A punto de cumplirse doce años de su estreno, no puedo evitar acordarme de Los juegos del hambre mientras hablo con Ismael Bonet. Imágenes de El Capitolio, el Distrito 12 y la arena en la que los tributos luchan por su vida se suceden a toda velocidad en mi cabeza mientras le pregunto a este joven diseñador, que ya puede presumir de haber vestido a Bad Gyal o Emilia, por su debut en el EGO de Mercedes-Benz Fashion Week Madrid. Una experiencia, punto de inflexión en su vida profesional y personal, en la que bien podría haber sucumbido al sistema adoptando el rol de Katniss Everdeen o Peeta Mellark, viendo a sus iguales como competencia, ideando una estrategia retorcida y no mostrando vulnerabilidad en ningún momento. Nada más lejos de la realidad. Ismael es Effie Trinket. Rodeado de amigas y vistiendo a perfectas, para él los juegos son un punto de encuentro, una fiesta en la que presentarse ante el mundo tal cual es y brindar por el trabajo bien hecho dejando a un lado preocupaciones y dramas.
Entrevista extraída de ACERO vol. 10, publicada en mayo de 2025. Hazte con tu copia aquí.
Los looks que Bonet crea desde su casa en Valencia son bastante más minimalistas y sexy que los que inundan las calles de la capital de Panem, pero el brillo y la pedrería están igual de presentes. Un brillo que conquistó desde el minuto uno a nuestra queridísima Alba Farelo y a la responsable de su estilismo, Alba Melendo, quien no deja de contactarle en busca de nuevos customs con los que seguir rompiendo el escenario. Ismael, fan declarado de la artista, responde casi incrédulo a sus deseos mientras intenta sacar tiempo y energía para afrontar los próximos retos que exige su marca de moda. Una aventura llena de interrogantes para los que no siempre tiene respuesta.
Mientras hablamos por teléfono, también pienso en ACERO. Lo (ya no tan) nuevo de METAL, la revista cuyo primer número lanzamos a principios de 2022 con Amaia, Rojuu y Sen Senra en portada, acaba de cumplir tres años. Pienso en ese primer número en el que incluíamos un reportaje con varios de los diseñadores españoles más prometedores del momento, Emeerree y Alejandre entre ellos, a quienes ahora Ismael cita como referentes. “Para mí ellos han puesto un poco la moda española en el mapa”, nos dice sobre los creativos que un día fueron emergentes y ya inspiran a las nuevas generaciones de estudiantes de moda. Qué rápido pasa el tiempo, ¿no?

La semana pasada fue muy intensa para ti, ¿cómo va esta?
Más tranquilita, la otra fue un poco más ocupada. Ahora estoy trabajando en un sujetador, para variar. Bien, en mi casa.
¿Dónde estás, dónde vives?
Ahora en Valencia, bueno, ahora y la mayor parte del tiempo.
Pero no eres de allí, ¿verdad?
No, soy de Ibiza.
¿Estás parando más por Madrid últimamente, por curro y tal?
A raíz del desfile me pasé allí dos semanas o más con la broma. Pero, en principio, no voy mucho, la verdad.
En Madrid precisamente disparasteis hace unos días las fotos que acompañan esta entrevista. ¿Cómo fue el shoot, lo disfrutaste?
Fue superbien. La única cosa es que no nos dio tiempo a chutar un look, pero bueno, muy guay. Con Alex (el fotógrafo) muy bien, ya conocía su curro y me encanta. Fue un poco un sueño, la verdad. Con Hugo igual, eran las dos personas que más conocía. Luego vinieron a ayudarme una amiga y una chica que estuvo haciendo lo que Luci (Lomas) no podía. El curro de Luci increíble también, todo perfecto.
El domingo previo a esta producción debutabas en el EGO de Mercedes-Benz Fashion Week Madrid con tu colección What do You Dance to? ¿Habías tenido tiempo de asimilar todo lo que habías vivido o todavía seguías en shock cuando estabas en set?
Sentí algo que no había sentido nunca, que aunque suene un poco cliché es la verdad. Fue como una mezcla de alivio, yo qué sé, éxtasis raro. No sé aún si ha llegado el momento que yo estaba esperando, el momento de sentir un descanso, de decir estoy en mi cama, en mi piso, y ya está todo hecho. No lo he sentido aún, creo. No sé si lo sentiré. Digerirlo, creo que sí lo he digerido, pero desde entonces he tenido mucho trabajo. O sea, siempre hay trabajo, pero tú te planeas tu vida en torno a ese día y de repente ves que la vida sigue. No es que después de ese día haya unas vacaciones o una luna de miel, entonces a seguir y ya está. No sé, al igual lo digiero dentro de dos meses y me doy la hostia. Pero bueno, que muy guay.
¿Cómo volviste a Valencia: en coche, en tren…?
En tren, el lunes.
No sé si ibas solo o con más gente, pero siento que el tren es un lugar que invita a pensar. Mirar por la ventana suele desembocar en alguna reflexión de estas profundas, ¿no? ¿Quién soy, qué está pasando en mi vida? Preguntas que se pueden hacer bola, muchas de ellas sin una respuesta clara, que parecen no tercer cabida en el ritmo de vida que llevamos. ¿En qué pensabas mientras volvías?
Todo ha sido muy gradual. Yo volví hace dos días, y desde el desfile no he dejado de hacer cosas: estar en pisos de amigos, ir con la maleta de aquí para allá, etc. Creo que, por ejemplo, ayer que quedé con una amiga, sentí que volvía a mi realidad, a mi mundo normal, y al igual hablando con ellas digo, joder. Hay un momento en el que incluso normalizas cosas que flipas. Que invites a tu desfile a alguien que admiras y que esté allí sentada, en el momento no te da tiempo ni para pensar en ello. Y luego lo pienso y digo, qué fuerte que vino, por ejemplo, la Juicy, que es alguien que escucho todo el rato.
¿Juicy estuvo en tu desfile? Lo más.
Ya.
En esta última edición de la plataforma que promueve el diseño emergente compartías jornada con firmas como Alineo Studio, Patequilux o Aleixandri Studio, que se hizo con el premio a mejor propuesta. Cuéntanos, ¿cómo ha fluido todo con tus compañeros de calendario? ¿Había buen rollo?
El clima fue perfecto. Sí que es verdad que yo soy más asocial por así decirlo, puedo pecar de parecer más distante, pero lo viví bien. También estaba más con mi gente, mi zona de confort, porque pasar de estar cinco meses en tu casa cosiendo a estar rodeado de trescientos millones de personas… entonces escogí mi círculo y ahí es donde estuve. Conocía a Alineo de antes porque estudió en la misma escuela que yo, pero vamos, que la desvirtualicé ese mismo día; no la había visto nunca. Era un día para ir a la zona de confort, fui a lo seguro un poco, al ecosistema más favorable.
¿Crees que no ser una persona muy social te puede pasar factura a futuro? Quiero decir, para ser diseñador de moda y que te vaya bien en esto, ¿hace falta trabajar mucho tu agenda y saber a quién pegarte?
Yo creo que no hace falta, depende de lo que quieras conseguir. Si te gusta lo que hacemos todos, que es estar en casa haciendo lo nuestro, en absoluto. No creo que consista en hacer algo que no quieras porque te vaya a dar un beneficio, sino en hacer algo que te da miedo pero sí quieres hacer, al menos en mi caso. Se siente muy bien hacer algo que te daba mucho miedo y ver que no lo haces tan mal. Lo que estoy haciendo contigo ahora, por ejemplo. Cuando estás allí y te dan un micro, y estás pensando en cómo se ve tu pelo, si saldrás mal, si tu voz es horrible… porque no es para lo que he venido, ¿no? Pero es una parte importante, como todo lo que tiene que ver con moda, con ser actor, actriz, músico, ¡todo!
No quiero pasar por alto tu colaboración con UNOde50, una marca muy comprometida con apoyar a los jóvenes diseñadores de moda, en What do You Dance to? Has empezado fuerte, ¿eh? ¿Cuándo, dónde y cómo surgió esta alianza?
Desde hace poco están en Pelonio. Me habló una chica, me lo planteó y me enseñaron el briefing de la colaboración que habían hecho con otro diseñador en la pasada edición.
Álvaro Calafat, ¿no?
Exacto. Me pareció superguay, yo ya conocía UNOde50. Peco de ser bastante minimalista, aunque luego todo sea un circo y una bola de discoteca, pero intento restar más que sumar. Me daba un poco de respeto plantarme con joyas y tal pero al final quedó chulo, encajaba bastante bien. Fue muy cómodo, las chicas fueron muy majas y la marca la conocía, lo cual facilitó todo. Todo fue muy fácil, muy guay. Y es dar un paso más, es una marca que quieras que no todo el mundo conoce, ¡cómo decir que no!
¿Tus amigas de Valencia se movilizaron para acompañarte en un día tan especial?
Sí, de Valencia vinieron mi compañera de piso y Patri, que es mi amiga, la que me hizo la música. Así que todo genial, entre amigas. Luci se convirtió en mi amiga porque he estado trabajando meses con ella. Se vino aquí un mes antes, hicimos fitting… eso es gran parte de la satisfacción de todo esto. Tener un desfile es la mejor excusa para hacer lo que nos gusta, vestir a perfectas con ropa divina. Todo muy cool, hacer fotitos y pasárnoslo bien.
¿Y de Ibiza?
Mi madre.
Qué emocionante todo.
Esta ha sido mi primera vez en muchos sentidos, no solo de desfilar como tal.
¿A qué te refieres?
He roto la barrera de tratar con personas, comunicar lo que quiero comunicar y hacerlo bien, de ser yo mismo. Cuando tienes miedo de exponerte, creo que es porque tienes miedo de que te salga quién eres de verdad. Me dio todo más igual y eso es genial. Intento hacerlo bien pero no me va a dar un mental breakdown después, no me da la gana. Saber navegar eso y hacerlo bien para mí es ganar. Y luego, lo dicho, yo no conocía a nadie que tuviese una marca de moda ni que supiera, yo qué sé, cosas que te pasan. Puedes tener una amiguísima y que te entienda hasta un punto, pero joder, de repente tener un poco de apoyo, gente que hable tu idioma de esa forma… lo he tenido a raíz de esto. Diría que eso es lo más valioso.
¿Te ves viniéndote a Madrid o Barcelona?
Me jode decirlo, pero supongo que sí. Yo en Valencia, ya… ostras, no sé. Si me hace sentir que soy una abuela, al igual es porque faltan cosas, no lo sé. Tal vez estoy condicionado porque la idea de Madrid es muy romántica, y todo el rollo, pero también las pasas putas. Yo aquí tengo un comedor enorme, no es un Lavapiés de quinientos euros, que eso quieras que no tira mucho, la comodidad.
Se irá viendo, ¿no?
Sí, de momento jodido, te lo digo. Pero ya llegará, si llega.
Aunque tu toma de contacto con la escena de la moda de aquí sea algo reciente, lo cierto es que tu nombre lleva sonando con fuerza desde hace varios meses. Nosotros, de hecho, ya te teníamos fichado mucho antes de tu paso por EGO, resultado de haber vestido a muchas de las artistas más pegadas del momento. De Ana Mena, una de las primeras en incluir Bonet en sus estilismos, a Bad Gyal o Emilia, la lista de cantantes con las que trabajas no deja de crecer. ¿Quién fue la primera en contactarte y qué nos puedes contar sobre esa experiencia?
La primera creo que fue Karol G pero al final no salió, y se lo llevaron a un videoclip de Bad Gyal. Si te digo la verdad no me acuerdo porque entre la primera colección y lo que hice para el TFG… no sabría dibujar la línea, pero creo que por ahí. Fue todo muy rápido, no sé muy bien cómo pasó.
¿Cómo recibes tú que la estilista de Karol G, por ejemplo, te contacte mientras coses en tu casa, para decirte que visualiza a una de las artistas más importantes del panorama global luciendo una de tus piezas?
Voy corriendo a Correos y hago lo que haga falta. Hago piruetas, envíos express y lo que sea. Es genial. Estás trabajando en un bar poniendo copas pero sabes que hay un paquete que le está llegando a Karol G, entonces todo es perfecto y superdivertido. También te digo, es muy romántico al principio, pero no es oro todo lo que reluce. Yo no empecé a coser para vestir a famosas, es muy guay pero es una parte más. Al principio, parece que se apodera de todo el hecho de ver a x persona vestida con tu marca, pero yo hago esto porque me gusta crear imágenes, crear ideas. Yo no tenía plan de tener ninguna marca tampoco, cosía ropa porque sabía y para poder vestir a mi amiga y hacerle fotos, porque sabía hacer fotos, como todos. Decía, si no puedo vestirla de Zara y ningún showroom me va a dejar ropa, pues me toca coser. Y cuando te quieres dar cuenta, te ves con una marca. Yo tenía la cuenta de Bonet Studio ya abierta desde la carrera porque subía dibujos, le puse el nombre por Acne Studios, seguramente (risas). Subía dibujos porque me lo dijo una amiga y al final me lo tomé como una cuenta para compartir todo lo que hacía. Y lo que hacía era moda, así que archivé y ya está, Ismael Bonet, y aquí estamos.
¿Qué significa para ti que Bad Gyal se ponga algo tuyo?
Un sueño, completamente. Me sabe mal porque es un cliché de gay total, pero es que Bad Gyal es un sueño para absolutamente todos. Como generación hemos crecido con ella, la hemos visto de todas las formas posibles, somos todas. Que alguien que entiende su trayectoria, que hasta puedes empatizar y te puedes ver reflejado, que es como la hija de España y todas nosotras somos sus madres diciendo lo guapa que es y lo bien que lo hace… poder formar parte de eso, ostras, pues un sueño, literal. Este verano no tanto, pero el pasado, que es cuando empecé a trabajar con ella en customs, la chica hizo setecientos conciertos y yo la vestí en seiscientos cincuenta, como aquel que dice. Yo me despertaba y al ver las notificaciones era una persona feliz, ahí estaba ella bailando Chulo con un look mío. Era como abrir un regalo. Yo la sigo desde 2015 o 2016, imagínate.
¿Cómo es crear un custom para un show? ¿Te pasan un briefing, hay algunas pautas que siempre se repiten?
Sí que hay un denominador común en esto. Te pasan un moodboard, Paris Hilton en los 2000, por ejemplo, Shakira o Beyoncé, lo típico, y dices, yo quiero ver a Bad Gyal con un top de cuero que la apriete, con un mini top de brillantes y una faldita. Lo planteas, te dan el okay, lo haces, se lo prueban en el fitting, le encanta a todo el mundo, todo perfecto. De repente se lo pone en el Primavera Sound y luego otro, y otro, y otro.
¿Todo lo gestionas a través de su equipo, o hay contacto con ella en algún momento?
Con su equipo, que creo que es lo mejor que se puede hacer. Ella tiene su trabajo que no es este. Me puede dar un like en un post y ya está. Ella es una pop star y hace cosas de pop star, que es cantar, ir a la fashion week, y eso es genial. No es amiga ni lo tiene que ser. Me gusta que mantenga su distancia, seguir consumiéndola desde el punto de que es una fantasía, mantenerla en lo que es, una cantante.
Ya sabes lo que dicen, muchas veces es mejor no conocer a tus ídolos.
Total, es que gran parte de lo que consumimos es la idea que tenemos de ellos. La conocí una vez y todo bien, pero no quiero romper barreras. Me encanta que haya una pared, de hecho al vivir en Valencia ya siento que hay una pared con todo este mundo. Me parece muy necesario que haya un estilista y un asistente de estilismo que se encarguen de todo esto.
Viajemos al pasado. Mientras Bad Gyal absorbía todas las referencias habidas y por haber para crear un proyecto que acabaría dando la vuelta al mundo, tú crecías a orillas del Mediterráneo. ¿Llevas toda la vida viviendo allí?
Llevo viviendo toda la vida en la Comunidad Valenciana, pero a Valencia me vine para hacer la carrera, en 2016 o así. Luego estuve un año en Zaragoza, todo mi respeto a Zaragoza, pero no conectaba nada. Trabajaba con una chica de veinte años, que cuando sonaba Nathy Peluso en la radio y no sabía quién era, yo no me sentía en mi lugar. Fue entonces cuando me puse en el garaje a coser mis cositas, a escuchar mis podcasts y mis playlists. Tuve la suerte de que mi hermana tiene un bar en Vinaròs, que es el pueblo donde hemos crecido, y me contrató todo el verano. Pude ahorrar, me pude venir a Valencia de aquella manera y seguir haciendo mis circos de forma compulsiva.
¿Siempre tuviste claro que estudiarías moda?
De normal me cuesta planear cosas y con la carrera no fue diferente, pero se dio. Yo hice la prueba de acceso a la universidad sin ni siquiera saber si la iba a necesitar porque no sabía a dónde iba a ir. La hice por si acaso, pero sí sabía que iba a ser moda. Mi familia lo asumió antes que yo y dije, vale. Si vestías a Barbies con flores, entiendo que era lo tuyo (risas).
¿A qué diseñadores seguías cuando entraste en la universidad? ¿Alguno español en tu lista de imprescindibles?
Cuando entro a la uni, no. De referentes, pues cuando tienes once años Alexander McQueen lo es todo, Tom Ford, lo típico. De aquí muy poco. Cuando empecé a conectar más con España fue cuando vi que había diseñadores que hablaban como yo, Emeerree y Alejandre, pero eso ya fue un poco más tarde. Para mí ellos han puesto un poco la moda española en el mapa.
¿Escuchas música mientras trabajas?
100%, o un podcast o lo que sea. Necesito ruido de fondo. Yo estudiaba en la ESO escuchando Sálvame, zona de confort total. Igual que hemos crecido con Bad Gyal, pues también con Lydia Lozano y Belén.
Si tuvieses la oportunidad de trabajar para otra marca de moda, española o internacional, a cambio de renunciar a tu proyecto personal, ¿aceptarías?
Entiendo que si no estoy pensando ya en la idea es porque la rechazo, pero si tengo una oferta… Yo valoro el vivir bien y vivir bien no es tener pasta, es vivir, sobrevivir. Entonces sí, y quien te diga lo contrario no te está diciendo la verdad, o tiene unos padres que le ayudan. Si a mí me plantean que trabajando ahora en París me van a pagar x, pues aunque no me apetezca nada me tocará hacer las maletas e irme. Es moda también y es mi mundo.
Y si pudieses tomarte un café con un profesional de la industria de la moda, vivo o muerto, ¿quién sería y por qué?
Se me viene a la cabeza Alexander McQueen, pero claro, acabó suicidándose (risas). Con Miguel Adrover quizás.
Adrover, qué maravilla.
Encima de Mallorca y tal, creo que aprendería mucho de él. Me da mucha curiosidad. Vi su documental hace poco en YouTube, que me lo había recomendado Luci, y joder, yo no sabía tanto de él. Me llamó mucho la atención, no sabía que era tan mallorquín, no le entiendo ni yo cuando habla. Él desmitifica mucho este mundo, te puede ir genial y luego no. Sigue en su casa en Mallorca pero le sigue encantando la moda, se pone una media y una falda, se hace una foto y eso ya es moda. No hace falta que una persona con mucho dinero te avale para tú estar satisfecho con tu trabajo.
Tú que estás tan acostumbrado a recibir moodboards y hacer customs, cuéntanos cómo sería un look by Bonet inspirado en ACERO.
Tengo dos números aquí delante, porque ha salido ropa mía en los dos y la he comprado. Tengo la portada de María Escarmiento, así que de repente me da ella. Creo que ACERO, más que brillo, es punky.









