En la fusión de la tradición y lo contemporáneo existe lugar para hablar de una misma en tercera persona. En un surtido sentimental y ácido sobre las realidades de un entorno, la clave del discurso está en la importancia de la voz de las charlas con la gente de a pie, con amigas; y con una misma. Definiéndose como amante del buen gusto antes que artista, Carmen Xía reivindica la figura de los cantantes y el ensalce del folclore que la ha visto crecer y que le corre por las venas.
Un acto reflejo que, de manera instintiva y de frente, le mantiene firme en su carrera y ensalce de sus valores de cuna. Un abanico de virtudes y sentimientos que han tomado forma en El cuerpo, su segundo álbum de estudio y trabajo conjunto con el productor Suzio Tarik, con quien ha construido un tándem infalible en el ámbito del regionalismo moderno.
¡Hola, Carmen! Bienvenida a ACERO. Vamos a romper un poco el hielo para conocerte mejor. Haznos un poco de briefing de tus últimas semanas antes del lanzamiento del álbum en canciones que estás escuchando en bucle.
He estado con mucha salsa: Victor Manuelle, Pedro Cong, etc. También con lo nuevo de Space Surimi, el EP Surimi Creepy Party!, con Para las Huertas de Bewis de la Rosa, y con otras tías chulas como Tetas Frías. También me mola mucho Metrika. No sé, un poco batiburrillo, como siempre.
Este segundo álbum, El cuerpo, es un claro ejemplo de la fusión entre los sonidos tradicionales y contemporáneos. Pero tu anterior trabajo, La herida, también seguía esta línea sonora; esta esencia. Eres una precursora de los sonidos folclóricos andaluces a través de la música postmoderna. En especial, a través del uso de la copla y los quejíos con sonidos urbanos como el rap. ¿Qué fue lo que inició la elección de este estilo? ¿Crees que existe un punto en común entre ambos, o es algo que se ha tenido que crear de forma menos orgánica?
No elegí nada como tal, realmente me salió de manera orgánica. Me he criado en San Fernando y mis padres son muy aficionados al rock andalú, al flamenco ortodoxo, pero también a La leyenda del tiempo. Cai, Triana, Guadalquivir, Imán. En mi adolescencia también escuché mucho a Andy y Lucas, Camela, El Haze, etc. Me pareció totalmente natural mezclar esos sonidos que forman parte de mi entorno. Soy aficionada a las buenas ideas y la buena música, mucho antes que cantante o rapera.
Como hemos mencionado, tu anterior trabajo, La herida, no difiere excesivamente, en lo que a sonido se refiere, de El cuerpo. Pero han pasado dos años desde tu álbum debut y, pese a que está claro que existe una esencia intrínseca e impermutable, algo en ti ha tenido que cambiar y evolucionar. ¿Cómo ha sido este proceso, en el sentido emocional y creativo?
Han cambiado muchas cosas, empezando por creer que este proyecto tiene sentido. Ha sido a raíz de dar muchos bolos y ver que a mucha gente le gustaba y le gusta la propuesta. El feedback del público, que es al final uno de los motivos por los que hacemos esto, ha ido muy bien. Eso influye en el proceso creativo, el sentirte arropada por quienes te escuchan.
También han cambiado mis tiempos; a veces he tenido más tiempo para componer y otras veces menos. Los conciertos son nuestra fuente de ingresos y el lugar de donde sacamos para hacer música, no podemos parar de tocar. A veces tengo más y otras veces menos tiempo. Eso influye, ni a bien ni a mal, simplemente es diferente.
El proceso creativo de la lírica como tal lo he vivido más de cerca, con más carne mía, más cercana a mí misma; más real, por así decirlo. Cuando hago críticas sobre la problemática de la vivienda o de la desaparición de los patios de vecinas es porque lo vivo. O la precariedad, o las crisis existenciales que tenemos las bisexuales (risas). En definitiva, porque me tira del pellejo, por así decirlo.
“Tengo clarísimo que mi papel es el de la incomodidad. El de relatar la realidad de la clase trabajadora andaluza sin pelos en la lengua.”
Además del folclore y la tradición, ¿cuáles han sido las principales influencias para la creación del disco?
Tendría que contestar también aquí mi productor, Suzio Tarik, para hacer una respuesta completa. Yo voy a hablar de mi parte: las letras y la lírica. Las influencias han sido escuchar los dolores propios y ajenos, sobre todo de mujeres y personas disidentes. El discurso del Parlamento Andaluz del Sindicato de las Jornaleras, el libro Habitar un no-lugar de Mar Gallego… o directamente charlas con amigas y mujeres de mi familia. Sobre todo charlas. Muchas charlas con amigas.
El uso de la copla y otros sonidos flamencos nos llevan directos al debate de los regionalismos en la música. Y me gustaría que hablásemos un poco de ello, de su resurgimiento. En España gozamos actualmente de innumerables artistas cuya raíz y propósito musical está en eso mismo: en honrar el origen. Y lo están consiguiendo. Llévanos un poco por tu decisión de dedicar tu carrera a este ámbito de ensalce cultural. ¿Crees que tiene un efecto en la población?
La verdad es que no sé si está teniendo un efecto en la población. Me gusta pensar que sí, pero no lo sé. Sí creo que es nuestra responsabilidad como artistas tener un discurso profundo en este tema y no simplemente quedarse en la estética y en las cuatro cosas visibles. Para mí Andalucía no se vende, y eso también nos corresponde a los artistas llevarlo a cabo.
El concepto del álbum emana por cada una de las canciones, lo que evidencia un trabajo bien hecho. No solo en temas que explican circunstancias típicas de a pie, como Marujeo, que retrata ese boca a oreja y saber de la vida del de al lado, típico de los pueblos, sino incluso también en los propios títulos de canciones como Mardita la incertidumbre o Lávame er pelo, que emplean el rotacismo de la ele común en algunas partes de Andalucía. ¿Dónde comenzó la idea de crear un álbum como El cuerpo, con todos estos matices conceptuales?
No es algo hecho adrede, es mi día a día. Ese es el concepto de El cuerpo: que no es una creación artífice. Cuento las cosas tal y como me pasan, tal y como las siente mi cuerpo. Hemos escrito esos títulos así precisamente porque es como hablamos, es como somos. Ese es el verdadero concepto: plasmar la visión de la realidad de esta chavala andaluza y precaria.
Actualmente se habla incluso de una tercera ola andalucista. ¿Qué papel crees que está jugando la música en este resurgimiento? ¿Cuál quieres que sea tu papel en ella?
Habría que preguntarse qué es una ola andalucista; pero, en esto que está pasando, tengo clarísimo que mi papel es el de la incomodidad. El de relatar la realidad de la clase trabajadora andaluza sin pelos en la lengua. Mi gran referencia en esto es Gata Cattana, por la incomodidad de muchas de sus letras. Yo vengo de ahí, de esa premisa. A los ricos les incomoda que los pobres hablen. No sé a dónde me llevará eso, pero voy a sentirme igual de íntegra que cuando me tomo el café por las mañanas que haciendo música.
“La rabia que intento expresar es la que viene del cansancio. La que sale cuando estás harta y agotada de trabajar o de sufrir violencia a cualquier nivel.”
En el cauce de los regionalismos, y de emplear bases folclóricas para la creación musical, siempre surge el debate entre quién puede hacerlo. Es ya una botella descorchada a nivel global hace años con el caso de Rosalía, a la que muchos artistas y oyentes acusaron de apropiación cultural con este ‘nuevo flamenco’ que ya se venía viendo desde Paco de Lucía, incluso. ¿Cuál es tu opinión al respecto? ¿Crees que hay gente que no puede, o quizás no debería hacer este tipo de música?
Yo con lo que no conjugo es simplemente con que haya artistas que hablen de una realidad que no es la suya, tanto andaluces como no andaluces. Hay artistas que hablan de los barrios y de muchos tipos de fatigas que no han vivido en su vida. Igual que hay gente que modifica su forma de hablar y lo hacen ‘andaluz’ (o del sur en general) porque es el idioma natural del flamenco, y hacerlo de otra forma quedaría raro.
Estoy a favor de la expansión y el desarrollo de la cultura, pero no de la romantización de la pobreza; y muchas veces siento que se ‘imita’ a lo andaluz porque es lo exótico, no porque realmente se quiera experimentar. Por eso, para mí, el discurso es tan importante y tan ‘chivato’.
Esto le otorga una especie de responsabilidad a los artistas que se dedican a ello; lo que me lleva a una frase que me gusta mucho dentro del disco: “Busco coherencia en todo lo que escribo”, en Todo por la pasta. Háblanos de esa coherencia. ¿Cómo se relaciona con el papel de los intérpretes en la música?
Buf, este tema es un temazo – digo el de la responsabilidad (aunque el de Todo por la pasta también, porque colaboramos con tías chulisimas). Esa coherencia de la que habla mi amiga y tremenda artista Bewis de la Rosa viene al hilo precisamente con lo dicho anteriorimente.
Tal y como interpreto yo esta frase de ella es que las artistas con conciencia de clase, de género, y en general de las opresiones que sufrimos, tenemos cierta conciencia en cómo hacemos las cosas. No digo que los artistas en general no la tengan, pero me parece poco sincero escribir letras sobre lo mal que lo pasas para pagar el alquiler y luego tener muchísima pasta. Pero muchísima. Hablar del barrio y no haberlo pisado en su vida. En Andalucía también hay pijos que pueden pagarse un equipazo. La coherencia es no mentir. O no mentir demasiado, en este caso. Tanto pa’ fuera como pa’ dentro. Tanto a ti mismo como al público. Que el público ni es tonto ni se lo merece, cojones.
Dentro del álbum has colaborado con muchos artistas dedicados también a esta corriente, como Califato ¾ o Canastéreo. ¿Cómo es este núcleo de unión entre quienes dedican su carrera musical a este propósito? ¿Cómo ha influido en El cuerpo?
Esta forma de unión para mí es muy especial. Además de por la calidad musical, por la personal. La calidad humana es muy importante también. Ha sido bastante enriquecedor para nosotros contar con buenos artistas y buenas personas. Establecer vínculos de esta forma y a través de la música es un regalo para nosotros.
El disco goza de un sonido y producción que de forma magistral trasladan al oyente a un lugar concreto. Pero creo que el álbum cobra un mayor sentido y se revaloriza al prestar atención a las letras, que muestran otro tipo de folclore: el de la vida de pueblo o de calle. Y el que viven las mujeres. En el conjunto del disco ya no buscas solo el ensalce de la cultura, sino indagar y posicionarte ante temas como la sociedad y su cuidado, o la aceptación de los cuerpos. Más bien, de la necesidad de estar unidas para conseguir ese ideal de cuidado, sociedad y aceptación. Llegas a hablar de “canalizar la rabia a través del arte”. Háblanos un poco del proceso de creación desde esta perspectiva. ¿Qué rabia es la que muestras en tus canciones?
La rabia que intento expresar es la que viene del cansancio. La que sale cuando estás harta y agotada de trabajar o de sufrir violencia a cualquier nivel. El cansancio de estar en una situación vulnerable en el mundo, en una sociedad en la que cada vez es más difícil estar. Estar sanamente estando. Hay veces que me apetece canalizar la rabia a través del arte, y hay otras que lo que realmente me apetece es partir una mandíbula. Aunque no lo haga.
Los créditos de El cuerpo mencionan en primer plano, siempre, a tu productor: Suzio Tarik. Un papel (el de los productores) que normalmente queda en un segundo plano, relegado a otras funciones que verdaderamente no muestran la importancia de su trabajo. ¿Cómo ha sido trabajar en equipo? ¿Cómo ha influenciado al resultado final que vemos en El cuerpo?
El sonido de Carmen Xía no sería así de no ser por el otro cincuenta por ciento del proyecto musical, y ese es el trabajo de Tarik. No reconocerlo sería una falta de respeto hacia su trabajo. Hemos trabajado juntos en este disco desde el principio de manera coetánea: la composición ha sido conjunta y hemos influido mucho uno en el trabajo del otro porque ambos lo sentíamos como propio. Porque es lo que es, el disco es de los dos.
No ha sido un, ‘ey, Tarik, pásame una instrumental’. Hemos trabajado conjuntamente todo el tiempo. Por eso en los créditos del disco está escrito ‘Letra y música Carmen Xía y Suzio Tarik’. Desde el principio del proceso creativo hasta el resultado final lo hemos hecho juntos.
Háblanos del arte que envuelve el álbum, que va más allá de los temas. La portada, la estética… incluso los videoclips, que siendo todos parte de un mismo conjunto, son muy diferentes entre sí: imágenes más analógicas con la letra de los temas, un casi videoblog casero, una actuación con palmas, etc. ¿Cuáles son los razonamientos detrás de estas decisiones artísticas? ¿Cómo se trata de mantener una esencia dentro de estas diferencias?
La verdad es que ha sido muy difícil hacer videoclips con un presupuesto casi nulo, así que principalmente hemos contado con colegas y gente muy cercana a quienes les hemos mostrado las ideas y a quienes también les hemos pedido opinión: en base a qué ha funcionado o a qué han sentido al escuchar el tema. Además, ya que el disco es un viaje con un abanico muy grande de sensaciones, no vimos necesario seguir una línea fija estética, sino más bien escuchar qué pedía cada canción. A todes les que estáis leyendo esta entrevista y habéis participado en esta parte del disco: os amamos.
Ahora que el álbum está fuera, ¿qué espera Carmen Xía? ¿Qué aguarda el futuro?
Pues espero, primeramente, que nos dé la oportunidad de dar las mismas o incluso más vueltas por el mundo; que la gente se sienta identificada y les apague el dolor aunque sea durante un ratito, y que la sigamos liando en los conciertos y la gente se vuelva totalmente mahara.
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