A veces, ver una película como Mala influencia se siente como una segunda oportunidad. Las tramas son tan alocadas y sugerentes que nos atrapan, llevándonos a creer que esa historia de ensueño podría haber sido, en algún rincón del universo, una versión alternativa de nuestra propia adolescencia. Todos hemos fantaseado con vivir una aventura en Las Encinas, un romance con algún malote o sumergirnos en intrigas palaciegas entre taquillas y recreos.
Mala influencia lo trae todo a la pantalla con un aire fresco, a través de los ojos de Chloe Wallace, una de las directoras más brillantes del cine mainstream que ha logrado apoderarse del género sin perder su esencia ni su discurso. En esta entrevista, hablamos con Eléa Rochera, quien debuta como actriz en este proyecto, sobre su experiencia en el set, su personaje y cómo fue dar vida a una historia tan cargada de emoción y fantasía juvenil.
Comencemos por tu debut en el cine. ¿Cómo te sientes viendo tu primer gran proyecto estrenarse en 2025? ¿Está siendo tal y como lo imaginabas?
He intentado no hacerme demasiadas expectativas. Confío mucho en el proyecto, en lo que Chloé ha dirigido y en todo lo que hemos construido juntos, porque siento que ha sido un rodaje muy acompañado y hecho desde el amor. Ahora mismo estoy bastante tranquila con cómo está yendo todo. No esperaba que fuese de ninguna manera en concreto; simplemente sigo con mi vida, yendo a clases y con mis pequeños proyectos que me llenan y me hacen feliz. Creo que a la peli le está yendo muy bien, está gustando y eso es lo importante.
Tu personaje, Reese, pasa por situaciones muy intensas, desde un misterioso acosador hasta un nuevo y turbulento amor. ¿Cómo te preparaste para interpretar a una joven que está siendo amenazada y cuya vida da un giro tan dramático?
Preparé el personaje con Yael Belitza, la coach de la peli, y con Mónica Vic, mi coach. Ellas, además de toda la experiencia y conocimiento que tienen, fueron clave para ayudarme a confiar en mí y en el trabajo que estábamos haciendo. Tener esas figuras de apoyo fue muy importante. También trabajé toda la parte del ballet con Vane, porque Reese quiere dedicarse a ser bailarina, así que era esencial preparar bien su tono corporal. Esa fue una de las cosas más distintas a mí porque Reese va erguida, con ese porte de bailarina; y yo, pues, a veces me sale chepa, ¿sabes?
También recuerdo que fui a elegir el perfume de Reese. Empecé a vestirme como ella durante los ensayos y, poco a poco, me fui mimetizando con el personaje. Luego ya no sabía si el perfume era de Reese o mío porque me gustaban los dos.
También recuerdo que fui a elegir el perfume de Reese. Empecé a vestirme como ella durante los ensayos y, poco a poco, me fui mimetizando con el personaje. Luego ya no sabía si el perfume era de Reese o mío porque me gustaban los dos.
Reese parece una chica asfixiada por lo que se espera de ella. ¿Qué elementos de ella crees que representan las emociones y preocupaciones típicas de la adolescencia? ¿Cómo conectaste con ella a nivel personal?
Creo que la ansiedad que tiene por el acoso que está sufriendo, sin olvidar que sufre acoso por redes también, es algo que hoy en día pasa mucho. Las redes generan ansiedad, e igual que Reese, la mayoría de gente joven tenemos esta adicción y relación tóxica con el móvil. Sabemos que nos hacen mal y que estamos enganchados, pero no podemos parar. Recuerdo cuando tuve mi primer móvil, iba al instituto, y había una red social que se llamaba Ask, por la que cualquier persona te podía decir lo que quisiera de manera anónima; una completa locura…
También creo que Reese se está descubriendo a sí misma y está luchando por tratar de cumplir sus sueños. Esa sensación de creer que te vas a comer el mundo y, a la vez, no entender nada. Con eso también me he sentido muy identificada, como cuando vine a Madrid a estudiar interpretación. Y sobre todo, ese primer amor adolescente que vives como si fuese el primero y el último, y estás aprendiendo también a cómo hacer las cosas en una relación de pareja, creo que eso es algo por lo que pasamos la mayoría de los adolescentes (a mí me pasó por lo menos). Con Reese he podido volver a conectar con un montón de cosas de mi yo más adolescente y he tenido la oportunidad también de regalarle muchas cosas de esa Eléa al personaje.
También creo que Reese se está descubriendo a sí misma y está luchando por tratar de cumplir sus sueños. Esa sensación de creer que te vas a comer el mundo y, a la vez, no entender nada. Con eso también me he sentido muy identificada, como cuando vine a Madrid a estudiar interpretación. Y sobre todo, ese primer amor adolescente que vives como si fuese el primero y el último, y estás aprendiendo también a cómo hacer las cosas en una relación de pareja, creo que eso es algo por lo que pasamos la mayoría de los adolescentes (a mí me pasó por lo menos). Con Reese he podido volver a conectar con un montón de cosas de mi yo más adolescente y he tenido la oportunidad también de regalarle muchas cosas de esa Eléa al personaje.
“Con Reese he podido volver a conectar con un montón de cosas de mi yo más adolescente y he tenido la oportunidad también de regalarle muchas cosas de esa Eléa al personaje.”
Cuando empezaste a actuar, ¿qué desafíos encontraste al dar el salto del teatro y la formación en distintos métodos de actuación a un papel en una película de esta magnitud?
Creo que la mayor dificultad fue la confianza en mí misma, creerme que me habían cogido para hacer esto porque valía para ello. Me acuerdo de entrar en la productora, en Nadie es Perfecto, donde teníamos los ensayos, ver todos los carteles de las películas que habían hecho y pensar: madre mía, que yo voy a estar en el cartel de una película, no me lo puedo creer.
Pero poco a poco, gracias al equipo maravilloso que me ha acompañado, a Chloé y también a mi propio trabajo con el personaje y el proyecto, fui confiando más en mí. Me di cuenta de que en el rodaje estábamos todos a una, que éramos un equipo sacando el proyecto adelante. He tenido la suerte de que en este rodaje no ha habido mucha jerarquía, hemos trabajado desde la horizontalidad, y eso me ayudó a soltar esa exigencia y a entender que todos somos personas haciendo un trabajo.
Cuando logré confiar más en mí, me empezaron a surgir otras dificultades, como con el texto. Me hacía mucho la pregunta de: ¿cómo puedo hacer que esto suene lo más real posible? Así que esa fue otra de las cosas en las que me centré.
Pero poco a poco, gracias al equipo maravilloso que me ha acompañado, a Chloé y también a mi propio trabajo con el personaje y el proyecto, fui confiando más en mí. Me di cuenta de que en el rodaje estábamos todos a una, que éramos un equipo sacando el proyecto adelante. He tenido la suerte de que en este rodaje no ha habido mucha jerarquía, hemos trabajado desde la horizontalidad, y eso me ayudó a soltar esa exigencia y a entender que todos somos personas haciendo un trabajo.
Cuando logré confiar más en mí, me empezaron a surgir otras dificultades, como con el texto. Me hacía mucho la pregunta de: ¿cómo puedo hacer que esto suene lo más real posible? Así que esa fue otra de las cosas en las que me centré.
¿Cómo era Eléa Rochera cuando era adolescente? ¿Qué crees que ha cambiado de esa etapa a ahora?
Todos cambiamos, ¡y qué suerte poder evolucionar! Siento que he trabajado mucho en mí, personalmente y profesionalmente, sobre todo este último año, y este proyecto me ha hecho crecer muchísimo. He aprendido a estar en constante aprendizaje y cambio, cosa que me parece muy importante. Es verdad que hay cosas que no han cambiado y otras que sí.
La Eléa adolescente era fuerte, con mucha ambición, con ganas de comerse el mundo, de luchar por lo que quiere, muy intensa y muy sensible. Y creo que sigo teniendo todo eso, solo que ahora desde otra madurez, habiendo aprendido un montón de cosas de mí, aunque todavía me quedan muchas por aprender, y estando en una etapa diferente a la de cuando tenía dieciocho años. Pero bueno, es bonito crecer y cambiar. Y qué suerte.
La Eléa adolescente era fuerte, con mucha ambición, con ganas de comerse el mundo, de luchar por lo que quiere, muy intensa y muy sensible. Y creo que sigo teniendo todo eso, solo que ahora desde otra madurez, habiendo aprendido un montón de cosas de mí, aunque todavía me quedan muchas por aprender, y estando en una etapa diferente a la de cuando tenía dieciocho años. Pero bueno, es bonito crecer y cambiar. Y qué suerte.
Tu personaje lleva una gran carga emocional que se guarda para sí misma, tiene ciertas ganas de escapar. ¿Hubo alguna escena que te hiciera sentir más conectada o que fuera más difícil de interpretar?
Creo que para interpretar cualquier personaje es esencial estar conectada con una misma y con nuestro propio cuerpo, ya que trabajamos con él como nuestra principal herramienta. Durante todas las escenas, he estado pendiente de mantener esa conexión constante. Así que sí, he estado conectada para interpretar a Reese en todo momento, o por lo menos lo he intentado. Reese tiende a guardarse sus pensamientos y emociones, prefiriendo manejar todo por sí misma, que es una sensación que me resulta familiar, a veces también suelo cargar con todo sin compartirlo.

Sabemos que el rodaje de una película es trabajo en equipo. ¿Cómo fue tu relación con el resto del elenco durante la grabación? ¿Se formó alguna amistad especial durante el proceso?
He tenido mucha suerte al compartir mi primer proyecto con un elenco tan increíble. Cada uno de ellos es muy especial, y somos muy diferentes entre nosotros. Son personas que me han cuidado y con las que me he sentido muy acompañada; hemos reído, llorado y disfrutado juntos. Les tengo muchísimo cariño a todos.
Trabajar con Alberto Olmo fue una montaña rusa de emociones, estuvimos casi todo el rodaje juntos, mano a mano. Poder contar con él cuando lo necesitaba fue algo que agradecí profundamente. Con Sara Ariño, nuestra relación es muy especial; la considero mi amiga. Curiosamente, antes de que ella grabara el audio que aparece al final de la película, me envió exactamente el mismo mensaje. Sara y yo conectamos muy bien, la quiero mucho y es una persona muy bonita.
Trabajar con Alberto Olmo fue una montaña rusa de emociones, estuvimos casi todo el rodaje juntos, mano a mano. Poder contar con él cuando lo necesitaba fue algo que agradecí profundamente. Con Sara Ariño, nuestra relación es muy especial; la considero mi amiga. Curiosamente, antes de que ella grabara el audio que aparece al final de la película, me envió exactamente el mismo mensaje. Sara y yo conectamos muy bien, la quiero mucho y es una persona muy bonita.
Chloé Wallace, la directora, tiene la tarea de llevar a la pantalla una historia tan potente. ¿Qué has aprendido de ella, tanto a nivel profesional como personal?
De Chloé he aprendido muchísimo, pero hay algo que realmente me llevo y que creo que también ha mencionado en alguna entrevista: en el set, ella solo quiere personas que quieran estar allí, haciendo el trabajo desde el amor y el respeto. Si alguien no está dispuesto a trabajar con ese compromiso, prefiere que no esté. Este ambiente de trabajo hace que las cosas salgan mejor todavía. De ella he aprendido que se puede hacer un muy buen trabajo siendo muy profesional y a la vez desde el cuidado hacia uno mismo y hacia los demás. Me llevo eso para aplicarlo a mi trabajo.
¿Cómo compaginas tu pasión por la actuación con otras habilidades artísticas, como el canto, el ballet o tocar instrumentos? ¿Te gustaría explorar estos talentos en proyectos futuros?
Todas las ‘habilidades’ que he tenido la suerte de aprender, o en las que aún sigo, tienen que ver con el arte. Intento cada día nutrirme de él porque es lo que más me gusta y forma parte de mi día a día. Me encantaría que en algún futuro proyecto pudiera seguir aprendiendo, ya sea profundizando en lo que ya sé o descubriendo nuevas habilidades. Me parece un privilegio poder aprender cosas gracias al trabajo, es un sueño. Imagínate recibir clases de arpa porque tu personaje lo toca… Me parece increíble que nuestra profesión nos permita seguir creciendo constantemente. Y, además, aprender a tocar la guitarra es algo que tengo pendiente y que realmente quiero hacer.
“Creo que es muy necesario que se hagan películas de adolescentes en las que la chica bese al chico, y él sea un chico bueno que se preocupa por ella.”
¿Qué te ha aportado la experiencia en la Joven Compañía de Teatro y en la formación de Central de Cine a la hora de prepararte para roles complejos como el de Mala influencia?
Todas las formaciones que he recibido me han ido ayudando a crear, entre comillas, mi propio método de actuación. Como me formo en muchos sitios, voy cogiendo herramientas de cada uno y me quedo con lo que más me sirve.
Los entrenamientos en la Joven eran de cuerpo. En ese momento yo todavía no tenía nada de conciencia corporal, y creo que me ayudaron a empezar a conocer mi cuerpo y a iniciarme en el movimiento desde el juego y la creación. En Central de Cine estuve dos años, recién llegada a Madrid, con la ilusión de cumplir mis sueños. Agradezco mucho haber encontrado una escuela donde disfruté, me llevé herramientas para tener agilidad y saber resolver en escena delante de la cámara, e hice muy buenas amistades.
Los entrenamientos en la Joven eran de cuerpo. En ese momento yo todavía no tenía nada de conciencia corporal, y creo que me ayudaron a empezar a conocer mi cuerpo y a iniciarme en el movimiento desde el juego y la creación. En Central de Cine estuve dos años, recién llegada a Madrid, con la ilusión de cumplir mis sueños. Agradezco mucho haber encontrado una escuela donde disfruté, me llevé herramientas para tener agilidad y saber resolver en escena delante de la cámara, e hice muy buenas amistades.
Me encantaría saber un poco sobre tu experiencia en la prestigiosa Escuela Corazza.
He aprendido muchísimo sobre mí misma y sobre la actuación durante estos tres años de formación en Corazza. Pero hay una frase que me viene a la mente con tu pregunta y que me repito mucho, que nos decía mi profesor de interpretación, Víctor Herranz: chicos, no estamos operando a corazón abierto. Es difícil, pero relajaos.
Contamos historias. Hay una parte muy bonita en esto, en la que hay mucho disfrute y juego. A veces nos ponemos demasiado intensos con el drama, sufriendo porque no nos sale interpretar algo. Y yo, en particular, me pongo muy nerviosa. Cuando me siento así, me acuerdo de la frase de Víctor y me digo a mí misma: no estamos operando a corazón abierto. Venga, deportividad, tranquila, a jugar. Es un buen consejo, la verdad. Me ayuda mucho.
Contamos historias. Hay una parte muy bonita en esto, en la que hay mucho disfrute y juego. A veces nos ponemos demasiado intensos con el drama, sufriendo porque no nos sale interpretar algo. Y yo, en particular, me pongo muy nerviosa. Cuando me siento así, me acuerdo de la frase de Víctor y me digo a mí misma: no estamos operando a corazón abierto. Venga, deportividad, tranquila, a jugar. Es un buen consejo, la verdad. Me ayuda mucho.
El personaje de Reese está constantemente enfrentando su mundo interno contra las presiones externas. ¿Cómo crees que tu personaje refleja las dificultades de crecer en una sociedad que a menudo nos exige ser algo que no somos?
Creo que en el caso de Reese, ella es su peor enemiga. Es la persona que más se exige a sí misma. Ha crecido sin madre, con un padre bastante ausente y siendo bailarina desde que tiene seis años. La danza clásica es una disciplina muy bonita pero requiere mucho sacrificio y muchísima exigencia, tanto mental como física. Creo que todo eso ha hecho que sea muy exigente consigo misma.
Además, la están acosando, está recibiendo amenazas de muerte, y evidentemente deja de cumplir las expectativas que su padre tiene puestas en ella. Y con razón. Me parece valiente que tome las riendas de su vida y se ponga resolutiva, le cueste lo que le cueste.
Además, la están acosando, está recibiendo amenazas de muerte, y evidentemente deja de cumplir las expectativas que su padre tiene puestas en ella. Y con razón. Me parece valiente que tome las riendas de su vida y se ponga resolutiva, le cueste lo que le cueste.

En las redes sociales, compartes muchos de tus proyectos y reflexiones. ¿Qué importancia tienen para ti estas plataformas en tu vida profesional y personal?
Pues mi relación con las redes sociales es un poco rara, la verdad. Les tengo un poco de manía, pero también creo que es porque muchas veces les doy más importancia de la que realmente tienen. Trato de quitársela y simplemente pasármelo bien cuando subo algo. Soy muy consciente de que hoy en día son una herramienta de trabajo, pero tampoco quiero quedarme enganchada. Intento ser lo más honesta, cercana y real que puedo, siempre respetando mis límites y lo que quiero compartir.
La película está basada en una novela de Wattpad, un lugar donde las historias de adolescentes son muy populares. ¿Cómo crees que Mala influencia conecta con los jóvenes de hoy y qué mensaje crees que les deja?
Creo que es una película que habla de un amor adolescente de una manera muy real, con una escena de sexo que habla de una primera vez, también tratando de ser muy real y saliéndose un poco del cliché de chica buena que va detrás del chico malo que pasa de ella. Creo que es muy necesario que se hagan películas de adolescentes en las que la chica bese al chico, y él sea un chico bueno que se preocupa por ella. Y también creo que, desde mi personaje, algo que me parece importante que llegue a ellos y ellas es que, por favor, si te están acosando, cuéntalo. Es necesario y está muy bien que te comuniques con quien tú quieras. Si te están acosando, dilo.
Y finalmente, mirando al futuro, ¿qué tipo de proyectos te gustaría explorar en cine o televisión?
Me gustaría participar en un proyecto de época donde haya un conflicto bélico e interpretar a un personaje basado en hechos reales, que sea una mujer rebelde, adelantada a su época, que rompa los estándares de la sociedad de su tiempo. Una historia de una mujer revolucionaria.

