Para muchos, el verano es la época perfecta para cerrar los ojos y descansar a full. Para otros, es el momento ideal para tomar aire, levantar la cara y poner la mirada en lo que está por venir. Alfonso, fundador de Boras, pertenece a este segundo grupo. Aunque lleva meses compaginando su marca con un trabajo a tiempo completo, sigue encontrando en agosto ese oasis necesario para reconectar con la esencia de un proyecto que, desde sus inicios, ha ido creciendo de manera silenciosa, lejos de las fórmulas rápidas.
Lo curioso es que, aunque Boras solo lleva cuatro años en activo, ya ha conseguido definir un lenguaje propio, reconocible, con una estética sencilla pero muy pensada, donde los detalles hablan bajito pero dicen mucho.
Lo que empezó como un hobby, sin grandes pretensiones, ha terminado convirtiéndose en un proyecto serio, aunque Alfonso sigue defendiéndolo con la misma calma del principio. Hablamos con él sobre cómo se construye una marca independiente desde la intuición, qué significa realmente eso de “about the overlooked” y por qué, a veces, la mejor inspiración no está en las pasarelas, sino en un paseo por el campo.
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Hola Alfonso, ¿cómo te encuentras a estas alturas del verano? ¿Eres de tomarte un respiro o de aprovechar para darle más caña a Boras durante esta época?
Estoy bien, aunque reconozco que con ganas de parar un poco. Actualmente, soy la única persona que está detrás de Boras y compaginar la marca con mi trabajo a tiempo completo no siempre es fácil; a veces se hace cuesta arriba. Por suerte, en agosto tendré vacaciones de mi trabajo formal, lo que me permitirá descansar al menos de esa parte. El verano siempre parece invitar a bajar el ritmo, pero en realidad con Boras sigo activo. Esta época es clave para observar con perspectiva, dejarme inspirar y planificar con calma. Suelo dedicar un poco menos de tiempo a la parte operacional. Al final, Boras empezó como un hobby y dedicarle mi tiempo libre siempre me ha gustado, así que en agosto procuro trabajar la parte que más me gusta de todo esto.
Boras es relativamente nueva, cuatro años en activo y cada vez más público, pero lo fundamental siempre han sido los inicios. ¿Cómo nació Boras? ¿Qué momento marcó el "aquí empieza todo"?
La verdad es que no hubo tal momento, sino que Boras nació de forma muy orgánica. Al principio era una inquietud creativa por diseñar ropa que no veía y poco a poco se fue convirtiendo en una ambición por hacer partícipe a un público de una estética y un modo de vida personales que quería externalizar. Aunque como tal, la cuenta de Instagram y la primera “colección” fueron creadas en 2021, no cuento eso como un inicio serio porque no era más que un hobby para mí, hasta el punto de que todo el dinero que obtenía me lo gastaba; por entonces no era para mí más que mi hobby y un trabajo temporal. No fue hasta hace menos de un año que decidí que esto me apasionaba y que era algo que quería que estuviera muy presente en mi vida futura.
Una de las frases que definen a Boras es eso de “about the overlooked”. ¿Qué significa esto en términos prácticos para la marca?
Es básicamente el modo de vida que queremos proyectar en la mente de la gente cuando escuche Boras. Significa vivir un poco más lento, pararse dos veces a mirar, a escuchar, a pensar, para poder fijarse en lo que, de no parar, pasaría por alto. En los detalles. De manera práctica, atraviesa todo nuestro proceso, desde la elección de tejidos, pasando por los patrones y el diseño de prendas con detalles que las hagan únicas, hasta la manera de comunicar y relacionarnos con nuestra comunidad.
Además, relaciono personalmente este concepto con el campo, lo rural y lo salvaje, pues es sobre todo cuando me encuentro en ese entorno, cuando más soy capaz de apreciar todo un poco más, fuera del alboroto urbano de mi día a día. De hecho, este componente rural es algo que quiero integrar cada vez más en lo que es Boras.
Hoy en día parece casi imposible ofrecer prendas con buena calidad, producción ética y precios accesibles. ¿Cómo lo lográis? ¿Cuál es el truco?
Es un equilibrio complicado, sinceramente. A día de hoy seguimos trabajando con proveedores pequeños, algunos de ellos artesanales, y eso nos permite tener un control directo sobre la producción. No siempre es fácil: hemos sufrido retrasos, ajustes y momentos en los que hemos perdido oportunidades por no tener aún una cadena de suministro consolidada. Pero preferimos avanzar paso a paso, sin comprometer nuestros valores. Parte del “truco” está también en reducir intermediarios y mantener volúmenes asumibles. Dicho esto, todo está por ahora sin pulir demasiado y nos (me) queda muchísimo por aprender e implementar.
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¿Cómo definís la simplicidad y la calidad durante la fase de diseño? ¿Hay algún proceso que siempre seguís?
Partimos de una premisa clara: cada prenda tiene que tener sentido en sí misma y funcionar también dentro de un armario, a la vez que tener algo que la haga especial. Apostamos por siluetas limpias, cortes cuidados y tejidos que transmiten. Combinándolo siempre con detalles. Pero más allá de eso, todo es bastante casero y espontáneo, al menos de momento.
Si tuvieras que explicar el ADN de Boras a través de tres prendas, ¿cuáles serían y por qué?
Los Tambor pants sin duda serían una de ellas. Este es el claro ejemplo de algo que parece simple pero que tiene un gran nivel de detalle: los botones exteriores envejecidos, el patrón en sí, la ausencia de bolsillos traseros y el tejido. El Away jumper también es una materialización de ese concepto, con sus botones desplazados y un tejido que se siente como un abrazo. Y por último, la lace t-shirt por el detalle de las tiras lenceras en los hombros, inapreciables en un primer vistazo, pero el centro de la prenda cuando miras dos veces.
Recientemente, habéis tenido una pop-up en París. ¿Cómo fue la experiencia? ¿Qué te llevas de esos días?
Fue muy inspirador. Sobre todo me llevo a la gente y la experiencia de haber visto por primera vez cómo la comunidad internacional interactuaba con la marca.
¿Qué significó estar presentes físicamente fuera de España, y en una ciudad como París?
Antes que nada, me gusta dejar claro que no vengo del mundo de la moda en un sentido académico o profesional. Mi único punto de partida ha sido siempre mi propio gusto y un imaginario muy personal.
La experiencia de estar físicamente fuera de España, especialmente en una ciudad como París, fue como materializar algo que hasta entonces solo existía en lo digital. Desde hace menos de un año empezamos a tener ventas constantes fuera, pero estar allí y poner cara a esa comunidad fue revelador. Me impactó mucho comprobar que la conexión de esas personas con la marca era real. Y muchas de ellas, además, forman parte del sector de la moda. Escuchar su entusiasmo hacia algo que ha nacido únicamente de una idea íntima, sin formación técnica ni recorrido profesional previo, me sigue pareciendo abrumador. Sentí que estaba dando forma a un lenguaje propio, y que de algún modo está calando. Y ese es mi principal motor.
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¿Hay planes de repetir la experiencia en otras ciudades? ¿Dónde te gustaría montar la próxima?
Sí, por supuesto. Aunque quiero ir con pausa. De momento, volveremos a París pronto y quién sabe si Milán o Londres; me gustaría. Y dentro de España, Barcelona es mi siguiente objetivo, al igual que algunos puntos costeros, pero ya para el verano que viene como pronto.
 Viendo las piezas archive, da la sensación de que habéis depurado mucho vuestra identidad, como si hubiese habido un giro hacia lo esencial. ¿Cómo ha sido ese proceso de simplificación?
Me alegro de que se aprecie y, de hecho, no he ocultado casi nada de las colecciones pasadas porque también son parte del ADN de la marca y la evolución es natural. Así ha sido el proceso de simplificación. Vino de pararme a pensar, después de apostar por este proyecto, en lo que de verdad quería transmitir. Después procuré que lo mismo se transmitiera a través de la ropa. 
¿Dirías que las telas y materiales son la clave de la marca?
No, es una parte, pero no diría que es esencial. Es esencial la calidad; aunque más que esencial diría que es básica para mí. Esencial encuentro el sentimiento de un cliente cuando lleva una pieza o lo que piensan cada vez que ven una foto de Boras.
En la carta que está en la web hacéis referencias muy sensoriales y emocionales: un suéter en la playa, una fruta, una canción… ¿Cómo influye este imaginario en vuestras colecciones?
Ese imaginario es siempre el punto de partida cuando diseño. Mi objetivo es que las prendas, por sí solas, logren expresar esa atmósfera sin necesidad de demasiadas explicaciones. Para mí, el fit y los tejidos son elementos que ayudan a hacerlo: son los que dan vida a una prenda, los que determinan cómo se mueve y cómo se siente y percibe sobre el cuerpo. 
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¿Cómo lográis traducir esos momentos cotidianos, como desayunar en el jardín o una tarde lenta, en piezas de ropa?
Aparte de la anterior respuesta, influye mucho la comunicación y el envoltorio en el que se presentan. Transmitir momentos tan específicos es difícil, pero siempre me fijo mucho en cómo mis amigos o conocidos interpretan la propuesta que yo les entrego. Algo que, por cierto, me resulta emocionante.
¿Qué papel juegan la música, el arte o la nostalgia en vuestro proceso creativo?
Son, como muchas otras cosas, fuentes de inspiración. Al final, son todas formas de expresar sentimientos que a su vez despiertan sentimientos en otros, como la nostalgia. Veo la ropa como un lenguaje anexo al habla, que también nos acompaña en momentos y experiencias.
En el Instagram de Boras se nota una narrativa muy cuidada. Hay fotos de objetos cotidianos como una cama, sillas o un peine. ¿Hay algún simbolismo detrás de estas elecciones?
Sí y no. Diría que nada tiene un doble significado, sino que son fotos que realzan detalles y la cotidianidad con su belleza, muchas veces imperceptible sin una pausa. Son una rama más por la que transmitir la importancia que eso mismo tiene para Boras.
¿Cuáles dirías que son los must del verano de Boras? ¿Alguna pieza que ya esté volando?
Me estás pidiendo escoger entre mis hijos (risas). Aunque, basándome en datos, te diría que los Tambor linen pants y los Away jumper. Cosa que me hace especial ilusión, puesto que siento que transmiten, como ya he mencionado antes, todo lo que somos.
Para acabar, ¿puedes dar algún minispoiler de lo próximo de Boras?
Seguiremos reciclando los patrones que forman ya parte de nuestro ADN, añadiendo cada vez algunos más, aunque nos gustaría que gran parte de nuestras colecciones futuras sean piezas “recicladas”. Sacaremos, como nuevas incorporaciones, nuestra primera chaqueta y unos pantalones cargo que creo que van a encantar.
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