No pueden estarse quietos, ni hay forma de borrar la sonrisa de sus caras fuera de cámara. Si el amor puede representarse en una imagen, hoy sería la suya contra este fondo de nubes y cielo azul que cuelga en una de las paredes del estudio donde hemos quedado para tomar unas fotos. Pero no estamos aquí para hablar de amor, sino de trabajo, aunque sea el trabajo precisamente el que ha unido sus vidas.
Entrevista extraída ACERO vol. 2. Adaptada a la versión online. Hazte con tu copia aquí.
Y es que Clara Galle y Albert Salazar se conocieron rodando la segunda parte de El Internado: Las Cumbres (producida por The Mediapro Studio y Buendía Estudios), disponible ya en Prime Video desde el 1 de abril. A Albert ya le vimos en la primera temporada, en su papel de Paul Uribe. Clara, soñaba con formar parte de la serie, ojalá estar ahí. Cosas del destino, al final han acabado (no solo) trabajando juntos. Las miradas y las sonrisas se suceden mientras revisamos las prendas que cuelgan de las perchas, Looks de JC Pajares, Loewe, Palomo Spain y la nueva colección Marni x Uniqlo. Entre foto y foto buscaremos un tiempo para hablar con ellos, pero antes vamos con las presentaciones.
A Clara Galle la conocimos gracias a su papel de Raquel Mendoza, protagonista de A través de mi venta, la película de Netflix dirigida por Marçal Forés que se estrenó en febrero convirtiéndose en todo un fenómeno de audiencia, y de la que ya sabemos que habrá segunda y tercera parte. Albert Salazar tiene más recorrido en televisión, pero su nombre se hizo especialmente reconocido gracias a su interpretación en solitario en una obra de teatro de pequeño formato, A.K.A (Also Known As), que le valió un Premio Max al mejor actor protagonista. Y luego ya vino El internado: Las Cumbres para ambos. Poco podían pensar que esta serie de misterio, terror y salseo adolescente cambiaría sus vidas. Por supuesto para bien.
A Clara Galle la conocimos gracias a su papel de Raquel Mendoza, protagonista de A través de mi venta, la película de Netflix dirigida por Marçal Forés que se estrenó en febrero convirtiéndose en todo un fenómeno de audiencia, y de la que ya sabemos que habrá segunda y tercera parte. Albert Salazar tiene más recorrido en televisión, pero su nombre se hizo especialmente reconocido gracias a su interpretación en solitario en una obra de teatro de pequeño formato, A.K.A (Also Known As), que le valió un Premio Max al mejor actor protagonista. Y luego ya vino El internado: Las Cumbres para ambos. Poco podían pensar que esta serie de misterio, terror y salseo adolescente cambiaría sus vidas. Por supuesto para bien.
Empecemos por la típica pregunta fácil que a veces no lo es tanto: ¿Quién es Clara Galle? ¿Te atreves a definirte en tres palabras?
Clara: ¡Uf! Creo que soy creativa, un poco dramas e ilusionada por la vida y por todo en general.
Ahora tú, Albert, ¿cómo te describirías en tres palabras?
Albert: Yo diría aventurero, exigente y un poco comeollas (risas).
Compliquémoslo un poco más. Este mes se estrena la segunda temporada de la serie que compartís, El Internado: Las Cumbres. Clara, ¿cómo dirías que es Albert delante de las cámaras, qué te gusta de su faceta como actor?
Pues todo, la verdad. Siempre que veía a Albert en pantalla me fijaba en sus ojos, tienen un brillo precioso. Es capaz de hablar a través de la mirada, y siempre me ha parecido algo súper importante en la actuación.
Albert, lo mismo para ti, ¿qué dirías de Clara, qué destacas de su faceta como actriz?
Es una actriz que todo el rato propone cosas nuevas, que vive mucho el presente y que juega con todo lo que hay a su disposición. A veces, cuando estás delante de las cámaras, quieres ceñirte tanto al guión que cuesta tener esa libertad que ella tiene; es algo que admiro y envidio.
Por cierto, el estreno coincide con la temporada de Aries, ¿sois de seguir el horóscopo o para nada?
Clara: ¡Sí! Aunque solo lo leo cuando estoy mal (risas).
Albert: Iba a decir lo mismo. Cuando estoy en el pozo lo leo, en plan, venga, a ver cuándo se acaba esta temporada de mierda (risas).
Albert: Iba a decir lo mismo. Cuando estoy en el pozo lo leo, en plan, venga, a ver cuándo se acaba esta temporada de mierda (risas).
Yo tampoco es que crea mucho en el horóscopo, lo hago por la fantasía (risas). ¿Diríais entonces que os pilla en buena racha emocional?
Clara: A mí, de hecho, me pilla en una racha muy emocional. No sé si buena o mala, pero muy emocional. Estoy sintiendo un montón de cosas y al mismo tiempo siento que tengo que rebajarlas. A veces mi intensidad supera mi bienestar y mi disfrute del día a día. Todo este hype por el estreno es increíble, pero también hay mucho que asimilar y que liberar.
¿Y cómo haces para desfogar todo ese subidón?
Me gusta correr, pintar y leer; lo típico que hace todo el mundo para evadirse. Ayer, de hecho, tuve media hora libre y me fui a correr, y esta noche a lo mejor hago lo mismo, o me da por pintar o leer. Lo que sea por escabullirme un rato e intentar meterme en una historia que no sea la mía.
Desde luego el estreno de la segunda temporada de El Internado: Las Cumbres está levantando mucha expectación. Ahora que ya está disponible y ha salido del tirón, ¿qué podéis contarnos de esta segunda temporada? Tú, Albert, que ya estabas en la primera.
Es una temporada en la que se resuelven todas las dudas que se plantearon en la primera. Si los capítulos anteriores eran una introducción a todo lo que iba a ser El internado: Las Cumbres, con la presentación de los personajes y el comienzo de la trama, los nuevos capítulos se centran más en los conflictos entre los alumnos y su psique. También en la historia de nuevos personajes.
Clara, tú eres una de las incorporaciones más aclamadas, ¿qué tal la experiencia?
Han sido los meses más bonitos de mi vida. Trabajar en esto fue precioso, estábamos en medio de la naturaleza y todos nos llevábamos súper bien, me incluyeron como a una más de la familia. Parecía que estábamos en un viaje de amigos y yo me había unido un poco después (risas). Dentro de plató disfrutamos de la profesionalidad y la forma de actuar de cada uno, y cuando estábamos fuera hacíamos el tonto y nos divertíamos juntos.
Cuando dices que estuvisteis en conexión con la naturaleza, ¿por qué lo dices? ¿Dónde grabasteis la serie?
Clara: Grabamos en Donosti, pero vivíamos todos juntos en un valle en medio de la nada. Literalmente pensaba que el resto del mundo no existía. Nos aislamos de todo, disfrutamos y aprendimos muchísimo.
Albert: Sí, estuvimos en un caserío gigante, convivíamos con cabras y ovejas (risas).
Albert: Sí, estuvimos en un caserío gigante, convivíamos con cabras y ovejas (risas).
¿Y por qué esta segunda temporada nos mantendrá enganchados al televisor?
Clara: Por la intriga de saber qué pasa, cuál será el final o por qué ocurre todo. Un aditivo más es que mi personaje, Eva, que la lía todo el rato, no para de fastidiar a los demás. También se desarrollan mucho las relaciones entre los alumnos, no solo amorosas sino también de amistad, y con esto el espectador siempre empatiza.
Albert, tú qué dices, ¿por qué crees que la serie tiene tanto éxito? No olvidemos que estamos ante un reboot que se ha estrenado 10 años después de que acabase la serie original. ¿Engancha más el misterio, la relación que se establece entre los compañeros de internado, qué?
Yo creo que el mix, ¿no?, que los personajes estén haciendo el amor y de repente aparezca un monstruo y te pegue un susto. Juntar ambos ingredientes es lo que engancha y lo que hace que esta serie sea tan particular. La intriga, los salseos adolescentes…Al final es lo que mola.
Encarnas a Paul, uno de los protagonistas. He leído que sueles relacionarlo con la templanza y que, como dices, va bastante a su bola e intenta pasar desapercibido. ¿Qué puntos de conexión dirías que tienes con él?
Albert: Justo ayer pensé que en el grupo de amigos de El internado he adoptado un poco el rol que tiene Paul. He acabado interiorizando en mí y en este grupo toda su templanza y pasotismo. Me veo bastante reflejado, sí.
Clara: Es el hermano mayor del grupo, el que pone las cosas en su sitio y el que ponía paz en la casa (risas).
Clara: Es el hermano mayor del grupo, el que pone las cosas en su sitio y el que ponía paz en la casa (risas).
Clara, ¿a ti qué te hizo lanzarte a esta aventura? ¿Tuviste que pasar muchos castings?
El destino supongo, no lo sé (risas). Todo fue súper rápido porque llegando a los ensayos de mi anterior y primer película, A través de mi ventana, me dijeron que me habían cogido en El internado. Además, Daniel Arias, que es mi amigo y que también aparece en la primera temporada, me había hablado muy bien de la serie. Recuerdo decir, wow, yo necesito estar ahí y vivir en esa casa. Pero, claro, lo decía en plan, ojalá, creyendo que no pasaría nunca. Pero pasó. Para mí que fue cosa del destino, porque tampoco lo busqué, haces un casting y apareces donde la vida te manda.
Por cierto, ¿cómo es eso de los castings? Siempre he pensado que es algo muy frío, llegas, haces lo que tengas que hacer y chao. Sé que es parte del trabajo, ¿pero lo hacéis porque no queda más remedio?
Clara: Bueno, con toda la situación del Covid se ha actualizado un poco. Ahora hay mucho selftape, te grabas a ti mismo y te lo puedes preparar más. Así tampoco te pones tan nervioso delante de alguien que te mira fijamente. De todas formas yo me divierto mucho en los castings, siempre los veo como una oportunidad porque al fin y al cabo son una entrevista de trabajo. Siempre que me dicen tienes un casting es casi como un subidón para mí.
¿Se hacen amigos en los castings?
Albert: Sí, de hecho, yo hice la prueba con Paula del Río para El internado. Nos conocíamos de antes pero después de aquella prueba, nos fuimos a tomar un café e intimamos más. La suerte fue que nos cogieron a ambos. He hecho muchos amigos en estas pruebas. Pero, claro, también hay castings y castings… (risas).
Entonces, soléis disfrutarlos más que sufrirlos.
Albert: Sí, pero cuando llevas tres castings, y estás en la tercera fase del mismo proyecto, y la última decisión está entre uno, otro o tú, sufres (risas). En ese momento admito que es imposible pasarlo bien.
Clara, sigo contigo. Antes nos decías que Eva, tu personaje en El internado, no para de fastidiar a los demás, ¿qué más nos puedes contar de ella?
Me lo he pasado súper bien interpretándola, es un personaje que tiene tanta oscuridad dentro que utiliza el humor y el juego con los demás para aliviarse. Eva no es consciente de las repercusiones que tienen sus actos porque siempre ha vivido sola, y no siente la necesitad de estar acompaña por alguien. Durante la temporada hay una evolución en ella: empieza a tener una amistad interesada con Adele, pero al final, por sí misma, descubre su propia sensibilidad, y creo que es esto lo que la vuelve tan interesante.
También nos decías que siempre te había gustado mucho la serie e incluso que la veías y decías, ojalá participar; y ahora, mírate. ¿Eres muy soñadora? ¿Fantaseas con el futuro, con si tu vida irá por aquí o por allá, si harás esto o lo otro, o prefieres vivir el presente?
Yo estoy aquí porque soñé que iba a estarlo. Todo en la vida es soñar e ilusionarse. Si sueñas muy fuerte con algo, por ejemplo con ser actriz como hacía de pequeña, acabas por trabajar en ello para conseguirlo. Las cosas que te llegan en la vida son porque tú, en algún momento, pusiste tu empeño para llegar hasta ellas. El principio del camino es soñarlo, y en muchos casos puede hacerse realidad.
Imagino que hace nada, antes de que se estrenase A través de mi ventana, no te veías en un momento como el que estás viviendo hora, ¿o sí?
Esto va a quedar de bruja (risas). Siempre, antes de irme a la cama, le hablo a la Luna. Le doy las gracias, le pido perdón y le pido por favor. Antes de que se estrenara esta película, me imaginaba a mí misma con mi guión, estudiándolo y llegando a los sets. Todo estaba en mi cabeza, claro. Sabía que me gustaba tanto la actuación que lo conseguiría de alguna manera.
¿Qué ha supuesto esta película para ti, cómo persona y en tu carrera como actriz?
A través de mi ventana me ha cambiado la vida, tanto en lo personal como en lo profesional. Ha sido mi trampolín para hacer otros proyectos, o por lo menos eso espero. Al final mi vida sigue siendo la misma, no es que quisiera cambiar nada de ella, pero tenía un sueño y ahora que se ha cumplido, echo de menos cosas de mi vida que ya no puedo recuperar. Sé que de alguna manera lo conseguiré, pero invierto tanto tiempo en trabajar que a veces me olvido de mi vida personal. Sacar tiempo para mis amigos es una de mis prioridades, ahora intento organizar mi vida de nuevo (risas).
Cuando te seleccionaron para la película estudiabas Diseño, y tuviste que dejarlo para grabar. Ahora tengo entendido que te has matriculado a distancia en Historia del Arte. ¿Por qué Historia del Arte?
Siempre me ha encantando el arte, pero me di cuenta que no me daba la vida para estudiar de manera presencial. A distancia no existe Diseño en Bellas Artes, pero sí Historia del Arte, y por eso me apunté, así también puedo estudiar algo que me gusta mucho. Aunque ahora solo curso una asignatura porque estoy rodando las siguientes películas, quiero estudiarlo bien porque me apasiona. Llegar a un museo y decir: ¡esto me lo sé!
En relación a esas películas que estás grabando, se ha confirmado que habrá segunda parte de A través de mi ventana, ¿te apetece retomar esta historia?
Al principio estaba en un mood diferente, acabábamos de grabar la primera parte y no sabía si iba a estar en condiciones de seguir con la segunda y la tercera. Literalmente decía, voy a terminar sin saber quién soy, si Raquel o Clara (risas). Pero hemos empezado los ensayos y lo estoy pasando tan bien, y hay tanta ilusión en el proyecto, que lo agradezco muchísimo. También me gusta que aunque el guión sea el guión, nos dejan darle nuestro toque, y como tenemos tiempo para prepararlo, me encanta.
¿Hay algo que puedas contarnos de estas nuevas entregas?
Puedo decir que son historias inéditas, y que ya no será la continuación de la novela. También que si la primera parte se centraba mucho en Raquel y Ares, los protagonistas, ahora, tanto en la segunda como la tercera parte, se contará la historia y el desarrollo del resto de los personajes.
No hay dos palabras que definan mejor esta película: amor y adolescencia. Un poco al extremo, pero así es. ¿Creéis que últimamente se está creando una ficción en torno a la realidad de los adolescentes?
Albert: Sí, desde la ficción hay una romantización del amor, después creces y descubres que no es la historia que te vendían en las películas. No sé hasta qué punto es trabajo de la ficción ser fiel a lo que realmente es el amor, o dejar al director o al que escriba la historia que hagan lo que les dé la gana. En Euphoria por ejemplo, los planos, las luces, todo es una idealización.
El amor, el sexo, las drogas, todo parece posible a esa edad según las productoras, solo hay que ver Euphoria como dices. ¿Será que la única forma de alcanzar el éxito hoy en día es únicamente a través de los excesos? ¿Qué pensáis?
Clara: Es un debate complicado porque si analizas todas las series de adolescentes encuentras sexo, fiesta, drogas y amor. También es que en estos años empiezas a vivir tu vida, a ver quién eres, a preguntarte todo y también a probar lo desconocido. Creo que el fallo está en cómo se presenta: como si todos lo hiciéramos o nos gustara hacerlo. En la adolescencia también descubres cuál es tu sueño, cuáles son tus pasiones, la carga del mundo adulto…Esto es clave también en esos años, pero no se le da tanta importancia.
Vamos un poco con vuestro día a día, ¿cómo se consigue gestionar el éxito, la fama?
Albert: Yo ahora mismo no tengo ese problema. A mí me sirve volver a casa, ver a mis padres y a la gente de siempre, y recordar quién era antes de todo esto. También lo que decía antes Clara, hacer cosas que te centren como ir a correr, leer, estudiar… Hay que pensar que somos personas normales, igual que mi amigo Marti que salva monos (risas).
Clara: En mi caso todo se ha estrenado casi al mismo tiempo y ha sido un impacto en mi vida. Yo soy la misma y, de hecho, ese el problema que tengo: hay cosas de mí que no encajan del todo con la fama y que no pienso cambiar. Soy muy solitaria e independiente, y no me gusta ser el foco de atención. Me lo tomo como un fenómeno por el que estar agradecida, y soy consciente de que no durará para siempre. Para mí el éxito es trabajar en un proyecto en el que contar cosas que me apasionen.
Clara: En mi caso todo se ha estrenado casi al mismo tiempo y ha sido un impacto en mi vida. Yo soy la misma y, de hecho, ese el problema que tengo: hay cosas de mí que no encajan del todo con la fama y que no pienso cambiar. Soy muy solitaria e independiente, y no me gusta ser el foco de atención. Me lo tomo como un fenómeno por el que estar agradecida, y soy consciente de que no durará para siempre. Para mí el éxito es trabajar en un proyecto en el que contar cosas que me apasionen.
Ya lo dice Rosalía: “Es demasiado traicionera, y como ella viene, se te va”. Va a sonar raro en pleno subidón, pero a vosotros, ¿os asusta el olvido?
Clara: Igual antes de que se estrenara A través de mi ventana te hubiera dicho que sí me asustaba, pero ahora mismo, aunque todavía me dé algo de miedo, me vendría hasta bien. Puedo ser olvidada, que si no me sale nada ya me lo monto yo (risas).
Albert: Yo si pudiera dedicarme a la actuación y que nadie viera lo que hago, firmaría. Esa es la parte que no me gusta de mi profesión; estar tan expuesto todo el tiempo a un público que sientes que te juzga a ti o lo que haces. Ya sea en entrevistas, mientras actúas o en cualquier sitio.
Albert: Yo si pudiera dedicarme a la actuación y que nadie viera lo que hago, firmaría. Esa es la parte que no me gusta de mi profesión; estar tan expuesto todo el tiempo a un público que sientes que te juzga a ti o lo que haces. Ya sea en entrevistas, mientras actúas o en cualquier sitio.
Hablando de toda esta exposición, es inevitable desligarla de las redes sociales. No quiero entrar en cómo las manejáis o que imagen queréis dar en ellas, me parece un tema súper cansino, pero cuando se tienen cientos de miles de seguidores, o en tu caso, Clara, millones, ¿os condiciona de alguna manera el hecho de tener a tanta gente con la mirada puesta en vosotros?
Clara: Al final como puedes colgar lo que quieras y eres tú quién las maneja, no es el lugar en el que me sienta más expuesta. Yo, personalmente, no leo mucho lo que dicen de mí por redes, y es algo que me ha venido muy bien: antes cogía el móvil más de lo deseable y ahora casi ni lo toco. Al final es muy fácil que la gente opine en Internet y te dejes influenciar por lo que dicen, tanto por lo bueno como por lo malo. Que tanta gente me diga que soy perfecta o maravillosa, cuando ni soy perfecta ni maravillosa, no es algo que a mi mente le siente bien. Las redes para mí son una forma de difundir mi trabajo, las exposiciones que visito y las casas que me gustan cuando paseo y les tomo una foto; bueno, y para ver vídeos de perritos (risas).
Albert: Yo las utilizo para promocionar si hago teatro en una sala pequeña, para que vean también los proyectos que hago, para colgar exposiciones que me gustan y poco más. También intento desconectar mucho del móvil, de vez en cuando me desinstalo Twitter y Facebook, al final llega a ser enfermizo. Yo me he encontrado en esa situación de buscar la validación en buenos comentarios, o incluso al revés, de buscar un mal comentario porque tengo el día torcido; así lo leo, me echo a llorar un rato y ya luego se me pasa (risas). Es algo irreal, a lo mejor ni esa persona lo piensa de verdad, pero te lo suelta en un comentario. Debemos aprender a ser nosotros mismos los que nos alegremos de nuestros triunfos y seamos conscientes de nuestras caídas.
Albert: Yo las utilizo para promocionar si hago teatro en una sala pequeña, para que vean también los proyectos que hago, para colgar exposiciones que me gustan y poco más. También intento desconectar mucho del móvil, de vez en cuando me desinstalo Twitter y Facebook, al final llega a ser enfermizo. Yo me he encontrado en esa situación de buscar la validación en buenos comentarios, o incluso al revés, de buscar un mal comentario porque tengo el día torcido; así lo leo, me echo a llorar un rato y ya luego se me pasa (risas). Es algo irreal, a lo mejor ni esa persona lo piensa de verdad, pero te lo suelta en un comentario. Debemos aprender a ser nosotros mismos los que nos alegremos de nuestros triunfos y seamos conscientes de nuestras caídas.
Me gustaría viajar un poco en el tiempo y recordar vuestros inicios, ¿siempre quisisteis dedicaros a esto de la actuación?
Albert: Sí. Yo lo descubrí con 11 años cuando en Disney Channel, con todo el revuelo de High School Musical, montaron un concurso de baile en el que pedían un vídeo bailando, el ganador se llevaba un viaje a Madrid para grabar un vídeo profesional. Lo mandé junto a un amigo, qué vergüenza (risas), y ganamos, así que estuvimos una semana en Madrid de rodaje, y descubrí todo este mundo. Después, a los 14, terminé por casualidad en el Teatro Romea de Barcelona en una obra, y ahí me di cuenta de que se podía vivir de esto. En ese momento me empezó a interesar tanto la interpretación que pasé de todo lo demás, instituto incluido (risas).
¿Y tú, Clara?
Clara: Yo no recuerdo un día en específico en que decidiera que quería dedicarme a esto, fue más un sentimiento o algo que siempre me había perseguido. También es que en Pamplona, en relación a todo este mundillo, no hay muchas oportunidades y tampoco estaba rodeada de nada que estuviera relacionado con la actuación. Pero se dio el caso de que Montxo Amendáriz quería hacer su película No tengas miedo en Pamplona, y buscaba a una niña que hiciera de la protagonista cuando es pequeña. Yo no sabía ni qué era ser actriz, ni qué era actuar, y recuerdo preguntarle a mi madre: “Mamá, ¿cómo puede ser que este señor haya salido en dos películas diferentes y haya hecho de personas diferentes?”. Yo era muy pequeña, tendría 6 años, y me apunté al casting e incluso recuerdo hacer una prueba con el director que me salió horrible. A partir de ahí no es que me apuntara a la escuela de teatro ni nada pero veía películas, me aprendía escenas enteras, las hacía delante del espejo… También que siempre he creído que los actores y las actrices tenían que ser buenas personas. Mi madre me dijo que para ser actriz e interpretar a otras personas tenía que empatizar con ellas para formar el personaje, le dije algo rollo: “Mamá, entonces para entender a tantas personas, las actrices tienen que ser buenas personas” (risas). Y me dije, pues yo también quiero ser actriz.
Entonces, ¿no tienes ninguna formación a nivel de interpretación? Justo quería preguntaros por ello, sí habéis pasado por alguna escuela o habéis tenido algún profesor/profesora que os haya marcado o que os haya enfocado el camino a seguir…
Clara: Me cambié de instituto para hacer el bachillerato de Artes Escénicas. No sabía qué quería hacer después de acabarlo, pero sentía que era mi sitio. ¿Sabes esa sensación de conocer la meta pero no el siguiente paso? Pues fue algo así. Además, recuerdo que no me cogieron en el grupo de teatro de mi instituto, llegué a pensar que esto no sería lo mío, eso me marcó mucho. Aunque al día siguiente, me llamó mi primera representante, firmé el contrato, empecé a trabajar de ello y me mudé a Madrid.
Tu pequeña venganza (risas).
Clara: Sí (risas). Fue frustrante que no me cogieran, pero también sabía que debía hacerme a ello porque era parte del mundo al que me quería dedicar. De todas formas yo sabía que no era la mejor actriz del mundo, pero sí pensaba que mi trabajo era merecedor de entrar en ese grupo de teatro. Yo estaba muy empeñada en mi sueño y un profesor de teatro, Gabriel, al que amo con locura, fue el primero en decirme que acabaría dedicándome a esto, incluso antes que mis padres. Recuerdo que siempre decía una frase súper guay: “El cementerio es mi lugar favorito porque siempre hay mucha gente y nadie me molesta” (risas).
¿Y tú, Albert?
Yo empecé con 14 años, me apunté a una escuela de teatro de Barcelona que se llama Eòlia; era extraescolar, así que iba todos los sábados a hacer teatro. A los 16 quise dar un paso más, pero mi madre me dijo que no me pagaría más clases de las que ya hacía. Entonces empecé a trabajar en una panadería para pagarme las clases en la escuela de Laura Jou que, sin duda, fue la que más me marcó. Tuvimos a un profesor durante 4 años, Isaac Alcayde, que fue mi gran mentor ese tiempo y, de hecho, muchos actores catalanes han pasado por esa escuela. Para mí siempre es un estudio de referencia, cuando quiero renovar entre proyecto y proyecto, y estoy en Barcelona, siempre acudo a esa escuela para hacer cápsulas o algún taller.
Y de ahí a 4 años en La Riera, la serie de TV3, y luego a tu gran éxito teatral A.K.A (Also Known As), ¿te esperabas toda la que liaste? Quiero decir, te llevaste un premio Max a actor protagonista, críticas buenísimas, un público súper entregado…
Qué va, para nada, fue una idea que surgió en un bar (risas). Recuerdo todo el proceso de los ensayos y pensar en dejarlo varias veces por estar acojonado; me daba miedo estar solo en el escenario y también que, aunque acabamos contamos con el apoyo y dinero que nos dio la Sala Flyhard, al principio nadie se interesó en la obra ni querían apoyarnos. Empecé este proyecto siendo un bebé y estuve 3 años con él; ahora ha cogido el relevo otro chico, pero por mi parte se acabó, necesitaba también una pausa, necesitaba renovarme.
Has dicho en alguna entrevista que tener trabajo en grandes producciones es muy guay, pero que si no lo tienes, no pasa nada, que la experiencia te ha llevado a entender que también se pueden hacer cosas muy interesantes en pequeño formato y con poco presupuesto. ¿Es un formato al que te gustaría volver?
Sí, a principios de 2023 volveré a hacer algo en un formato así con una directora y un dramaturgo con los que me entendí muy bien. De hecho, esto es un poco mi sueño. Noto que nuestra generación de actores y actrices está muy desperdigada, y siento que deberíamos juntarnos para hacer proyectos.
Explícate.
Ahora, con esto de las redes sociales, parece que nuestra profesión ha evolucionado hacia la publicidad, trabajar con marcas y ser imagen de algo. Y siento que la vena artística desaparece un poco. Al mismo tiempo veo cómo otras generaciones de artistas han sido muy creativas, y pienso en lo dormidos que estamos. Por eso creo que necesitamos unirnos.
¿Te ves liderando esa unión?
No, para nada (risas).
¿Cómo preparáis vuestros personajes, cómo es ese proceso, más allá del guión, a qué os agarráis, cómo os nutrís, cuánto tiempo os lleva todo ese proceso previo de preparar un personaje?
Clara: Yo leo mucho el guión y suelo fraccionar las secuencias en trocitos. Me lo tomo como si fueran días o partes, justo como es la vida real, y es algo que me funciona mucho para recrear al personaje. También me inspiran mucho mis amigos, suelo leer el guión y pensar a quién me recuerda; por eso para mí es tan importante ser consciente de la realidad porque forma parte de mi trabajo. De momento solo he tenido la oportunidad de encarnar a dos personajes, pero han sido dos procedimientos de trabajo totalmente diferentes. Por ejemplo, para Raquel, que era una persona súper organizada, yo tenía unos apuntes monísimos, y en cambio con Eva era todo más caótico, lo mismo escribía en una página los síntomas que le producían los antidepresivos, que en la siguiente escribía por qué estaba tan obsesionada con Paul (risas). Me gusta meterme en la mente del personaje incluso cuando no trabajo.
¿Albert, tú?
A mí también me pasa mucho esto que dice Clara, dependiendo del mood del personaje tu libreta de trabajo va a ser de una manera o de otra: si es súper cuadriculado o tiene las cosas muy claras, con el tiempo veo la libreta y me doy cuenta de lo organizado que está todo; a lo mejor ni me reconozco de lo pulido que soy en esos casos. Y si otro personaje es más pasota es que no tengo ni libreta, me limito a fluir. También es importante que dentro de mí hay muchas facetas: está el Albert con sus padres, el Albert con su pareja, el Albert con sus amigos del pueblo…Noto que tengo energías distintas en función de dónde esté. Primero leo el guión y luego lo aplico al Albert con el que más cuadre el personaje, así tengo un camino por donde empezar.
Vamos a ir acabando, me gustaría saber cómo os conocisteis.
Clara: Nos conocimos en un desayuno. Cuando llegué a rodar El internado, un mes más tarde que el resto, y era súper temprano. Albert era el único que estaba despierto de toda la casa.
Albert: Sí, empezamos a hablar por un aguacate (risas). Sabía que venía la chica nueva con la que iba a tener unas tramas y que llegaba a las siete de la mañana, estaríamos todos sobados. Recuerdo pensar, madre mía, va a llegar y no va haber nadie despierto, así que bajé a desayunar. Yo estaba un poco nervioso (risas). Me preguntó si había algo para comer, que ella siempre tomaba tostadas con aguacate, me dijo.
Albert: Sí, empezamos a hablar por un aguacate (risas). Sabía que venía la chica nueva con la que iba a tener unas tramas y que llegaba a las siete de la mañana, estaríamos todos sobados. Recuerdo pensar, madre mía, va a llegar y no va haber nadie despierto, así que bajé a desayunar. Yo estaba un poco nervioso (risas). Me preguntó si había algo para comer, que ella siempre tomaba tostadas con aguacate, me dijo.
¿Nunca habíais coincidido antes?
Clara: No (risas). Y es muy fuerte porque tenemos muchos amigos en común.
Albert: Recuerdo una vez que, en Madrid, unos amigos y yo montamos un grupo de teatro para dar clases entre nosotros y justo el día que ella fue yo no estaba. También se encontraba muchos días con mi compañero de piso por la calle.
Albert: Recuerdo una vez que, en Madrid, unos amigos y yo montamos un grupo de teatro para dar clases entre nosotros y justo el día que ella fue yo no estaba. También se encontraba muchos días con mi compañero de piso por la calle.
El destino, Clara. Esto da para una película de Woody Allen.
Albert: Totalmente (risas).
Clara: Hablándolo después hemos descubierto que habíamos coincidido en muchos eventos, pero o uno de los dos nos íbamos antes de que llegara el otro o directamente no no veíamos por ahí (risas).
Clara: Hablándolo después hemos descubierto que habíamos coincidido en muchos eventos, pero o uno de los dos nos íbamos antes de que llegara el otro o directamente no no veíamos por ahí (risas).