Son muchas las caras que nos ha mostrado el actor César Vicente, al que le hemos conocido como loco o conquistador. Hoy hemos podido descubrir uno de sus lados más vulnerables. Emocionado tras contar cómo ha conectado con el elenco de Vírgenes, la última película que está promocionando, hablando sobre sus proyectos más personales y los intereses de uno de los actores con más proyección de los últimos años.
“El cine es una cosa muy importante y hay que defenderla”, nos dice en esta entrevista César Vicente. Su mente, dispersa e inquieta, únicamente se guía con el fin de exaltar y defender las artes vivas como los románticos de siglos pasados. Un héroe trágico moderno que se desprende de su persona para regalarnos una conversación llena de verdad.

Antes de nada, quería felicitarte por tus trabajos más recientes y me gustaría preguntarte cómo te sientes después de ver poco a poco todos estos proyectos que van saliendo tanto en festivales como en estrenos en plataformas.
Estoy feliz de que no pare el trabajo, tanto aquí como fuera. Feliz también por trabajar con un equipazo como el de este último proyecto, con Álvaro Díaz Lorenzo.
Vemos siempre distintas caras de ti en los trabajos que nos regalas pero, ¿quién es realmente César Vicente? ¿Qué le preocupa?
Me hago muchas veces esta pregunta, es muy habitual en mi vida. César Vicente es un chico de Sevilla que se metió en teatro con doce años y no ha dejado de buscarse a sí mismo a través de las artes escénicas. Y si te digo la verdad, a mí no me preocupa nada. Lo único que me preocupa es que el día de mañana se dejen de hacer las cosas con amor. Me preocupa que el arte ya no se haga con pasión.
Estás actualmente promocionando Asuntos internos, una serie para RTVE de corte policíaco repleto de estrellas. ¿Cómo ha sido compartir trabajo con este elenco?
Ha sido maravilloso. Es cierto que dependiendo de la escena estaba más con unos que con otros, pero fuera nos veíamos todos y podíamos compartir inquietudes. Eso sí, muy ameno porque trabajar con profesionales de esta talla te facilita mucho el trabajo.
Asuntos internos aborda temas desde un prisma feminista y reivindicador, ¿qué importancia tiene ser partícipe en series con estas características?
Hablando con los guionistas de la serie, te das cuenta de que hay un trabajo brutal detrás. Llevaban trabajando el guion, que es una adaptación, desde hace bastante tiempo. Hicieron esta adaptación feminista y me parece increíble. Como te dije antes, que no cese el trabajo me hace muy feliz.
“Lo único que me preocupa es que el día de mañana se dejen de hacer las cosas con amor. Me preocupa que el arte ya no se haga con pasión.”
Ver producciones tan cuidadas es un síntoma de que el audiovisual español está experimentando un salto de nivel en todos los sentidos, ¿hacia dónde crees que se mueve la industria en nuestro país?
Es verdad que, aunque estoy dentro, a mí me gusta hacer mi trabajo y no me entero de mucho. Tampoco es que yo tenga una cultura cinematográfica muy amplia, entonces no creo que sepa responder bien a esta pregunta. Lo que sí creo es que se está apostando por historias nuevas y por caras nuevas. Esto último sí es algo que hablo mucho con mis compañeros, que queremos ver a gente nueva. En este aspecto creo que se están arriesgando más, las cosas están cambiando.
No te dejamos de ver trabajando, yendo de un sitio a otro a promocionar el trabajo que recién has terminado. ¿Cuándo descansa un actor? ¿Cómo marcas tus tiempos de descanso?
El descanso es relativo, algo bastante ambiguo. Creo que nunca descanso. Mi cabeza nunca para, ya sea inventando historias o haciendo llamadas para levantar un proyecto. Casi te diría que mi trabajo es mi descanso. El día que descanse será en mi tumba (risas).
Incidiendo en este tema, ¿cómo has aprendido a decir que no a ciertos proyectos con el fin de priorizar tu descanso?
Cuando dices que no, aunque el actor tiene la última palabra, suele ser una decisión que parte bastante del consejo del representante y se toma mucho en función del proyecto, de si el personaje va a tener un buen feeling, etc. No me quiero ir por las ramas porque en este trabajo es imposible decir que no. Es un oficio en el que hay que estar todo el día pico y pala, haciendo muchos contactos, intentando que te vean, etc. Hay que tener mucho estatus para rechazar proyectos.
Yo he tenido que decir que no porque en el momento en el que estaba trabajando me han llamado para otro proyecto de la misma magnitud y no me he visto con la capacidad de llevar las dos cosas a la vez. Pero vamos, que habré dicho que no dos o tres veces en toda mi carrera.
Yo he tenido que decir que no porque en el momento en el que estaba trabajando me han llamado para otro proyecto de la misma magnitud y no me he visto con la capacidad de llevar las dos cosas a la vez. Pero vamos, que habré dicho que no dos o tres veces en toda mi carrera.

Y te habrán parecido demasiadas.
Hombre, por supuesto, ¡cómo voy a decir que no! Hay que trabajar. Tengo la suerte de que los proyectos que me han ofrecido siempre han coincidido muy bien con mi vida personal. No quiero decir que nunca me he aburrido porque en esta profesión es imposible aburrirse, pero nunca me he contradicho y todo el trabajo siento que ha llegado en el momento oportuno.
Aunque ahora tu carrera está más volcada en el cine, tus raíces se siguen encontrando en el teatro, incluso alguna vez hemos hablado sobre que te gustaría escribir y dirigir alguna obra. ¿Cómo llevas tu relación con el escenario a día de hoy?
Es algo que tengo entre manos. Hace poco estuve en el teatro con una obra de Genet. Es cierto que ahora, de manera oficial, voy a volver a Sevilla. Y tenía muchas ganas de volver, entre otras cosas porque aquí empecé a escribir un largo, tenía mi escuela de teatro con mi compañía, estaba dando clases también.
Me sacaron de Sevilla con diecinueve años, que no es algo necesariamente malo porque fue por cuestiones de trabajo, pero ahora sí que he podido decidir volver y conectar con ese pasado en el que tenía todo bastante estable. En teatro, no es que sea difícil, pero hay que ser constante. Y en el teatro también hay que ser constante a la hora de ver, de escuchar y de entender. Hace falta mamar el teatro. Estoy escribiendo algo también, una historia de padre e hija. También hago algunos trabajos de director de arte. Aquí cuentan conmigo y confían, así que muy bien.
Me sacaron de Sevilla con diecinueve años, que no es algo necesariamente malo porque fue por cuestiones de trabajo, pero ahora sí que he podido decidir volver y conectar con ese pasado en el que tenía todo bastante estable. En teatro, no es que sea difícil, pero hay que ser constante. Y en el teatro también hay que ser constante a la hora de ver, de escuchar y de entender. Hace falta mamar el teatro. Estoy escribiendo algo también, una historia de padre e hija. También hago algunos trabajos de director de arte. Aquí cuentan conmigo y confían, así que muy bien.
¿Y en el cine, te ves detrás de las cámaras? ¿A qué se parecería una película de César Vicente?
Sí. A ver, tengo hermanos que no conozco, entonces me apoyo mucho en el tema de la búsqueda. El rechazo, la incógnita y el dolor son temas que siempre han estado dentro de mí, pero con un toque de folclore. Como te decía, hace poco me iluminé en Madrid y decidí volver aquí a terminar lo que un día empecé, y ahora me siento muy fuerte.
“Creo que nunca descanso. Mi cabeza nunca para, ya sea inventando historias o haciendo llamadas para levantar un proyecto.”
Vienes de estrenar Vírgenes en el festival de Málaga y tu llegada ha sido una auténtica sorpresa. En esta cinta podremos ver a un César interpretando un papel cómico, algo que normalmente no te vemos hacer, ¿cómo te mueves en este registro?
Es bastante novedoso y peculiar. En el teatro hice talleres de clown, sí, pero la comedia es muy difícil, hace falta sobrellevarla muy bien. Yo llevo mis actuaciones mucho al drama, este cambio radical ha sido increíble, también porque me ha abierto una nueva posibilidad de seguir trabajando en papeles de comedia.
Al principio, cuando hacía las lecturas de guion y leía mi personaje, no me veía haciendo según qué cosas, pero una vez que comencé todo el proceso de construcción dije, coño, sí que me veo, se me da bien y me gusta (risas). Son cosas muy sutiles. En lo cómico no siempre hay que hacer reír, sino defender el guion y el personaje. Ha sido una sorpresa y la primera vez. Aunque sea una comedia romántica, el peso dramático de la película lo llevo yo, al final la cabra siempre tira al monte (risas). Siempre tiro para el dramón.
Al principio, cuando hacía las lecturas de guion y leía mi personaje, no me veía haciendo según qué cosas, pero una vez que comencé todo el proceso de construcción dije, coño, sí que me veo, se me da bien y me gusta (risas). Son cosas muy sutiles. En lo cómico no siempre hay que hacer reír, sino defender el guion y el personaje. Ha sido una sorpresa y la primera vez. Aunque sea una comedia romántica, el peso dramático de la película lo llevo yo, al final la cabra siempre tira al monte (risas). Siempre tiro para el dramón.
Trabajar con autores tiene que ser de lo más exigente, de buena mano lo sabes. ¿Con qué autor o autora te gustaría trabajar?
Julio Medem me gusta mucho. Es un director que ha estado al margen bastante tiempo y ahora ha vuelto con una nueva película que ha ganado el Premio del Público en el festival de Málaga. Conecto mucho con sus películas y para mí es un genio.
Por último, como curiosidad genuina, ¿qué manera tienes de enfrentarte a un nuevo papel? ¿Cuál suele ser tu método de trabajo?
Diría que, cuando me entregan el guion, siempre empiezo con el trabajo mental. Como te decía antes, una mente activa es la que es creadora y no me permito descansar. Preparar un personaje o un trabajo consiste en leer mucho, necesito soledad para pensar mucho en lo que voy a hacer, en concienciarme con el trabajo, involucrarme. Es todo muy intenso porque es un trabajo muy ligado a mi vida personal.
