Que en el videoclip de 360, Charli XCX y sus amigas quedaran para cenar en la Sky Ferrori’s Trattoria no es para nada casualidad. El guiño a Sky Ferreira es tan solo el anticipo de todas las caras que nos encontramos sentadas alrededor de la mesa. Un motherquake en el que vemos a Julia Fox, Gabriette, o Alex Consani, entre otras muchas. Toda la nueva escuela de It Girls dispuestas a encontrar a la next internet hot girl.
El “I’m so Julia” se ha convertido en el mantra del verano, pero, ¿qué significa ser ‘so Julia’? En una entrevista para el podcast Zach Sang Show, la misma Julia Fox respondía a esa pregunta: “Just being that girl, being confident, putting yourself out there, being out, being the centre of attention, just being that bitch”. De las actrices de cine mudo a las gemelas Olsen y de Lady Di a Instagram, pasando evidentemente por Tumblr. Esta es la historia de la It Girl, y todo lo que hace que una It Girl sea precisamente eso, una It Girl.
Un poco antes de que todas las influencers tuviesen un libro propio, en 2013, Alexa Chung publicaba IT. Un libro a modo diario donde reflexionaba sobre el amor, la música y su estilo mediante fotos de su archivo personal. IT pronto se convirtió en la biblia de Tumblr, pero una vez llegaba a tus manos lo único que podías hacer al leerlo era intentar descifrar las claves que la llevaron a ser la chica del momento. La conclusión siempre era la misma: es Alexa Chung. La carta de amor que le dedicó Alex Turner por San Valentín, sus looks y, por supuesto, su personalidad crearon en torno a ella una imagen etérea, casi como si fuera un mito, y que por supuesto es una parte fundamental del misterio de la It Girl. Sin embargo, el término ha ido variando, y en plena era del influencer no podemos evitar preguntarnos más que nunca, ¿qué las distingue de las otras celebrities? ¿Son influencers? ¿Socialités? ¿Nepo babies? O, quizás, ¿todo en uno?
El concepto de It Girl se remonta a los años veinte y fue usado por primera vez en 1917 por Lady Duff Gordon, más conocida como Lucile. En una de sus columnas para Harper’s Bazaar escribía, “She felt like she was ‘it’ and perfectly happy”. A pesar de ello, el término no se popularizó hasta 1927 con el estreno de la película It, protagonizada por Clara Bow. Su personaje se describía como la mezcla perfecta entre una chica inocente, poco sofisticada y una femme fatale. Estados Unidos se enamoró de ella, no solo por su belleza sino también por su personalidad energética y segura. Ella era la definición de mujer moderna de la época, un icono de estilo que popularizó el estilo flapper al pintarse los labios en forma de corazón. Tal como dice Taylor Swift en su canción Clara Bow, “all your life, did you know you'd be picked like a rose (…) Take the glory, give everything promise to be dazzling”.
Clara Bow podría haber tenido la vida de cuento de hadas que todos imaginamos cuando evocamos la figura de la It Girl, sin embargo, la realidad de vivir constantemente bajo los focos fue más bien todo lo contrario a una vida de ensueño. Un colapso nervioso y ser diagnosticada con esquizofrenia llevaron la primera It Girl de la historia a pasar sus últimos días internada en varias instituciones mentales recibiendo tratamientos de electroshock casi a diario. Un final trágico que solo sirvió para perpetuar su mito, que sigue bien presente a día de hoy.
A Clara Bow la siguieron otros grandes nombres como Jean Harlow y posteriormente Marilyn Monroe, Elisabeth Taylor o Audrey Hepburn. En los setenta y ochenta, los iconos fueron Farrah Fawcett, Brooke Shields o Iman Abdulmajid, mujeres que por mucho que hayan pasado los años siguen siendo relevantes dentro de la cultura popular. Cada país tiene las suyas, figuras que aunque trasciendan internacionalmente, o no, siempre se quedan grabadas en tu retina y en el imaginario colectivo.
Si hablamos de España, por supuesto debemos mencionar a Marisol, de niña prodigio en los sesenta a icono sexual en los ochenta. Recuerdo la primera vez que la vi, debía tener unos seis años, en el documental Las edades de Pepa Flores que daban en La 1. Desde ese momento no me he podido quitar a Marisol de la cabeza y no solo por su belleza, sino porque todo el mundo quería ser como ella, tenía ese algo; eran sus gestos, su desarrollo personal, su naturalidad. Ella misma lo dijo: “Quiero aclarar que yo no fui prodigio, era una niña absolutamente normal que hacía las cosas con una naturalidad. Podría haber sido otra chica de mi edad, pero tuve la suerte de que me vieron a mí”.
El aura o la energía de cada persona son cosas un tanto abstractas, pero precisamente son las que hacen esa atmósfera tan especial a una It Girl. Y, al final, que todo acabe siendo cuestión de actitud. Si volvemos al video de 360 cuando escogen a la camarera como the next hot internet girl, los consejos que le dan residen exclusivamente en la actitud, la belleza pasa a un segundo plano. Después de afirmar que el je ne sais quoi es la clave para convertirse en It Girl, Gabriette dice: “It’s about being really hot in like a scary way”, a lo que Richie Shazam añade, “you’ve to be like known but at the same time unknowable”. Pero aunque estos consejos funcionen hoy en día, cambian según la década de la que estemos hablando.
De los sesenta a los ochenta, las It Girls eran iconos sexuales, todas esas caras que muchas veces salían en la portada de Playboy; artistas, actrices, mujeres con mucho talento a las que muchas veces se reducía tan solo a la representación de la mujer moderna. Sin embargo, no fue hasta los noventa cuando empezamos a entender a la It Girl como lo hacemos actualmente. El término de mujer moderna se quedó más que obsoleto. Cindy Crawford, Naomi Campbell y por supuesto Kate Moss cambiaron la forma que tenemos de entender el mundo de la moda. ¿Quién no sigue buscando los looks de Kate para inspirarse? O, ¿quién no sigue embelesado con Naomi encima de la pasarela?
El dinero y la opulencia empezaron a ser una parte fundamental para poder otorgar a alguien el título de It Girl. Era el inicio del nuevo milenio, un momento de crecimiento económico, nos adentrábamos en el futuro, y, por supuesto, no podemos hablar de esa época sin mencionar a Paris Hilton. Ella inventó el selfie, hizo famosa a Kim Kardashian y fue la primera influencer de la historia. The Simple Life, reality que protagonizaba junto a Nicole Richie, puso de moda el famous for being famous. Con una imagen de rubia tonta, de consumismo extremo y de alguien que no hace (ni sabe hacer) prácticamente nada. Impuesta por la misoginia generalizada de la prensa rosa de la época, Paris construyó su propio imperio.
Los reality shows estaban más de moda que nunca y todo el mundo vivía esperando nuevas fotos de la santísima trinidad (Lindsay Lohan, Britney Spears y Paris Hilton) en la portada de alguna revista de cotilleos. Todo el mundo quería ser como ellas. Tanto, que en 2008 un grupo de jóvenes obsesionados con la fama robaron aproximadamente tres millones de dólares en ropa, zapatos y accesorios de las casas de sus celebrities favoritas, entre las cuales estaban las de Paris, Lindsay Lohan o Miranda Kerr.
La crisis del 2008 y la aparición de redes sociales como MySpace o Tumblr y los blogs trajo consigo de vuelta el grunge de los noventa, y nombres como Sky Ferreira, Alexa Chung, Alice Dellal y las gemelas Olsen. Si bien ellas ya eran más que conocidas, el nacimiento de su marca The Row, el City de Balenciaga verde con una mancha de vino tinto o el famoso Birkin más que amortizado, que llevaban a todas partes, las convirtieron en referentes de estilo, y el misterio que siempre giraba en torno a su vida privada hizo que las fotos que se publicaban de ambas fueran recibidas como un soplo de aire fresco.
Sky Ferreira se convirtió en la imagen de Maison Kitsuné y Lana del Rey copaba las listas de éxitos. Pero poco a poco la gente fue olvidándose de American Apparel y de Barbie Ferreira (hasta que grabó Euphoria), y de pronto llegaron las Kardashian y el oversharing en redes. Hoy en día no hay modelo, influencer, nepo baby, o dilo como quieras, que no tenga el título de It Girl. Cosa que toca Hailey Bieber es tendencia, prenda que lleva Bella Hadid se agota al momento. Sin embargo, con el auge de la influencer, este fenómeno parece ser algo más bien pasajero. Del mismo modo que cambia la cultura, también lo hacen las It Girls, y es que el prototipo, como las tendencias, es cíclico y va estrictamente atado a los cambios económicos. De la cultura del reality al misticismo de su vida privada, del consumismo extremo del lujo al minimalismo y así sucesivamente.
Figuras como Chloë Sevigny o las mismas gemelas Olsen siguen siendo más relevantes que nunca y con tanta saturación digital parece que lo más difícil es perdurar en el tiempo. Charli XCX y su crew siguen buscando a la nueva It Girl. No sabemos quién será. ¿Será Astin Earl? ¿Nara Smith? ¿O quizás Kyle MacLachan? Sea como sea, su relevancia ha cambiado. Se ha perdido parte de ese misticismo que la ha caracterizado desde el principio, y es que hoy en día, con un solo clic todo el mundo puede convertirse en un referente de estilo.
Algunos se aventuran a decir que la It girl va a desaparecer. Pero ya lo ha hecho, o al menos tal y como la conocíamos. Cuando cambian las tendencias y la economía, la It Girl también se transforma, y en un ecosistema digital donde todo viene y se va tan deprisa, poder perdurar en el tiempo es precisamente el factor ‘it’ que las hace tan especiales.