A Daniel Arias le brillan los ojos cuando habla de su trabajo. No hay pose ni discurso ensayado: lo suyo es autenticidad, pasión y muchas ganas de seguir creciendo. Tras su paso por series como El internado: Las Cumbres o su comentado papel como el joven Antonio Alcántara en Cuéntame cómo pasó, el actor madrileño vuelve a la pantalla con El clan Olimpia, una ficción que mezcla thriller, crítica social y emoción a raudales. En ella interpreta a ‘Guaperas’, un personaje tan carismático como complejo que, según él, comparte su misma energía: “Cuando eso ocurre, se abre una vía creativa muy interesante”, confiesa.
Pero Daniel no se conforma con estar delante de la cámara. Este año debuta como director con La garita, un cortometraje que escribe, produce y dirige, y en el que reúne a un reparto muy especial. Su faceta como cineasta nace de una necesidad vital: contar historias desde otro lugar, seguir aprendiendo y desafiarse. En esta entrevista, Daniel habla con honestidad sobre el miedo, la vulnerabilidad y el arte de dejar de disculparse por ser uno mismo. Un encuentro con un actor (y ahora también director) que encara cada paso con los pies en la tierra y el corazón en llamas.
Cuando recibiste el guion de El clan Olimpia, ¿qué fue lo que conectó contigo a nivel personal o artístico?
Cuando leí el guion me impactó muchísimo saber que aquella historia estaba inspirada en hechos reales. Me pareció alucinante. Además, hacía tiempo que no me pasaba que, leyendo un guion, me sintiera como si estuviera leyendo una novela; estaba enganchadísimo.
¿Hay alguna experiencia propia que te ayudó a entender mejor a tu personaje?
Sinceramente, no hay ninguna experiencia personal que me haya ayudado directamente a entenderlo o interpretarlo. Pero es cierto que el personaje y yo compartimos una energía bastante parecida, y cuando eso ocurre, se abre una vía creativa muy interesante. Cuando un personaje no se parece en nada al actor, la construcción es más técnica, más elaborada, pero cuando hay puntos en común, hay otras formas de trabajarlo. En mi caso, eso me ayudó mucho porque, en varias secuencias, me lo llevé a mi terreno y lo jugué desde algo muy instintivo.
¿Puedes darnos un ejemplo?
Hay una escena con Zaira Romero en la habitación de un hotel, que fue con la que me hicieron el casting, y recuerdo que le metí mucha cosecha propia. Es un momento en el que Guaperas, mi personaje, es juguetón y astuto, pero también tierno y amable. Tiré mucho de Dani.
La serie aborda situaciones complejas y personajes con muchas capas. ¿Cómo lograste equilibrar la humanidad y las contradicciones de tu personaje para hacerlo creíble y cercano?
No juzgándolo en ningún momento. Intentando entender la situación del personaje, por qué hace lo que hace y desde dónde lo hace. Una vez tienes eso claro, solo queda jugarlo a fondo desde ahí.
“Cuando un personaje no se parece en nada al actor, la construcción es más técnica, más elaborada, pero cuando hay puntos en común, hay otras formas de trabajarlo.”
Durante el rodaje, ¿hubo algún momento en el que tu percepción del personaje cambiara o evolucionara gracias a la dirección o a la interacción con otros actores?
Sí. La serie se ha rodado entre España y Colombia. A mí me tocó ir a Colombia, y viví esa experiencia maravillosa junto a Zaira Romero, Fran Berenguer, Aimar Vega y Antonio Bachiller, los actores que participamos en la trama colombiana. Con nosotros viajó Manoli Sierra, que, además de interpretar a la tía de Olimpia, fue la coach de actores de la serie. Ella ha hecho un trabajo increíble con Zaira construyendo el personaje de Olimpia, y estuvo con ella en el set todo el tiempo. Como nos llevábamos muy bien y congeniamos mucho, surgió que también me ayudara a mí con las secuencias más complicadas. Me propuso enfoques nuevos, ideas maravillosas que utilicé y que cambiaron parte de lo que yo traía preparado. Manoli me dio muchas herramientas que pude usar a favor de Guaperas. Recuerdo especialmente una secuencia muy emocional, el punto álgido del arco de mi personaje, que preparé con ella y que rodamos con ella acompañándome en el set. Se lo agradeceré siempre.
El clan Olimpia no es solo una historia, sino también un reflejo social. ¿Qué responsabilidad crees que tiene una serie como esta en la conversación cultural actual?
Mucha, sin duda. Creo que series como esta nos permiten conocer realidades que muchos desconocemos. La protagonista, Olimpia, es merchera, y me parece increíble que una serie aborde al pueblo merchero de esta manera, con respeto y profundidad. Yo ya había leído algo sobre ellos, pero a través de esta historia he podido investigar y entender mucho más, y eso ha sido muy enriquecedor. La ficción puede ser un vehículo sociocultural potentísimo.
Antes de El clan Olimpia, muchos te conocimos por tu papel en El internado: Las Cumbres. ¿Cómo influyó esa experiencia en tu formación como actor y en la forma en que abordas proyectos posteriores, como este?
Fue una escuela enorme para mí, en todos los sentidos. Empecé a rodarla con dieciocho años recién cumplidos. Fue la primera vez que salí de casa para trabajar, estuvimos muchos meses rodando en el País Vasco (con una pandemia de por medio) y fue una experiencia muy importante para todos los que participamos. Aprendí muchísimo a nivel personal y profesional. Lo más valioso que me llevé fue el aprendizaje de estar en un set, desenvolverme en el entorno de trabajo y conocerme a mí mismo como actor. Era mi primer gran proyecto, rodeado de profesionales y con muchísimo trabajo. Me enfrenté a mis inseguridades, algunas todavía me acompañan, y me ayudó a entender mi herramienta como actor. Además, allí conocí a Mina El Hammani y Joell Bosqued, que también están en El clan Olimpia. Aunque, esta vez, no hemos coincidido en el rodaje.
Estás preparando tu debut en la dirección con el cortometraje La garita, que mezcla comedia y tensión en una noche muy particular. ¿Qué te ha motivado a dar este salto creativo detrás de las cámaras?
Siempre he querido dirigir. Desde pequeño rodaba mis propios cortos y vídeos caseros. En los últimos años he dirigido varios videoclips, y llevaba tiempo con muchas ganas de dar el salto. Así que me dije: de este año no pasa. Tuve una idea, la escribí en mi bloc de notas, se la conté a Víctor Castilla y empezamos a escribirla juntos. Después, presentamos el primer borrador a Jarana Films, una productora maravillosa fundada por mi queridísima amiga Sara Jiménez, que además de ser una pedazo de actriz, también produce. Y ahí estamos. Lo ruedo en unos días.
Daniel_Arias_4.jpg
¿Qué desafíos has encontrado al pasar de la actuación a la dirección? ¿Qué aprendizajes te está aportando esta nueva faceta?
Muchísimos. El proceso de escritura ha sido muy minucioso. Le hemos dado mil vueltas al guion hasta conseguir una versión con la que realmente estemos contentos. Ha sido un ejercicio de no conformarse, de exprimir cada idea al máximo. Y ahora, a tres días del rodaje, estoy aprendiendo todo lo que conlleva una buena preproducción. Que no es poco.
El guion gira en torno a dos guardias de seguridad que se enfrentan a un peligro inesperado. ¿Qué te atrajo de esta historia?
La idea surgió porque, cada vez que voy a casa de mi novia, veo a los que trabajan en la garita del parking de su comunidad. Siempre les saludo, y un día pensé: coño, una historia sobre estos tipos. Creo que, a veces, de las situaciones más simples pueden salir las mejores historias. Así que me puse a escribir.
El corto contará con un reparto formado por Víctor Castilla, Jon Arias y Manolo Cal. ¿Cómo ha sido la experiencia de dirigir a otros actores, siendo tú también actor?
Una maravilla. Es como hacer un curso de interpretación, te lo juro. Dirigiendo y viendo actuar a otros siempre se aprende mucho. Además, aprender a comunicarte con los actores, pedir lo que necesitas, te hace crecer también como intérprete. El reparto es un lujo. Víctor Castilla es genial; además, como ha coescrito el guion conmigo, es una pasada verlo interpretar al personaje que ha creado. Jon Arias, además de ser un actorazo, es mi hermano, y nos entendemos a la perfección. Me hace mucha ilusión que forme parte de esto. Y Manolo Cal, lo conozco prácticamente desde que nací. Es un actor de los de verdad, de los de toda la vida. Jon dice que Manolo es “un obrero del oficio”, y tiene razón. Tiene setenta y siete años y toda una vida dedicada a esto: debutó con tres meses en el teatro. Imagínate el privilegio que supone para mí rodar con él. Además, contamos con la colaboración especial de Eric Masip, que es otro actorazo y un gran amigo. Me hace muchísima ilusión que participe.
En tu carrera, ¿hay algún personaje o proyecto que te haya obligado a confrontar tus propios límites como actor o persona? ¿Cómo fue esa experiencia?
Sí. Interpretar a Antonio Alcántara de joven en Cuéntame cómo pasó. Lo he contado muchas veces, pero al principio estuve muy reacio a aceptarlo por el parentesco familiar y el ‘qué dirán’. Era algo que nunca pensé que haría. Recuerdo enfrentarme al rodaje pensando: Joder, intento hacer mi propio camino y aquí estoy, manda huevos. Viví la emisión de esos capítulos con mucho miedo e inseguridad. Pero ver el resultado, y ver que el público lo recibió con cariño, me ayudó a cerrar muchas heridas. Como he dicho otras veces, me permitió dejar de disculparme por estar aquí y abrazar de dónde vengo.
“A veces lo mejor es centrarse en uno mismo, conocerse y quitarse presión. Eso me da paz. El resto es ruido.”
A menudo, la interpretación implica un proceso de autoconocimiento. ¿Qué has descubierto de ti mismo a través de tus papeles más recientes, incluido El clan Olimpia?
Muchísimas cosas. Pero sobre todo, he aprendido a quererme a mí mismo. Ya sé que suena a cliché, pero es verdad. He aprendido la importancia de aceptar quién eres y de forjar una identidad sólida. Vivimos en un mundo donde todo pasa por las redes, por compararnos con los demás, por desear lo que no tenemos. Una sociedad llena de ego, envidia y ansiedad por triunfar. Cuando estás a gusto contigo mismo y con tu camino, todo cobra otro sentido. Hay días en los que me siento fatal y otros en los que me siento genial, pero ahí estoy. A veces lo mejor es centrarse en uno mismo, conocerse y quitarse presión. Eso me da paz. El resto es ruido.
¿Qué papel juega la vulnerabilidad en tu forma de actuar y ahora también de dirigir? ¿Crees que esta sensibilidad es necesaria para ambos roles?
Muchísimo. La vulnerabilidad es esencial para contar historias. Usar algo que te duele o te emociona y volcarlo en un personaje o en un guion es muy potente. Todo eso enriquece tu mochila emocional, y para quienes queremos dedicarnos a esto, esa mochila es un tesoro. Bueno, para todo el mundo, en realidad.
A la hora de elegir proyectos, ¿qué criterios personales o artísticos te guían para decidir en qué participar o dirigir?
Ninguno, necesito trabajar (risas).Es broma. Cuando el guion y el personaje son jugosos, y ves que te pueden aportar a nivel personal y profesional, es increíble. Todos queremos llegar a nuevos niveles emocionales e interpretativos. Aunque también hay que currar, y en los tiempos que corren, yo valoro como oro todas y cada una de las oportunidades.
En un mundo donde las plataformas y los formatos cambian constantemente, ¿cómo ves el futuro del actor y del cineasta en ti?
No lo sé, todo va tan rápido… Solo espero poder seguir dedicándome a esto y que muchísimos compañeros y compañeras talentosos también puedan hacerlo.
Mirando hacia el futuro, ¿qué tipo de historias o personajes te gustaría explorar, ya sea actuando o dirigiendo, que aún no hayas tenido la oportunidad de abordar?
De todo. Estoy en un momento en el que necesito seguir afinando mi instrumento y mi herramienta de trabajo. Quiero seguir formándome siempre y enfrentarme a nuevas oportunidades con pasión y mucho esfuerzo. Quiero disfrutar de mi trabajo y de mi pasión aprendiendo más que nunca.
Daniel_Arias_8.jpg