haya sorprendido?
Dedicarme a la interpretación me ha ayudado a comprender que, quizás, interiormente, estaba algo reprimido. Tal vez se deba a haberme criado en un pueblo pequeñito, no lo sé. Actuar me ha abierto mucho y me ha ayudado a soltar lo que llevo dentro. Me siento seguro cuando lo hago.
No me pongas esa cara, que sabes que en algún momento te lo voy a preguntar.
¿Quieres hablar de mi personaje en 30 monedas?
Solo un poco. Así que, dime: ¿ángel o demonio?
Puedo decirte que tengo muchas escenas con el personaje de Najwa Nimri y que no estoy solo. Respecto a tu pregunta, a mí me gustaría pensar que mi personaje es bueno.
Seguro que has vivido momentos increíbles durante el rodaje.
Rodé una escena espectacular en el Templo de Debod. Seguro que has estado. Es un lugar increíble. Imagínate lo que puede pasar en un sitio así en una serie como 30 monedas (risas). Por cierto, antes mencionaba a Megan Montaner. Con ella he rodado también alguna escena, bueno con la mayoría.
Mi personaje favorito era el de Macarena Gómez. Ese papel debe ser súper divertido de interpretar.
¿Puedes creer que con ella no he coincidido? ¡Y tienes toda la razón, su personaje es una auténtica pasada!
Durante la promo de la primera temporada de 30 monedas tuve la oportunidad de charlar con ella y hablamos de lo sobrenatural, ¿tú crees en esas cosas?
Sí, creo en esas cosas. Cuando era pequeño mi madre me llevó a una señora para quitarme los ruidos de mi cabeza.
¿Perdón? Eh, si no te importa voy a sentarme un poquito más lejos (risas). ¡Es coña, es coña! Eso me lo tienes que contar pero ya.
Fue hace mucho. Yo era un crío y, a veces, cuando me quedaba solo en casa, escuchaba voces, gritos y platos que se rompían. Entonces mi madre me llevó a esa señora que es una especie de meiga y me hizo un ritual con unos cuchillos, nada peligroso. Se supone que ella me liberó de esos ruidos, y la verdad es que desde entonces no los he vuelto a escuchar.
¡Tío, qué miedo! ¡Eres como Patricia Arquette en Medium! ¿Compartiste esto con el equipo de 30 monedas? Igual te hubiesen dado el papel de anticristo (risas).
No, no se lo conté a nadie. No sé si me vas a creer pero ha sido un recuerdo que he desbloqueado hablando contigo. Este fin de semana voy al Festival de cine de Sitges y se lo contaré también a Najwa.
Ese festival se especializa en cine fantástico y de terror. ¿A ti te molan las películas de miedo?
No es el tipo de cine que más veo pero te reconozco que poco a poco me estoy aficionando. Hace poco vi una con una amiga que la protagonizaba Brad Pitt, se llamaba Guerra mundial Z.
¿Estás de coña? ¡Eso no es verdadero cine de terror!
Para rodar 30 monedas y meterme en ese universo vi algunas películas de posesiones demoníacas. También vi La purga.
¿Y cuál es tu película favorita?
Creo que El indomable Will Hunting. Me hubiese encantado hacer ese protagonista y también el de Las ventajas de ser un marginado.
¡Por Dios, siempre me dicen que me parezco fisicamente al protagonista!
¡Hostia, claro! ¡Mola un montón!
Oye, Fer, ¿y a dónde crees que conduce toda esta aventura de ser actor?
¡No lo sé! ¡Pero ojalá seguir contando historias y viviendo cosas increíbles!