Tres años han pasado desde que la luz de la luna de su anterior disco, Moonlight 922, cayó sobre nuestros confinados hogares. Ahora el volcán lanzaroteño de El Cuervo y la atmósfera melancólica de Bajo perfil dejan paso a una nueva lucha: Me muevo con Dios, o lo que es lo mismo, la consagración de Cruzzi como uno de los artistas urbanos más importantes del país. Así lo demuestran también los datos. Tan solo 24 horas después del lanzamiento, el canario lograba el cuarto mejor debut (tras Rosalía, Quevedo y C. Tangana) para un disco español en Spotify y 3.8 millones de reproducciones. ¿Por qué?
Quizás porque en estas circunstancias de algoritmos en las que se enmarca la industria musical, una trayectoria sólida y continua genera un respeto distinto en el oyente. Una audiencia a la que no se puede camelar con superestrellas de Tiktok. “En mi carrera solo una tema al que hacer skips”, dice en FAXXXXXX. Y es de hecho el propio Carlitos (nombre real del artista) quien más ha permitido ver su filosofía frente a esto, hablando abiertamente de la urticaria que le producen algunos de sus mayores hits como Mi casa o Contando lunares.
Fe. Sí, hablamos de fe, de un compromiso absoluto con el esfuerzo y la constancia (a pesar del sample de Allen Iverson al inicio de Pratice). ¿Cómo no iba Carlos a ser católico? ¿Cómo no creer en los milagros después de arruinarte tres veces por la causa y vislumbrar finalmente el podio? ¿Cómo no llamar al álbum exactamente con ese nombre?
Damn, mucho texto para una intro. Vamos con el disco.
Cinco días quedaban para el release del álbum cuando se anunció el tracklist. Dos pensamientos rápidos: el primero, la abrumación por ni más ni menos que veintitrés canciones de disco, una apuesta arriesgada pero sólida para la industria del single fast-food; y dos, las colaboraciones. Westside Gunn descendiendo desde el Apolo de los raperos norteamericanos para participar por primera vez junto a un artista español. También altos cargos del rap patrio como Hoke, promesas como La Blackie, y por supuestísimo la representación canaria con Quevedo, La Pantera y Choclock en la producción.
Me muevo con Dios es reggeaton, balada, pop, géneros más internacionales como el Jersey en 4PREZ o el amapiano de Folelé … pero sobre todo es rap. Porque si Cruz Cafuné puede presumir de algo (y de hecho, lo hace) es de soltar barras. Y este disco es el Louvre de las barras, una absurda exposición de museo de simils, metáforas, juegos de palabras y chulería; mucha chulería. Tanta que realmente me lo imagino en su casa riéndose mientras escribe, pensando “¿gritar dos veces ’chocho rojo, Karl Marx’ es una sobrada? Entonces hagámoslo”.
Track favorito: LUISAViAROMA ft. LaBlackie.