Duki por fin ha llegado a Ameri, ese lugar imaginario que se siente como el culmen de toda una carrera llena de éxitos. Sin embargo, aunque el viaje ha sido maravilloso, el destino no parece lucir tanto como prometía.
No hay ninguna duda de que El Duko es uno de los artistas latinoamericanos más importantes de los últimos años. Desde aquellos primeros singles exitosos como She Don't Give a Fo o Rockstar, pasando por sus colaboraciones con artistas argentinos como Khea o C.R.O., Duki lleva años siendo la cabeza visible de un movimiento de trap argentino que llena Bernabéus y es internacional.
Después de varios discos en los que ha innovado en su sonido acercándose al reggeatón, Duki prometió volver al trap más puro de sus inicios con Ameri, el trabajo que iba a cambiar su carrera y que anticipó ya el año pasado con el álbum Antes de Ameri. El resultado es un disco notable al que quizás le falta un poco de alma entre tanta colaboración y que está lejos de responder a las expectativas que había generado.
Ameri es una decepción, no porque sea peor a todo lo que ha hecho Duki, sino porque es prácticamente lo mismo, lo cual lo deja en un escalafón bastante inferior a sus primeros y alabados trabajos. Se esperaba un paso al frente de un artista con una trayectoria intachable al que ya no se le puede reprochar nada, pero el planeta sobre el que lleva girando su carrera durante tres años no impresiona.
Ha hecho bien el argentino en colaborar con artistas que le aportan melodías suaves (Judeline, Lia Kali, Milo J) que encajan a la perfección con sus rapeos para crear canciones con estribillos pegadizos que siempre le han quedado tan bien. Estos son de lejos los tres mejores momentos del disco junto con su nueva colaboración con Bizarrap, que da la nota romántica al álbum con un Duki más meloso que le canta a la mujer de su vida (la estrella del pop Emilia Mernes), algo tan bonito como “te fui a ver al show con la excusa de que era por un amigo mío pero no por mí”.
Sin embargo, los featurings con artistas angloparlantes quedan muy forzados. Decepcionan un poco las entradas de algunos cantantes de culto como Arcángel, Eladio Carrión o YSY A, y es que la mayoría de las canciones que cuentan con colaboraciones de renombre se quedan en un simple tema sobre sobre dinero, lujo y fama, un monotema que ya cansa un poco a los fans que llevan mamando trap desde 2016.
En definitiva, Ameri tiene puntos brillantes y canciones olvidables a partes iguales, con la sensación de que el que iba a ser el disco consagratorio de una leyenda aún no ha llegado. Duki ha conseguido colaborar con los más grandes y llenar estadios, pero todavía no ha entregado ese trabajo que deje a todo el mundo boquiabierto. Lo bueno es que aún le queda mucha carrera para hacerlo, y con su talento y su cabeza privilegiada esto puede llegar más pronto que tarde.
Track favorito: Imperio ft. Judeline