Hoy conocemos a Dino, un artista polifacético al que le encanta usar colores saturadísimos y que viene con una apuesta ambiciosa y con fundamentos musicales sólidos. Estudiante de periodismo y cantante, busca utilizar las herramientas expresivas y comunicativas para despegar con un proyecto cargado de referencias musicales coloridas, ingeniosas y letras fresquísimas y fluidas.
Una mañana soleada de diciembre, en el barrio madrileño de Hortaleza (de donde somos mi casi-vecino Dino y yo), quedamos en uno de los bares míticos de la zona para charlar de su proyecto y que me cuente su secreto más preciado: cuál es su rutina de skincare profesional. En lo que dura un desayuno, rememora conmigo sus inicios como artista, revela sus técnicas para serpentear en medio de una industria musical que va poco a poco conociendo y me cuenta cómo va expandiendo su visión artística a medida que madura.
Háblame un poco de tus inicios en la música.
Mis inicios son con seis o siete años en la típica escuela municipal de música del barrio. Empecé con formación musical y a tocar el clarinete hasta los once o doce años. Allí adquirí conocimientos de teoría, solfeo y demás, pero como cualquier chaval de esa edad mis padres me hicieron elegir entre fútbol o música. Por mi mente solo pasaba fútbol, fútbol y más fútbol. En ese momento dejo la música de lado y es en el instituto cuando la retomo.
De repente me empieza a picar la curiosidad cuando descubro que hay más música aparte de la que a mí me han enseñado. Descubro entonces toda la movida de Pxxr Gvng, C. Tangana y la Bad Gyal de los inicios y me meto un poco de lleno en toda esa primera escena de trap español. Entonces vivía 24/7 pegado a mis auriculares escuchando artistas nuevos. A raíz de eso empiezo a rapear con mis colegas de cervezas y la cosa empieza a ponerse más seria: un día decido sacar a la luz algo de lo que en principio empezó de broma y veo que tiene buena acogida. 
Tú que hiciste formación clásica, ¿cómo crees que te ha ayudado a la hora del proceso creativo?
El tema de la formación me ayuda sobre todo en la parte rítmica y melódica. Tengo unas bases asentadas de música, de cómo componer, eso es importante. Aprendí lo que es un compás, un pentagrama, una escala… lo básico. Nociones necesarias. Por otro lado, mi familia me ha influenciado mucho.
Mi madre ha sido música de conservatorio y mi hermana también. He tenido referencias muy importantes. A nivel creativo me he buscado un poco la vida, pero mi familia ha sido sincera con respecto a lo que he ido haciendo y me ha ido marcando la pauta. Mi madre no me regala los oídos, me da consejos para mejorar, tengo muy en cuenta su opinión.
¿De qué forma y cuándo decides invertir en tu proyecto musical?
Decido invertir cuando voy madurando y me doy cuenta de que quiero dedicarme a esto, y cuando confío en que tengo cabida en el panorama de manera sincera. Empiezo a sentir que a la gente le gusta lo que hago y eso me motiva. Empecé a buscar currillos en cadenas de hostelería o en Inditex (shout-out a Amancio Ortega) y empiezo a dejarme dinero en este proyecto que se va convirtiendo en algo más serio. De ahí sale la financiación de mi primer EP, donde asiento las bases de lo que es Dino. Me planteo por primera vez: cuando tú escuchas Dino, ¿qué quieres ver? 
¿Cómo das el salto profesional como artista? ¿De pasar de ser un chico del barrio a hacer contactos y empezar a buscar en serio el posicionarte?
Moverte, moverte y moverte. A través de las redes sociales puedes ir cogiendo visibilidad y contactos y expandiendo tus amigos en círculos más artísticos. Un amigo mío que es actor descubre mi proyecto y le mola y organizamos una quedada con más actores y colegas de su gremio, y ahí empecé a conocer a gente del mundo artístico. Fiestas, socializar… ahí comienzas a establecer nuevos círculos. La labia también influye (risas). 
Cuéntame un poco también sobre tu primer EP, tema de producción, colaboraciones, equipo que hay detrás y sensaciones que tuviste antes y después de sacarlo.
Mi sensación de antes era de arriesgarme. Ahora solo funcionan los singles, un álbum es algo más complicado. Un álbum, a nivel redes y a nivel números, no es fácil que funcione. Te la juegas bastante. Yo necesitaba sacar este proyecto para mí mismo, para hacer una carta de presentación, ver hacia dónde quiero ir y por dónde quiero orientar mi sonido. Si tu proyecto es serio creo que debes buscar conceptos que sean profundos y que den juego para que surja algo que perdure. Esta es la justificación del EP.
A nivel más interno y de equipo, moviéndome de fiesta, conocí al productor IceSplinter, que estudió en la TAI, y a partir de ahí cuadramos para hacer algo. En la primera sesión hicimos Sin mirar atrás. A él le gustó tanto que se animó a continuar en el proyecto. Con él he trabajado Golondino y mi tema Murakami. Con Teo Lucadamo he trabajado Visión y Preocupao.
Tema portada: a nivel colores quería expresarme. En ella hay muchos Dinos, tantos Dinos como los estilos de música a los que quiero subirme. Quiero jugar y no encasillarme. El concepto y la idea creativa la tenía clara. Luego, colaborando con mi colega fotógrafo y diseñador Rodri (@rodrizxn) salió la portada.
¿En qué estilos te sientes más cómodo ahora?
Mis inicios, como cualquier chaval que empieza, han sido rapeando. A medida que he ido madurando descubro nuevas ramas de la música y me empiezo a interesar más en ellas pero también me doy cuenta de que mi sonido siempre va a estar relacionado con lo urbano, porque he mamado de ahí. Yo me pongo sobre una instrumental, sobre una línea de bajos, y me sale meter veinticinco sílabas en nada y menos. Pero me estoy dando cuenta de que a nivel de concepto no me quiero alejar, pero sí… cuanto más pasa el tiempo me doy cuenta de que mi artista interno no está tan ligado al urbano. 
A nivel visual ya se ve cierta profesionalización en tus últimos vídeos como Murakami, o en la portada de tu reciente single, Skincare, ¿qué imagen de marca quieres ir construyendo en torno al proyecto?
La imagen de marca de Dino es lo que más claro tengo. Lo que quiero es que veas Dino y sea sinónimo de puto color saturado. Naranja, verde, rojo. Estoy cansado de que se asocie a los raperos a falta de colores. Tú te vas a otros países, a otras escenas y ves color. Tyler, the Creator por ejemplo: rapea y te cuenta cosas serias pero vestido con un traje rosa y con un toque artístico. Creo que en España no se juega con los colores como se debería hacer. Estamos encasillados en seguir una dinámica poco innovadora, digamos. Falta gente más atrevida.
¿Te sientes muy ligado a lo artístico entonces?
Mi padre es pintor, director gráfico, director creativo de publicidad… A mí me han inculcado en casa desde siempre la importancia a nivel sociocultural del arte. En el videoclip de Murakami, de hecho, hay una referencia a estos orígenes creativos: sale un cuadro de mi padre en el estudio de arte. La portada de Skincare está hecha por mi padre también, por ejemplo. Y unas cuantas más. 
Como persona afectada, ¿cuál es tu opinión de que artistas bien posicionados se inspiren de más en cantantes que puedan tener menos visitas (como afectado de ello por una reciente polémica con Marc Seguí)?⁠
En un primer momento da rabia, después te da pena que suceda. Siempre ocurren ‘coincidencias' con artistas más pequeños. Con los artistas grandes no pasa, es curioso. Una coincidencia lo entiendo, al final es un proceso creativo con inspiraciones diversas. Pero ocho o diez similitudes… chirría. De todas maneras, prefiero no meterme en este embolado. Nos reímos todos juntos de esta anécdota y ya. 
Procedo con lo importante, el motivo de mi entrevista: ¿qué rutina de skincare utilizas?
(Risas) Es muy buena pregunta. Pues la verdad es que me ha asesorado mi chica, que ella entiende de este tema. Depende del día. La mayoría de días no hay rutina pero cuando hay rutina, la hay. Utilizo gel limpiador Cerave verde claro. Luego sérum de The Ordinary, abundante. Y cafeína para las ojeras. Después crema. De vez en cuando mascarilla por las risas, con pepinillos puntualmente.
Ahora en serio, ¿tú ves tu reciente single Skincare como la consagración de algo grande que se viene?
Creo que sí porque quería cerrar una etapa. 2023 ha sido mi carta de presentación y quería cerrar el año con algo divertido, fresco. Veo mucho sol y mucha luz con este tema. Una especie de fin de ciclo para dar paso a algo nuevo. Quiero empezar a usar nuevas referencias, jugar con nuevas melodías. Frank Ocean, Kanye West, sin perder mi color.
Tu pareja, Georgia Izquierdo, también artista, ¿te inspira mucho? ¿Pensáis colaborar?
Ella es una máquina a nivel melodías. El hecho de estar con ella y de trabajar con ella me suma mucho. Tiene una cultura a nivel melódico increíble. Me nutro de ella y de sus referencias, descubro un nuevo mundo y campos diferentes teniéndola a mi lado. Tenemos pensado colaborar juntos, saldrá algo en el primer trimestre de 2024. Queremos trabajar algo sentido, menos superficial. 
¿Dino romántico?
Dino nunca dejó de ser un romántico (risas).
¿Planes de futuro? 
Quiero construir y crear, tener un buen repertorio de proyectos y ver si puedo sacar un trabajo más complejo. Depende de cómo se vaya dando. Estoy viendo a ver qué me depara el universo en general. A ver qué pasa. No tengo prisa.
Tú (como yo) estudias la carrera de periodismo. ¿Cómo relacionas tu proyecto musical con el mundo de la comunicación? Yo lo enfoco relacionando ambas ramas desde un plano más teórico, más de estudiar la nueva escena y escribir y aprender de ella. ¿Tú cómo llevas a la práctica la unión periodismo-proceso creativo musical?
Me ha ayudado mucho aprender sobre comunicación. La carrera me ha podido aportar una visión más periférica a nivel cultural general. He podido conocer el negocio de la música de una forma más amplia y me ha gustado conocerlo más de lo que pensaba. Piensas en la industria y te imaginas a hombres de traje aprovechándose de los artistas. Pero hay algo más allá y bonito, colaborativo. He podido hacer las prácticas en una empresa de comunicación y gestión musical y me ha aportado mucho aprendizaje.
4.jpg