¿Se ha macarronizado la palabra ‘aura’? A uno, al menos últimamente, y sobre todo por lo que percibe en en redes sociales, le da la sensación de que se utiliza para todo, sin mucho filtro. Sin embargo, hubo un momento en el que esta palabra significaba algo, algo verdadero, y se guardaba para aquella gente con un brillo y un magnetismo especial, único e intransferible. Pero también fue justamente lo que Enry-K provocó en en todos aquellos que se acercaron a su concierto del pasado 4 de octubre en Madrid, con el que el músico catalán despedía su más reciente gira, Dot.
Y es que cuando una persona con aura se sube al escenario, se nota. La piel se eriza, las pupilas se dilatan, un cosquilleo recorre de punta a punta la columna vertebral. A estas alturas de la película, nadie puede dudar que Enry-K no solo es uno de los productores más brillantes e imaginativos de su generación, sino también un intérprete en toda regla. Si bien es cierto que en los conciertos de Luz rosa nos encontrábamos con un Enry menos seguro de sus capacidades como frontman, la cosa es muy diferente ahora. Y es que el lanzamiento de Dot y su posterior gira le han dado al artista un arsenal de herramientas más que efectivo para defender sus canciones de una forma más que solvente.
Pero, sobre todo, Enry-K es, sobre el escenario, un perfecto canalizador de energías. Tiene un instinto natural para captar la energía del público y manejarla a su antojo. A esto también se le suma que la elección de las canciones (y especialmente el orden de las mismas) rayó la perfección. Creo que todos los asistentes estaremos de acuerdo en que el concierto de Enry en la sala Independance fue un tobogán de emociones, una montaña rusa adrenalínica cuando tenía que serlo y sosegada cuando era necesario.
Un concierto va precisamente de esto, de energías. En la tarima, un músico se convierte en una especie de chamán cuyo objetivo no ha de ser otro que guiar de la mano al público hacia la catarsis. Y vaya si Enry-K lo consiguió: tan solo hacía falta ver la cara de los asistentes al abandonar la sala y lanzarse a la noche madrileña para comprobar que todos compartíamos una misma sensación, la de habernos salido del tiempo y del espacio aunque fuera por un ratito.
Una vez finalizada la gira de Dot es difícil saber cuál será el próximo movimiento de Enry-K. Pero, con el mimo y el cariño que el artista pone en su obra, tan solo podemos esperar que regrese con un nuevo material fresco, cuidado y, sobre todo, estimulante, como todo lo que hace el barcelonés. Desde aquí, eso sí, os damos un consejo: si en el futuro tenéis la posibilidad de verle en concierto, no os lo perdáis.