Actriz formada entre escenarios, cámaras y vivencias personales, Blanca Martínez protagoniza Mariliendre, la nueva serie producida por Javier Ambrossi y Javier Calvo y dirigida por Javi Ferreiro, con un personaje lleno de matices. En esta entrevista reflexiona sobre su recorrido, sus referentes y cómo habitar historias que conectan con realidades diversas, lejos de estereotipos y con los pies en la tierra.
Desde sus primeros pasos en el teatro amateur en Jaca hasta su papel protagonista en Mariliendre, Blanca Martínez ha ido construyendo una carrera marcada por la honestidad y el compromiso con los personajes que interpreta. Con experiencia en televisión, cine y teatro, se mueve con soltura entre registros, aunque no olvida que fue el escenario el que le despertó la vocación.
En esta conversación repasamos su recorrido, desde aquella función de Bodas de sangre que la marcó siendo adolescente, hasta la preparación de un personaje como Meri Román, donde explora nuevas capas emocionales y se enfrenta a retos como el de cantar en pantalla. Martínez habla con claridad sobre los temas que atraviesan su trabajo – la salud mental, la identidad, los cuerpos no normativos – y reflexiona sobre lo que implica tener visibilidad en una industria aún dominada por ciertos cánones.
Sin grandes declaraciones ni poses, Blanca prefiere hablar desde la experiencia. Agradece las oportunidades, se apoya en su entorno y no pierde de vista que aún hay camino por recorrer, tanto personal como colectivamente. En Mariliendre, dice, hay mucho de ella y también de quienes le han acompañado. Y eso, más que una reivindicación, es una forma de estar en el mundo.
Blanca, empezaste en el teatro siendo muy joven en Jaca, un lugar muy especial para mí y donde me he corrido algunas de mis mejores fiestas. ¿Qué recuerdas de esos primeros pasos sobre las tablas?
¡Me encanta que conozcas Jaca! El callejón de los bares, o La Zona, sigue siendo igual de animado que siempre. Recuerdo mis primeros pasos en el escenario con muchísimo cariño. Mi profesora de Lengua y Literatura, Concha Tovar, me descubrió el teatro y me animó a participar en un montaje del grupo de teatro amateur. Hicimos Bodas de sangre, y después de leer a Lorca ya no hubo marcha atrás. Me quedé en el grupo Oroel durante los años de bachillerato; ensayábamos por las noches y yo estudiaba entre cajas, entre escena y escena... Pero cuando algo te apasiona, haces lo que haga falta.
¿Cuándo sentiste que querías dedicarte profesionalmente a la interpretación? ¿Hubo algún momento clave?
Justo en ese instante: al terminar Bodas de sangre, en el escenario del Palacio de Congresos de Jaca, supe que quería dedicarme a esto para siempre.
Has trabajado en televisión, cine y teatro. ¿Con qué medio te identificas más y por qué?
El teatro fue lo que me hizo querer ser actriz, lo primero que hice y donde aprendí a enfrentarme a esta profesión. Subirme a un escenario es una sensación inigualable, y de hecho tengo muchas ganas de volver. Pero es cierto que el cine y la televisión también tienen una magia increíble: permiten hacer cosas que parecen imposibles y me han regalado grandes compañeros y amigos como Carlos González o Georgina Amorós, que conocí en mi primer proyecto. ¡Así que es difícil elegir!
En Todas las veces que nos enamoramos interpretaste a una estudiante de periodismo en los 2000. ¿Cómo fue sumergirse en ese universo nostálgico?
Me siento un poco musa de los 2000, ¡me está tocando mucho! Aunque era pequeña en esa época, ha llegado hasta nuestros días a través de la música, la tele o la cultura pop. Me encanta, y fue muy divertido recrearla (los looks, los móviles con tapa, etc.).
Tu personaje en Respira reflejaba una realidad muy dura del sistema sanitario. ¿Qué aprendiste de esa experiencia?
Además de ser una firme defensora de la sanidad pública, como casi todos mis compañeros, cuando me llegó el guion de Respira quise entender a fondo la profesión de enfermera, desde la labor médica hasta el trato humano con los pacientes. Hice un turno de noche en el Gregorio Marañón y fue una experiencia tan increíble como impactante. Si ya admiraba su trabajo, verlo de cerca me abrió aún más los ojos. He intentado poner en valor esa labor a través de mi personaje, y, sin hacer spoilers, en la segunda temporada se ensalza todavía más el papel de las enfermeras.
Mariliendre trata temas muy importantes: salud mental, relaciones familiares, acoso, autoestima, amistad, identidad. Creo que todo el mundo debería verla para replantearse ciertas cosas.”
En Mariliendre das vida a Meri Román, una ex reina de la noche madrileña. ¿Qué fue lo primero que pensaste al leer el guion?
Pensé: ¡por dónde empiezo a estudiar todo esto! Es mi primer papel protagonista y estoy en todas las secuencias de la serie, salvo en dos, así que ni me alcanzaba el subrayador. Bromas aparte, sentí que era una suerte poder hacer este proyecto. Hay muchas cosas que me unen a Meri, y este personaje es también un homenaje a mis amigos (a mis gais), que me han enseñado tanto desde que llegué a Madrid.
Meri es un personaje con muchas capas: divertida, vulnerable, poderosa. ¿Qué ha supuesto para ti interpretarla?
Ha sido un auténtico reto. Mi coach y yo queríamos que se distinguieran claramente las diferentes etapas de Meri sin perder su esencia, mostrando cómo la mochila que carga va creciendo. También ha sido la primera vez que me adentro en un registro más dramático. Me alegro de haberme lanzado a esta piscina, aunque sabía que había agua: los guiones, los personajes. Todo está muy bien construido por Javi, Carmen y Paloma.
¿Te has sentido identificada con ella en algún aspecto de su viaje personal?
Aunque Meri vive situaciones mucho más extremas que yo, sí he visto reflejos de mí en ciertos momentos. Yo también recibí comentarios sobre mi físico en el instituto, y, como ella, encontré apoyo en mis amigos. Además, el primer sitio de fiesta al que sale Meri en Chueca es exactamente el mismo al que fui yo cuando llegué a Madrid. Hay conexiones muy bonitas.
La serie está impregnada de música, estética queer y una sensibilidad muy particular. ¿Cómo fue trabajar en ese universo tan específico?
Las canciones que suenan en la serie forman parte de mi vida y están en mis listas de Spotify. Las versiones de Pablo y Vic son auténticas obras de arte que dan un nuevo significado a temas que todos conocemos. Lo de cantar fue otro cantar, nunca mejor dicho… Yo no canto ni en la ducha, así que buscamos una solución: que mi voz cantada fuera la de Bea Fernández, que es maravillosa. Trabajé muchas horas con una coach vocal para coordinar mi boca, expresión y movimientos con su voz. Entre las tres, creo que logramos que los números musicales sean una fantasía.
Trabajar con Los Javis siempre suena a experiencia intensa. ¿Cómo fue el proceso creativo con ellos?
Los Javis son de las mentes más brillantes y creativas que tenemos en España, y lo demuestran en cada proyecto. Trabajar con ellos ha sido cumplir un sueño. Te dejan proponer, ser tú misma, disfrutar del trabajo… Te apoyan y te cuidan, lo cual es un regalo. Que confiaran la dirección de esta serie a Javi Ferreiro, que es su bebé, demuestra también su generosidad para ver el talento en los demás.
“Mi cuerpo es el que tengo, y es mi herramienta como actriz. Que yo pueda protagonizar una serie ya es un paso importante.”
Más allá de lo artístico, Mariliendre habla de comunidad, identidad, aceptación. ¿Qué mensaje te tocó más personalmente?
Es difícil elegir uno solo. Mariliendre trata temas muy importantes: salud mental, relaciones familiares, acoso, autoestima, amistad, identidad. Creo que todo el mundo debería verla para replantearse ciertas cosas.
Como actriz, ¿sientes responsabilidad al dar visibilidad a cuerpos e historias no normativas?
La responsabilidad no es solo mía, sino de quienes están detrás de las historias, del casting, de la dirección. Mi cuerpo es el que tengo, y es mi herramienta como actriz. Que yo pueda protagonizar una serie ya es un paso importante, y si eso sirve para que alguien se atreva a dar un paso o se sienta identificado, me siento muy honrada. Pero para que esto sea habitual, hace falta que quienes tienen poder de decisión apuesten por la diversidad en todo tipo de personajes.
Has dicho que te gusta reivindicar que eres “redonda y de pueblo como un pan”. ¿Cómo vives esa reivindicación en un medio tan exigente con lo físico?
Siempre lo he vivido con naturalidad. Es mi cuerpo y me ha traído hasta aquí. Nunca lo he visto como un obstáculo, aunque a veces lo vean así los demás. Si mi trabajo o series como esta ayudan a abrir mentes y a que nadie más sea frenado por su físico o cualquier otra diferencia, esa reivindicación habrá valido la pena.
¿Hay algún sueño profesional que aún no hayas cumplido?
Últimamente siempre digo que me encantaría hacer un thriller. Es un tipo de ficción que me fascina y que disfruto mucho. No sé si preferiría hacer de psicópata o de quien la descubre, ¡pero me encantaría! También sueño con trabajar con personas a las que admiro profundamente. Ojalá se cumpla.
¿Qué te gustaría que el público sintiera al ver Mariliendre?
Cada persona conectará con ella por un motivo distinto, así que solo les diría que la vean con la mente y el corazón abiertos. Y por supuesto, ¡que disfruten de los números musicales, de las canciones y que bailen las coreografías en casa!