No te estamos contando nada nuevo: todo el mundo lo tiene en la boca, pero tampoco creo que quieras ser menos, ¿no? Enry-K ha puesto todo lo que tenía sobre la mesa para sacar Dot., un álbum de diecisiete tracks en en el que colaboran artistas como Recycled J, Cráneo, el colectivo Holics, o el mismísimo Cecilio G. El live show te lo tienes que ver. Y, por cierto, el título no significa punto y punto, son siglas, y la magia de todo está en: Don’t overthink. Ya lo sabes.
De no pensar en exceso ni querer esforzarse en expresar cosas superconcretas nace una obra como esta. Vemos una mezcla entre ritmos urbanos típicos de Estados Unidos con sonidos de música latina, dando temas de trap como el que pudimos escuchar hace unos meses con Cruz Cafuné, Mis 12, que ha entrado en el disco; o LuisenriK junto a los chicos de Holics, que le ha dado un nuevo aka muy molón. Por otro lado temas con un ritmo caribeño y un rollo tropical como Científico, con Cráneo, o Bumbumbum, en el que escuchamos sonidos típicos de la música brasileña y la voz de Carly Gibert, que le da ese toque R&B.
Eso sí, lo realmente distintivo de este álbum es la libertad en la composición y la riqueza musical que ofrece gracias a la cantidad de sonidos de distintos lugares y épocas que lo componen; en algunos temas el scroll debe ser infinito para llegar a ver todas las pistas de sonido en el programa de edición. Shoutout a las guitarras y a los bajos, que podríamos calificar como protagonistas, pero, ya te digo, la lista de instrumentos podría ser infinita. Como muestra de libertad también está el uso de las onomatopeyas, que pasan de ser un recurso para ad-libs a ser una estructura que sirve como puente en temas como o Bambi.
Musicalmente es un álbum que escapa una clasificación concreta, queda claro, y en cuanto a contenido lírico se adapta a lo que pide cada canción. Ya sea una versión de un Enry optimista y confiado, pese a los problemas que pueda tener, y porque él confía en su talento y le gusta lo que ve en el espejo. Sabe que “si quisiera ser rico haciendo reggaeton, ya estaría forrado”, o así dice él, y le gustan sus rizos, sus Jordan retro y cómo le gusta la ropa oversized. Es lo que hay.
En Esfera, junto a Hologramma, vemos que la versión antigua que mató con Supercool ya no existe, y que la rara avis ha evolucionado y ahora se quiere. En el preestribillo cuenta “pasé mi parada en el bus / me estaba atando los cordones / tener TDH es un plus / no sigo las indicaciones”, sacando lo positivo de algo que te hacen ver como un defecto. Y aunque a veces se compare a los demás, siempre ha dejado claro que él ve sus diferencias como virtudes y que ser distinto no es ser menos. “Yo puedo ver ese cuadro morado / ellos lo ven con rojos y azules / no se esfuerzan igual, no los juzgues / el planeta está hecho pa’ gandules”.
En los temas más raperos, o de trap, su escritura es más referencial y nos deja barras punzantes como “sé de influencers queers que hace tiempo eran nazis” o “youtubers forraos combinando Supreme con Margiela”, ambas en Bambi. En cambio, cuando reina la atmósfera tropical se pone más juguetón, y a ratos sensible; Turista junto a Recycled J es una muestra de eso. Las palmas y la guitarra nos transportan al sur y hacen que los dos se pongan melancólicos y recuerden sus amores. Es triste, pero muy bonita.
El álbum lo cierra Cecilio G con su speech sobre el éxito. Nos hace entender que son inmunes al fracaso, algo que realmente ya sabíamos porque Ceci siempre gana, o como dice Enry en este tema, “como el Juan, tete, nunca perdemos”. A partir de aquí entra el funk con guitarra, bajo, percusión, teclado y una energía muy del género que notamos en los coros y que nos recuerda (un poco) a Bruno Mars. Musicalmente se lleva la palma y nos demuestra que se puede meter en cualquier terreno, ya sea como productor o como cantante. Ya os habíamos dicho que estaba optimista, pero como para no estarlo.
Track favorito: Nunca perdemos.