A veces no valen las medias tintas. O una cosa u otra, así de fácil. La música de Depresión Sonora no se anda con tonterías, no hace prisioneros, dispara a matar o peor, donde más duele. Este cantante madrileño se ha convertido en un referente absoluto para una generación marcada por la frustración y la ansiedad, su nuevo EP Makinavaja es una prueba más de su virtuosidad a la hora de entender las preocupaciones que se esconden en cada rincón del día a día.
Entrevista extraída de ACERO vol. 8, publicada en julio de 2024. Hazte con tu copia aquí.
Marcos camina tranquilo. Vestido siempre en tonos oscuros y con prendas holgadas. A veces, se guarda un mechón de pelo detrás de la oreja y fuma con tranquilidad. Quién iba a decir que al hombre tras el fenómeno musical Depresión Sonora le gusta charlar y beber agua con gas. Su discurso es claro y sus palabras denotan gran aplomo. “Es un ídolo de masas”, me dijo una vez un amigo que tenemos en común, y no se equivocaba. La música de Depresión Sonora amasa miles de seguidores en todo el mundo, y sus entregados fans cantan sus canciones como si fueran himnos. ¿Pero dónde reside el éxito de este proyecto musical? Marcos no lo sabe, puede llegar a intuirlo, pero nunca se atrevería a afirmarlo. Él es cauto, prudente y no alardea de lo que ha conseguido. Todo empezó en su cuarto, donde según él, siempre se crea la magia, como si se tratara del kilómetro cero desde el que siempre partir. Los cosas han sucedido así, los acontecimientos se fueron precipitando, pero detrás de cada tema y cada concierto, hay muchísimo trabajo duro y horas en su viejo coche, con el maletero repleto de instrumentos y el cuentakilómetros a punto de reventar. Ahora, las cosas han cambiado. Multitud de singles y su aclamado álbum El arte de morir muy despacio lo han erigido como un icono musical gracias a su capacidad para agitar las inquietudes de un generación que vive en una constante intemperie emocional, acechada por un futuro incierto y un buen puñado de frustraciones, pero también con un espíritu crítico inquebrantable. Letras afiladas como puñales y ritmos constantes, adictivos, son quizás la fórmula que nos tiene enganchados, sin necesidad de melodías virales, bailecitos ridículos o una presencia asfixiante en redes sociales. Depresión Sonora no trata de eso, lo importante es hacer algo con verdad y significado, no es un producto salido de una máquina de montaje. Ahora, para Marcos, tras triunfar en Coachella, consolidarse en España y adueñarse del público latinoamericano, empieza una nueva etapa en su carrera que viene introducida por Makinavaja, donde se abre a referencias con las que antes nunca había jugado y demuestra que a Depresión Sonora le quedan balas para disparar y no piensa preguntar primero.
¡Estoy agotado! ¿No me ves cansado?
Igual de cansado que cualquiera (risas).
He estado viajando mucho últimamente.
Con tanta gira no has parado.
Sí y aún no me acostumbro. La primera vez que me fui con la banda fue hace un par de años. México fue nuestra primera parada.
No he estado en México, pero debe ser fabuloso.
Lo es. Fui pensando que íbamos a tocar en un sitio solo un día y llenamos los tres días que estuvimos en la sala Indie Rocks! Después estuvimos girando en España por los típicos festivales que hacemos todos. Al poco tiempo volvimos a Latinoamérica: Colombia, Chile, Perú, México de nuevo, también El Salvador, Costa Rica y Guatemala. El año pasado fuimos a Estados Unidos. ¡Eso sí que fue una auténtica ida de olla!
Estados Unidos siempre impacta.
Todo allí es como en las películas. Fue una verdadera locura. Tocamos cinco días en un festival a una hora de Los Ángeles. Pensar que puedo llenar lo mismo en Barcelona que en California es increíble para mí. Después fuimos a Chicago y Nueva York. El pasado abril sucedió por lo que todo el mundo me pregunta: Coachella. Hicimos todo el circuito del festival que nos llevó a Dallas, Portland, Houston, Pomona y Seattle.
Joder, te has recorrido medio país.
Casi, casi (risas). Íbamos alquilando coches yendo de un sitio a otro. Durante nuestra estancia en Coachella sí que tuvimos tiempo para hacer alguna excursión. Viajamos a Seattle y visitamos la radio KEXP, el Museum of Pop Culture, que tiene todas las guitarras del mundo, la casa de Kurt Cobain y el Space Needle.
Seattle es una ciudad muy misteriosa, tiene una energía melancólica y lluviosa.
Sí, pero al igual que todo. Estados Unidos tiene un toque raro y es muy, muy caro. Es alucinante la cantidad de gente latina que hay, que vive en una gran precariedad y están atrapados en la problemática de no ser considerados americanos para los estadounidenses ni latinos para los propios latinos. Por eso, me hizo mucha ilusión ver como en un concierto de Depresión Sonora se juntaba todo el mundo, formando una comunidad propia. Eso es algo que me dejó muy buen recuerdo.
¿No sentiste en ningún momento ganas de irte una temporada a vivir a Estados Unidos?
Quizás sí me iría un tiempo para grabar algo allí. Es innegable que su industria posee una gran maquinaria donde trabaja mucha peña. Culturalmente creo que mamamos muchísimo de lo que sucede en ese país y más aún en lo que a música se trata, al menos en mi caso.
¿Hay algún cantante que te llame la atención de ese país?
No, odio la música (risas).
¿Coachella qué tal fue?
Es un verdadero macro festival, es tal y como sale en redes. El primer fin de semana ni te imaginas la de gente famosa que acude, que inundan las páginas de cotilleos y las redes sociales. ¡Es alucinante! Evidentemente, están en un sitio aparte. Cuando fuimos no sé si estaban Taylor Swift y David Beckham, algo así. Nosotros fuimos a la zona de los artistas donde coincidimos con otros artistas que también tocaban y fue muy guay.
¿Notas mucha diferencia entre el público de aquí y el del otro lado del océano?
Son totalmente diferentes. Como te he dicho, el primer fin de semana de Coachella es exactamente como lo ves en redes sociales. La gente va con su modelito a echarse la foto y no se fijan mucho en el cartel que hay ni qué grupos tocan. El segundo finde fue la hostia.
¿A ti quién te llamaba la atención del cartel?
Bastante gente. En el escenario donde nosotros tocamos también actuaron algunas bandas muy guays como Narrow Head o Bar Italia. El concierto de Eartheater también me gustó mucho. Uno de los cabezas de cartel que más me impresionó fue Tyler The Creator, su escenografía es impresionante. Ver a Lana Del Rey llegando a su escenario subida en una moto tampoco es algo que se olvide fácilmente y el retorno de No Doubt tampoco. Pero creo que lo verdaderamente interesante es la ubicación, donde se encuentra el festival, muy cerca de Palm Spring, donde hay muchísimos hoteles de lujo, campos de golf… Más allá de eso solo hay desierto. Así, en pleno festival llega una tormenta y debes cubrirte la cara con un pañuelo para evitar que la arena entre en tus ojos.
¡Parece increíble!
Una cosa que me gustaría decirte sobre el público, retomando la pregunta que me has hecho antes. Creo que en Estados Unidos no hay un término medio respecto a lo que al público se refiere. Puedes ir a un concierto de hardcore y la gente está como loca pero, por ejemplo, en Coachella tocó Blur y Damon Albarn se rayó, porque todo el mundo estaba muy parado, ni siquiera cantaban. Mi concierto fue algo más tranquilo el primer fin de semana y más intenso el segundo. Es un público que necesita que lo pongas en marcha, que les calientes al principio y luego les motives para que arranquen a bailar y hagan el loco. Aquí, en España, desde la primera canción todo el mundo está volando. Y en México, están ya a tope incluso antes de que salgas a tocar. ¡Qué puta barbaridad! (Risas).
¿Volverías a tocar en Coachella?
Sí, supone un escaparate increíble. También toqué en Houston o en Valladolid y no estamos hablando de eso, ¿verdad? Esto prueba lo que supone actuar en un festival de esa magnitud. Además, se portaron muy bien con nosotros. Y que conste, tocar allí no era nada que hubiera imaginado, no soñaba con ello, pero fue muy guay poder hacerlo. ¿Tú nunca has ido?
No, no he ido todavía pero algún día me molaría ir. Estados Unidos me gusta, he estado bastante veces.
Yo de chavalín fui con mi madre a Boston.
Todas estas locuras de México y Coachella fueron justo después de estrenar tu último EP, Makinavaja ¿verdad?
Sí, por eso me ves ahora un poco agotado. No hemos parado, la verdad. Este mes estoy intentado tomármelo con más calma para intentar hacer más música y ver qué hago con todos los rasca-y-gana que he ido comprando en Estados Unidos. Compro uno por cada estado que visito. ¡Tengo un taco enorme! Me molan muchísimo. Una vez tuvimos que viajar en un bus Greyhound y paramos en una cárcel y varios presos con los petates a la espalda, que salían de permiso, se subieron con nosotros. En Buffalo, por cierto, me tocó la lotería.
¿Y qué hiciste con el premio?
Comprarme más rasca-y-gana. ¡Tampoco te creas que me dio para muchos más! (risas).
Suerte tienes. Makinavaja ha recibido muy buenas críticas.
Eso no lo sé. Yo he intentado abrirme un poco hacia otras cosas. Dentro de los márgenes de Depresión Sonora, he querido buscar nuevas referencias y explorar nuevos caminos. Siempre intento que cada disco suponga una especie de transición, de una manera de hacer las cosas a otra, para no encasillar este proyecto. Considero como una especie de nicho lo que hice al principio y me encanta, pero quedarme quieto en eso supondría aburrirme creativamente. Para hacer Makinavaja me he fijado en el trip hop o en el dream pop. Creo que lo importante ha sido hacer algo nuevo pero manteniendo la esencia. He rescatado muchas canciones que no había lanzado, que eran algo diferentes y he decidido rehacerlas. Te diría que en otros proyectos anteriores me he centrado más en la letra, en este he querido ampliar mi perspectiva hacia otras cosas.
¿Pero sigue existiendo esa narrativa que caracteriza a Depresión Sonora? Por ejemplo, en El arte de morir muy despacio se contaba una historia concreta, ¿no crees?
¿Y qué historia crees que se contaba en ese álbum?
Todo esto son impresiones mías tras haberlo escuchado. Pero yo creo que en El arte de morir muy despacio se contaba la historia de un hombre no muy alegre, que no vivió una infancia feliz, que quizás no le dio su número a la chica que le gustaba, y que luego pasó a tener un trabajo verdaderamente aburrido en alguna oficina gris.
No diría que no sea un hombre alegre. Creo que la vida le ha planteado ese tipo de cosas con las que te chocas de frente. El álbum describe a una persona que tiene conflictos en su vida y que intenta luchar y trabajar con la negatividad que a veces le invade. Creo que hay momentos en el que lo ve todo negro, pero termina encontrando la salida. En la vida muchas veces se intenta vender que el mundo es amable, que la sociedad es feliz, que todo es super friendly, pero no. Todos convivimos con un montón de emociones diferentes y no tienes que estar bien o contento todo el tiempo. Puedes sentirte mal en algunos periodos de tu vida y no pasa nada.
Entonces, para esta historia hay un final feliz.
Sí. Aunque la vida parezca negativa, siempre termina saliendo el sol por alguna parte.
Qué me dices de ti, Marcos. ¿Cómo lidias con las frustraciones de la vida?
Pues como puedo, igual que todo el mundo. A veces estoy de puta madre y otras no. A mí no me mueve escribir cuando me siento alegre. Si estoy bien no me apetece escribir música. Prefiero expresar otro tipo de movidas.
"Estoy encantado con la vida que tengo. Pero no puedes dejar de ser crítico aunque las cosas te vayan bien".
¿Cuál es tu mayor frustración a día de hoy?
Cuando no logro saber cómo gestionar las cosas. Estoy intentando mantener buenas relaciones con mis amigos, mi pareja y conmigo mismo. Me gustaría tener un piso en condiciones y esas cosas tan comunes como poder irme de vacaciones o comprarme un aguacate que esté de puta madre, sin rayarme por su precio. No quiero tampoco estar atado a un curro echándole miles y miles de horas y que solo me permita sobrevivir.
¿Qué había antes de Depresión Sonora?
Estudié telecos y me quitó muchas horas de vida y de salud mental. Yo nunca fui un chico que estudiara demasiado pero conseguía sacar las cosas. En ese momento era un chavalín que no sabía qué hacer, era un friki de cojones al que le gustaban varias cosas. Decidí seguir el camino correcto y guiarme por lo que dicta la sociedad: si estudias esto, trabajarás en esto y vivirás tranquilo. Pero creo que en la vida hay algo más que eso, si a un adolescente se le da bien algo, debe potenciarse e intentar sacarle partido porque no se arrepentirá. De todas maneras, el mundo va a ser precario de cojones hagas lo que hagas; entonces mejor hacer lo que te gusta. Veo a amigos míos que trabajan en sectores como la consultoría, echando diez, doce horas diarias y están hasta los huevos. El finde es el único momento que tienen para desahogarse y lo hacen saliendo de fiesta, reventándose o haciendo cualquier mierda. Luego llega el lunes y estás peor todavía.
¿Y cuándo decidiste empezar esta aventura en la música?
Siempre me ha gustado la música. De chavalín me gustaba hacer beats con mis colegas para que rapearan. Llegó la pandemia, dejé el curro, terminé de estudiar y saqué un EP porque me apetecía hacerlo. Y ahora estamos aquí hablando (risas). Pero al principio fue todo muy casero, muy friki. La portada de mi primer EP es una foto mía con una lata en la cabeza, muy aleatoria. La gente era reticente a trabajar en el proyecto pero ahora creo que están más receptivos.
¿Te costó mucho dejar tu trabajo?
Me querían alargar un contrato con unas condiciones de mierda. Entonces les di un ultimátum: o me renovaban como Dios manda o me piraba. Y me tuve que pirar.
¿Cuándo sentiste que Depresión Sonora estaba despegando?
Fue algo progresivo. En la pandemia nos encontrábamos en un momento en el que no se podía hacer gran cosa, mis números fueron subiendo y me contactó el sello. Empecé a tocar en salas, yendo en mi viejo Seat, con todo metido en el maletero. He ido tocando donde podía hasta ir creciendo. Tuvimos suerte de que en Internet funcionó muy bien. En Internet y en Latinoamérica.
¡Qué fuerte que se te abriera el mercado allí!
Toda la repercusión empezó a surgir en la red, en foros y en grupos de Facebook. Pero no creo que haya un motivo concreto. Hay cosas que triunfan primero aquí y otras allí. Creo que igual el tipo de música y las letras que hago se escuchaban más allí. Y es que por aquel entonces, para mí, la situación consistía en hacer música o volver a la oficina y entonces quería hacerlo bien. ¡Y que no quería! No quería volver a trabajar mil horas a cambio de promesas que no van a ningún lado. Eso solo crea frustraciones.
Creo que en el fondo, todos los que nos dedicamos a esto y curramos en el mundillo, tenemos una situación similar debido a la precariedad.
Sí, y además, parece que debemos estar supercontentos y que todo parezca que va genial. ¡Pues no!
Bueno, también hay que intentar ponerle al mal tiempo buena cara (risas).
Sí, pero no es bueno que, cuando no estás bien, le pongas buena cara a todo el mundo y aparentes que estás conforme. Nos dejamos guiar por lo establecido y nos pasamos el día haciendo lo que nos toca, mirando vídeos virales en el móvil y dejando pasar el tiempo y la vida, sin intentar cambiar o hacer otra cosa. Hay que canalizar de alguna manera toda la frustración. Yo lo he hecho a través de la música que, gracias a Dios, ha funcionado. Pero sé que siempre voy a tener alguna rayada, alguna preocupación.
Pero, la vida va a mejor, ¿no?
Yo no me quejo de nada. Estoy encantado con la vida que tengo. Pero no puedes dejar de ser crítico aunque las cosas te vayan bien, no debes acomodarte, eso es un error. Lo que sí siento es una frustración generacional que abarca muchísimas cosas.
Vivimos sobreestimulados para tapar toda esa frustración.
Y musicalmente se nota mucho. Echo de menos proyectos verdaderos y no tanto productos consumibles, creados para la viralidad. Esos productos me parecen bien, deben existir, pero no quita que sienta que falta música menos artificial y que hable de emociones reales. Una persona no puede ser músico porque sí, debe trabajar y mucho. También creo que es importante que lo que cuentes sea interesante, que tenga cierta miga, un trasfondo. Y, si haces lo que hacen los demás, al menos que sea de forma diferente, plasmando tu propia personalidad.
¿Y cómo describirías tu personalidad musical?
¡Qué pregunta más difícil! Parece el mítico cuestionario de una revista. A mí me gusta la música oscura, los elementos de la música de antes e intento mezclar todo con el lenguaje actual. No sé si eso responde a tu pregunta (risas).
Yo también percibo en tu música cierto toque costumbrista.
Tiene cierto toque garrulo, pero es de lo que hablo y es así como me sale (risas). ¡También es un poco punki! Punk definitivamente no es, pero si tiene una actitud punki, una actitud con los pies en la tierra que no la hace hipermoderna.
Pero ahora estás en una época aperturista, por así decirlo.
Sí, pero intento que siga partiendo todo de mi habitación, que es donde empieza siempre todo. Procuro que, al menos las letras, salgan de mi cuarto, luego ya trabajo el resto con gente diferente. Defiendo mucho que el primer paso del proceso creativo sea ese momento de soledad que es completamente tuyo. Es la manera más fácil de plasmar la atmósfera y las referencias que más te molan. ¡Ahora es que está todo lleno de música hecha por cantantes que cantan muy bien pero el resto son todo type beats, sin rastro de personalidad! Yo necesito que la música me mueva, que me emocione y me cuente algo, que me den ganas de saltar, darle hostias a todo o de llorar en mi cuarto.
¿Cuáles son las últimas canciones de otros artistas que te han llamado la atención?
Llevo un tiempo escuchando trance de los años ochenta y noventa y trip hop. Movidas raras, tío. Un pibe que se llama Cassini me flipa y los primeros discos de Chemical Brothers. También hay muchas bandas emo estadounidenses que me encantan.
Te tira Estados Unidos, ¿eh?
Me fijo mucho en lo que sucede fuera de España, porque somos un puntito en el mapa. ¡El mundo es enorme y el panorama musical es muy amplio! En cuanto exploras un poco, te das cuenta de que existen miles de tipos de música.
Oye, ¿piensas en el futuro?
En el futuro seguirá habiendo problemas y siempre va a existir esa frustración que no me deje avanzar a mí, a mis amigos, a mi familia o a mi pareja. Yo siempre voy a ser crítico, disconforme. Creo que existen mil cosas bonitas a nuestro alrededor pero no hay que dejar de intentar mejorar. A mí en el futuro me gustaría seguir metido en la música, porque no me veo haciendo otra cosa. Bueno, quizás sí. Igual monto una tienda de peces.
Las tiendas de peces son de psicópatas, ¿no has visto Cold Fish?
Pues me haré alfarero (risas). La cosa es hacer algo con lo que te sientas a gusto, tranquilo y realizado. Quiero seguir haciendo música que me haga bien y me dé para vivir. Con Depresión Sonora espero seguir evolucionando y también continuar produciendo para otra gente. Quiero seguir sintiendo que estoy en el lugar adecuado. Lo demás, ya se irá viendo, tío.