Blanca Santos es artista visual, directora creativa y diseñadora. Sus obras se mueven entre la instalación, la escultura y el diseño, con una sensibilidad especial hacia los materiales frágiles y las emociones profundas. Graduada en Bellas Artes, ha trabajado en proyectos para marcas como Netflix o José Cuervo, sin dejar de lado una práctica personal muy íntima, en la que la textura y el movimiento ocupan un lugar central.
Desde su aportación en pasarelas como Ego en Madrid hasta residencias como la de Pluto, Blanca sigue construyendo su universo propio y delicado, donde lo emocional se traduce en sus obras. Busca que el espectador tenga un espacio abierto a la interpretación y entienda las obras a su manera. “Todo empieza siempre con una obsesión”, nos dice. Una obsesión por un material, una textura, un movimiento o una emoción.
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Es la primera vez que te entrevistamos en ACERO; si te dijera que te describieras en tres palabras, ¿cuáles serían?
Diría que soy sensible, reflexiva y muy perceptiva, tres aptitudes que también definen mi acercamiento a la práctica artística.
Estudiaste Bellas Artes en València, especializándote en escultura e instalaciones y, más tarde, hiciste un máster en publicidad y otro en producción artística. ¿Has tenido siempre muy claro que querías dedicarte a esto?
Supongo que, como todos los adolescentes, tuve un momento de confusión y desorientación, pero en cuanto descubrí que existía la rama de artes, todos mis esfuerzos fueron en esa dirección. Bellas Artes me abrió muchísimo la mente y me dio una base de referencias que posteriormente me ayudó a poder enfocar mi perfil dentro del mundo de la publicidad de una forma más creativa.
Hiciste el diseño gráfico de una camiseta de la canción Smooth Operator de Sade. Has dicho que su música ha estado presente en tu vida. ¿Qué artistas y obras te han inspirado para tu trabajo?
Wow, no recordaba esto, pero sí lo hice, sí. La música siempre me ha acompañado en las horas de taller, y Sade me transporta a un mood muy relajado y elevado desde el que se me hace sencillo trabajar. Además me recuerda a los domingos en mi casa, mi padre siempre la ponía para despertarnos.
Encuentro inspiración en muchas cosas, como en letras de canciones de Yung Lean, Ethel Cain, Ecco2k, Yung Beef o Mkgee que me hacen pararme, reflexionar y que incluso le han dado título a alguna de mis piezas. También en artistas plásticos como Karla Black (mi persona favorita), Ettore Spalletti o Ian Kiaer. Siempre me llama la atención lo que toma una forma delicada pero reflexiona sobre algo profundo o doloroso. El contraste me atrapa.
“Todo empieza siempre con una obsesión. Me obsesiono con un material por alguna de sus características como la translucidez, el movimiento o el brillo, y empiezo a dialogar con él.”
Tus obras e instalaciones son muy sencillas (de la mejor manera posible) y delicadas, hechas con poco más de uno o dos materiales. ¿Por qué escoges esta sencillez? ¿Crees que da más sitio para la imaginación del que las observa?
He estado dándole varias vueltas a esta pregunta porque no me había planteado nunca si la escogía de manera consciente o inconsciente, y creo que no la escojo de manera premeditada. La utilizo inconscientemente para esconder o enmascarar temas emocionalmente complejos sobre los que reflexiono en mi trabajo y que no quiero mostrar de manera directa. Me gusta dar pistas mediante los títulos y que el público pueda hilar o entender a su manera. No trato de poner retos, pero sí de dejar un espacio abierto a la interpretación. El punto desde el que yo hago las cosas es importante para mí, pero también me interesa mucho lo que le llega o ven los demás.
¿Sigues siempre el mismo proceso creativo?
Generalmente sí, todo empieza siempre con una obsesión. Me obsesiono con un material por alguna de sus características como la translucidez, el movimiento o el brillo, y empiezo a dialogar con él mediante pruebas hasta que alguna me conecta con procesos emocionales que he atravesado o estoy atravesando, o con textos que estoy leyendo en ese momento. Es un proceso de juego y reflexión que disfruto y sufro a la vez, pero que tengo que atravesar para llegar a la forma de la pieza final. A veces más rápidamente y otras más lentamente.
A finales de septiembre se celebró el Mercedes-Benz Fashion Talent, en el que los talentos emergentes presentaron su trabajo en la pasarela EGO. Tú formaste parte de la colección Over de Sílvia Ferrer.
Así es, agradezco mucho a Sílvia que confiase en mí y me diese total libertad creativa. Fue una experiencia muy enriquecedora y el primer proyecto instalativo grande al que me enfrentaba. Ambas sentimos que la sinergia fue perfecta y que nos nutrimos mucho la una a la otra. Mi participación se centró en el diseño del espacio, dándole una vuelta y acercándolo más a lo que se entiende como una pieza artística que a una escenografía. La propuesta acompañó estéticamente la colección de SLV FRR y la reforzó conceptualmente.
También intervine cuatro piezas de la colección con parafina craquelada, una textura que dejaba entrever la piel de las modelos, creando unos looks muy sencillos y minimalistas pero sexys y con carga conceptual. Esta sinergia surgió después de muchas conversaciones existenciales con Sílvia; ambas hemos pasado por procesos parecidos y nos reencontramos hace dos años, era imposible no hacer algo juntas que hablase sobre la rotura y el cambio.
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Las dos telas grandes me han recordado al movimiento de las olas del mar. ¿Cómo se te ocurrió la idea de hacer una instalación cinética?
Pues fue una decisión casi necesaria. Llevaba un año experimentando con objetos hinchables y ventiladores, y justo Sílvia me planteó la posibilidad de hacer algo para la pasarela EGO. Su premisa principal era que no se quedase pequeño o tuviese poca presencia, así que enseguida me planteé hacer algo que tuviese movimiento. Nuestro presupuesto no era muy alto, pero, como dice Sílvia, somos unas chicas listas. Así que el planteamiento fue hacer algo sencillo de ejecución, montaje y desmontaje (y que cupiese en una furgoneta), pero de grandes dimensiones e hipnotizante; puedo decir, sin ninguna duda, que lo conseguimos.
¿Qué querías contar con esta puesta en escena?
La pieza trataba sobre la transición como espacio liminal, el momento en el que no somos ni una cosa ni otra; ese umbral me parece un espacio muy significativo. También sobre la resiliencia de un cuerpo que varía su forma, poco a poco y casi en silencio, hasta llegar a la nueva dimensión del ser. Cuestiones que también atravesaban la colección.
El año pasado estuviste en el Meet Art Festival como diseñadora y artista. ¿Qué obras expusiste?
Para este festival desarrollé mi primera pieza cinética, se trataba de un ventilador que hinchaba una sábana, evocando esos momentos de verano cuando el calor te sobrepasaba y buscabas crear una burbuja en tu cama y olvidarte del exterior. La cavidad que se creaba con el aire del ventilador contenía unos jarrones hechos de tela y unas flores de cera. El conjunto hablaba sobre los espacios seguros, la vuelta a casa y el sentimiento de recogimiento y tranquilidad que eso supone (acababa de volver de Madrid a València).
“Me apetece poner mi visión y mi manera de hacer las cosas por delante y apostar por ello.”
Estás en la residencia artística de Pluto. ¿En qué has estado trabajando estos meses?
Sí, actualmente estoy en la beca Espacial de Pluto, en València. Trabajar en este espacio grande y en medio de la huerta me está ayudando mucho a dimensionar y dinamizar mi trabajo. Han sido cuatro meses de taller en los que he conocido a gente maravillosa y he producido una instalación que se mostrará el 22 de noviembre, allí mismo. Mi investigación se ha centrado en la textura craquelada y la parafina sobre tela, algo que ya trabajé en los looks para la pasarela de la Ego, pero esta vez en un formato más grande, jugando con las tensiones, la transparencia y la iluminación.
Cotilleando por tu Instagram, he visto que en tu biografía tienes una cuenta, Gummy Pieces, una idea que surgió a partir del confinamiento, de mucha ropa vieja y una máquina de coser. ¿Qué nos puedes contar sobre este proyecto?
Como dices, fue un proyecto que surgió en el confinamiento. La falta de espacio de expansión mental y física, junto con la necesidad de hacer algo, me llevó a ponerme a experimentar sobre el formato bolso de mano. En ese momento saqué la primera colección (si se le puede llegar a llamar así) y posteriormente saqué tres más, donde fui complicando el diseño y la técnica. Todo esto coincidió con la etapa en la que me fui a vivir a Madrid y a trabajar en publicidad, sin duda estaba fuera de mi zona de confort y apenas tenía espacio para trabajar en mis proyectos, así que esto fue mi manera de seguir estando activa, aprender cosas nuevas y ganar algo de dinero.
Tienes una parte más publicitaria con campañas para Netflix, José Cuervo, o la marca de móviles TCL. ¿Cómo haces para mantener tu estilo en proyectos más comerciales?
Buena pregunta. De momento, y con las dinámicas con las que he trabajado, me ha resultado prácticamente imposible. Trabajar en publicidad me ha enseñado muchas cosas interesantes y otras muchas que prefiero olvidar. Entiendo que es parte de cómo se hacen las cosas, pero las ideas pasan por muchos filtros, los de la agencia (Directoras Creativas, CEOs, Social Media Managers, Cuentas, etc.) y después los de las marcas, donde todo depende de lo grande que sea el equipo, así que a veces el trabajo se ve muy desvirtuado. Fue, sin duda, como todo lo que he atravesado o me ha atravesado en la vida, una experiencia enriquecedora, pero creo que estoy en otra fase ahora mismo. Me apetece poner mi visión y mi manera de hacer las cosas por delante y apostar por ello. No descarto volver, pero aún no sé de qué manera ni cuándo.
¿Qué crees que estará haciendo la Blanca de aquí a diez años a nivel profesional?
Voy a aprovechar para proyectar: aspiro a trabajar más bajo mi visión, que me contacten por quien soy y lo que hago y que eso me permita seguir agrandando mi cerebro y mi corazón. <3
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