“De cualquier sitio se hace un templo”, ya lo dicen en su última canción. Ellos han hecho de la música el suyo. Su nombre es Blanco Palamera, un dúo de artistas (Xoán y Manu) que juegan con la música para dar con las respuestas que le hacen a la vida. Ya hablamos con ellos hace un tiempo, pero siempre merece la pena escucharlos. Vienen de lanzar Mundo pequeno, su último tema (el más romántico, según ellos), y aún disfrutan de los resultados que les dio su segundo disco, Intimidade, un proyecto en el que hacen de su espacio el nuestro.
Acabáis de lanzar Mundo pequeno, un tema que rompe con la estética y el estilo de Intimidade, vuestro segundo y último álbum, y traza un límite entre lo que veníais haciendo y lo que quizás está por llegar. ¿Ha empezado una nueva etapa para Blanco Palamera?
Estar mucho tiempo en el mismo sitio nos aburre. Para nosotros eso es lo importante: seguir evolucionando y explorando nuevas posibilidades. Sí, se podría decir que estamos en una nueva etapa.
En este último tema habláis de la gira, de los cientos de kilómetros que recorréis y de que el mundo se os queda pequeño…
En realidad, puede que Mundo pequeno sea de nuestros temas más románticos. Lo que hay detrás de la canción es puro amor. Ir a donde sea por tu gente cueste lo que cueste. La canción habla de la sensación de estar lejos de alguien que quieres, de sufrirlo, pero sentirse cerca igualmente: sentir que todo es posible, sentirse libre.
Como venía diciendo, Mundo pequeno rompe con vuestras piezas anteriores no solo en lo musical, sino también en lo visual. Promesas, el primer álbum, apostaba por el blanco y negro; Intimidade, segundo y último, guardaba una estética más cruda. El videoclip y la portada de Mundo pequeno, sin embargo, muestran colores muy vivos. ¿Cómo habéis trabajado esta parte visual del tema? ¿Vais a seguir en esta línea estética?
Viniendo de los anteriores trabajos nos apetece probar cosas diferentes, nuevos caminos. Nuestra música es cada vez más luminosa y queremos traducir esto a la parte visual. Respecto al futuro, se verá.
Antes de Mundo pequeno lanzasteis vuestro último disco, que, aunque saliese en febrero del año pasado, es fruto del confinamiento de 2020. Imagino que ya teníais ganas de proyectar vuestra música en otro momento vital, como es este, con otros sentimientos y sensaciones. ¿En qué habéis cambiado desde Intimidade, vuestro último álbum, hasta Mundo pequeno?
Nunca quisimos que Intimidade fuera un disco de pandemia, pero es inevitable que esa época nos marcara, ya fuese en el contenido o en el proceso de crearlo. Sacar este álbum fue cerrar una etapa en la que vivimos más aislados de lo que nos gustaría. Desde ese momento nuestra vida cambió, pudimos viajar con nuestra música, ver mundo y conocer a mucha gente y eso es muy inspirador.
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Hablando más sobre este último disco, tengo entendido que lo trabajasteis en pandemia, encerrados en casa. ¿Refleja el álbum todas las fases vitales que atravesasteis durante el confinamiento?
Ojalá poder reflejar todas las fases vitales que atravesamos durante el confinamiento. Lo cierto es que, dentro de lo negativo, la pandemia nos sirvió para reconectar con nuestras raíces (nuestra familia, nuestra casa) y encontrar ahí el germen del concepto del disco. Teníamos claro que nos interesaba hacer un disco con un impacto positivo, que transmitiera esperanza y luz, porque nosotros lo necesitábamos los primeros.
Intimidade es un disco muy cercano que lleva el amor por bandera. Sin embargo, en la portada aparecéis peleándoos. ¿Por qué este contraste?
Nos encanta explorar el contraste a todos los niveles. La vida es conflicto. Sabíamos que teníamos un disco íntimo entre manos y esta portada representa totalmente cómo sentimos esta intimidad: compleja, con muchas lecturas y profundidad. Enfrentar esta violencia a estos sentimientos tan bellos nos pone.
Parece que la portada hace justicia a la idea de que el disco entero es un conflicto, un choque entre estilos, momentos vitales y sentimientos. Hay un tema que precisamente se llama Pelear. ¿Habéis tenido que pelear mucho contra vosotros mismos para sacar adelante este álbum?
Sí. En nuestra experiencia siempre hemos tenido que apretar hasta nuestro límite para acabar nuestros proyectos, sean canciones, vídeos... Nos gusta ver hasta dónde podemos llegar. Llegar al final es muy satisfactorio, pero el recorrido es lo más importante. Al ser dos personas en el proyecto se dan tensiones, y liberarlas también es mágico y parte del proceso. En nuestras canciones se da el conflicto continuamente, entre lo acústico y lo electrónico, lo orgánico y lo digital, ruido y silencio, lo que se dice y lo que no...
He leído en una entrevista que intentasteis averiguar si la violencia, en parte, guarda algo bonito. ¿A qué conclusión llegasteis?
Hace poco vimos Fire of love, una película sobre una pareja de vulcanólogos. Ver algo tan violento y a la vez tan hermoso como un volcán en erupción es un ejemplo de que puede haber algo estéticamente bonito e inspirador en la violencia. Vivimos rodeados de violencia, nos educan en ella y en el morbo, y es normal que parte de esto viva con nosotros. Por eso mismo es interesante explorarlo, sin necesidad de conclusiones
A lo largo de todo el disco insistís mucho en la importancia de mirarse y hacer un poquito de introspección. Está claro que vosotros lo habéis hecho. ¿De qué cosas os habéis dado cuenta en el proceso? ¿Hay mucho que cambiar?
Sí, estamos en ello. Lo primero es quererse y aceptarse. Sin quererte no te cuidas. Si no te cuidas es difícil que cuides al resto. Nunca dejaremos de mirar hacia adentro e intentar entender lo que está pasando ahí.
En Intimidade jugáis con sonidos setenteros y electrónicos, el groove, el slow jam, el r&b... Habéis rescatado clásicos, transformándolos y convirtiéndolos, de una manera muy especial, en vuestro sello artístico. ¿Es esta experimentación con la música una manera de reencontraros con vosotros mismos, también?
En parte, nuestra música es un homenaje a todas las músicas que nos acompañaron en nuestra vida. Antes de hacer música la escuchamos y la amamos; nunca se nos va a olvidar eso. Sin duda, es una manera de reencontrarnos con nosotros. Ver reflejadas influencias que salen inconscientemente es divertido y nos lleva a lugares muy interesantes. Hacerlo conscientemente, sampleando o haciendo referencias a melodías, es también la bomba.
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Cuando duele, el tema con Ronroneo, es el último del disco y la única colaboración. ¿Cómo surgió hacer esta canción juntos?
Ronroneo es hermanito nuestro. Esta canción es la más antigua del disco y surgió jammeando con él de manera súper orgánica. Las mejores colaboraciones para nosotros nacen de manera espontánea, y así fue.
El disco salió en febrero y ocho meses después, en octubre, sacabais el remix de siete de sus once temas. Oddliquor, Mayo o Kora son solo algunos de los productores con los que os habéis juntado para este proyecto. ¿Cómo nació la idea? ¿Por qué esos siete temas?
Es precioso compartir nuestra música y ver cómo cada una de estas artistas reinterpretó nuestras canciones y las llevó a su terreno. Nos apetecía mucho darles una nueva vida, sacarlas de su contexto original y llevarlas a entornos más electrónicos.
¿Creéis que los remixes han dado otro sentido a cada tema? ¿Han evolucionado, de esta forma, las canciones?
Sin duda. La esencia sigue ahí, pero con otros cuerpos. Es brutal ver hasta dónde se puede llevar y qué direcciones puede tomar una idea.
Decís que os dejáis llevar mucho por el momento y lo que os nazca hacer. ¿Qué os pide el cuerpo este inicio de año?
Estamos cada vez más cómodos con la idea de trabajar con más gente en nuestros procesos de composición, producción, etc. Siempre hemos sido muy autosuficientes, produciendo y mezclando todo nosotros mismos. Puede que por tener ansias de control. Estamos cambiando esto y tenemos muchas ganas de colaborar y compartir nuestra música también durante el proceso de crearla.
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