Desde el pueblo se idealiza la ciudad, y desde la ciudad se idealiza el pueblo. Pero la población rural en España desaparece y envejece, los pueblos se vacían, se mueren. En el caso de TMLM, primer disco de Cristina Len, ambos mundos no serían nada el uno sin el otro. Hace un par de semanas pudimos escucharlo por primera vez en directo en la Sala Heliogàbal, en Barcelona, y aún con el repertorio bien aprendido no pudimos sino llevarnos un pedacito más grande de ella a casa.
TMLM son las siglas de Todo Menos La Muerte, frase que su abuela utiliza como consuelo ante cualquier problema, frase que inspira todo el imaginario disco. La pérdida, el luto, sonidos de cucharas, la idea de Dámaso Ledesma, la música urbana, la electrónica: estímulos de las dos crianzas que habitan en Cristina, y que casi de forma involuntaria crearon todo el imaginario del álbum. Pero también durante el show. Lo castizo en visuales y escenografía, con sus iniciales grabadas en el lomo de un toro o con un rifle como pie de micro; la memoria, castigo y lamento de sus letras; la inspiración en un sonido que con alguna traza a lo folklórico como en El toro y la luna, que tocó junto a Dianka en el escenario, se aleja de lo folklórico, que transita por lo erótico como en Se mata, y que acoge hasta resquicios del urbano como en Castigo.
Esa noche también viajamos hasta Martiago, eso sí, gracias a Google Maps, y desde ahí pudimos escuchar las ocho canciones que componen el álbum, antiguas como Dios mío de su anterior EP, Alma charra, y nuevas que prometió lanzar pronto. Lo que quedó claro es que se toma muy en serio su proyecto, y entre canción y canción, por qué no soltar alguna broma para romper con tanto misticismo. Si no, ¿para qué lo presentaría como “una chica desquiciada y obsesionada con su pueblo”?
Cristina Len simboliza qué significa crecer en el área metropolitana de Barcelona y empaparse de los estímulos de la ciudad, pero enamorarse cada verano en su pueblo de doscientos habitantes, más allá y entre esos novecientos kilómetros que separan sus dos vidas. El resquicio de lo rural que intenta sobrevivir a lo frenético de la ciudad. Y esto es solo el principio.
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