Con apenas catorce años, Biel Rossell (Igualada, 2003) debutó en el cine como protagonista de La vida sense la Sara Amat, una delicada historia de amor adolescente que ya apuntaba la sensibilidad y la madurez interpretativa que hoy lo definen. Desde entonces ha sabido transitar con naturalidad entre el cine, el teatro y la televisión, construyendo una trayectoria sólida y diversa sin renunciar a su autenticidad. El gran público lo descubrió en La Mesías, la ambiciosa serie de Los Javis para Movistar+, donde dio vida al joven Enric. Su interpretación –contenida, magnética, llena de matices– le valió una nominación a los Premios Feroz y confirmó que lo suyo va más allá de la promesa.
Ahora da un nuevo paso como protagonista de Zoomers, la nueva serie de Prime Video que retrata a la generación Z desde dentro, sin paternalismos ni clichés. Allí interpreta a Javi, un personaje complejo y contradictorio que canaliza muchas de las inquietudes de su tiempo. Entre ensayos, rodajes y funciones teatrales, Rossell reflexiona sobre el oficio de actor, la necesidad de seguir formándose, la importancia del juego y su deseo de seguir contando historias desde lugares honestos, incómodos o inesperados. Porque, como él mismo dice, “el futuro es analógico”.
Tu primer gran papel en cine fue con apenas catorce años en La vida sense la Sara Amat. ¿Qué recuerdas de aquel rodaje y qué supuso para ti empezar tan joven en el audiovisual?
Guardo un recuerdo muy bonito y muy sano tanto del rodaje como de la promoción de La vida sense la Sara Amat. Nos cuidaron y protegieron muchísimo, tanto a mí como a Maria Morera. A raíz de la película nos hicimos amigos íntimos y seguimos trabajando juntos. Es una película preciosa que nos abrió las puertas de la industria, de los castings y, aunque suene grandilocuente, también de la vida.
Desde entonces has compaginado cine, teatro y televisión. ¿Qué te aporta cada medio como actor? ¿Te sientes más cómodo en alguno?
Cada medio es muy distinto, pero todavía no sé encontrar las palabras exactas para definir sus diferencias. Está claro que poder compaginarlos es una gran suerte, y me parece limitante clasificar entre ‘actor de teatro’ o ‘actor audiovisual’. Solo cambia el contexto: el escenario, las condiciones, los ritmos… pero el instrumento es el mismo.
Mi padre ha trabajado siempre en el mundo del teatro, desde la parte de gestión y comunicación, así que tengo una relación muy familiar con él. Ambos medios me siguen provocando mucho respeto y admiración.
Mi padre ha trabajado siempre en el mundo del teatro, desde la parte de gestión y comunicación, así que tengo una relación muy familiar con él. Ambos medios me siguen provocando mucho respeto y admiración.
Formarte en escuelas como la de Laura Jou o en compañías locales de Igualada te ha dado una base sólida. ¿Qué importancia le das a la formación y al trabajo actoral más allá de los rodajes?
Es un tópico pero es cierto: un actor debe seguir formándose aunque ya trabaje de forma profesional. Para mí es esencial contar con un espacio de laboratorio, de juego sin miedo a la crítica, rodeado de compañeros y compañeras con quienes entrenar, ejercitar el instrumento y equivocarse. Todos los errores que pueda cometer en clase y lo que aprenda de ellos serán menos errores en el escenario o en el set.
Has participado en proyectos teatrales como Quanta, quanta guerra… o La festa. ¿Qué lugar ocupa hoy el teatro en tu vida y en tu trayectoria como intérprete?
Siempre he sido un curioso del teatro. Me encanta investigar, profundizar y ser espectador de montajes. Voy muy a menudo al teatro y me rodeo de libretas y de personas tan apasionadas como yo. He tenido experiencias muy enriquecedoras en escena. Mis sueños siempre han estado ligados al teatro; el audiovisual ha sido una sorpresa y un reto enorme.
Los Javis te dieron uno de tus papeles más reconocibles en La Mesías. ¿Cómo recuerdas el proceso de casting y qué sentiste al saber que serías el joven Enric?
En el primer casting estaba muy tranquilo precisamente porque sabía que era una serie de Los Javis y no creía que mi perfil les interesara. Pensaba que buscarían una cara conocida o alguien con muchos seguidores. A medida que el proceso avanzaba y coincidía con Eva Leira, Yolanda Serrano y mi amiga Irene Balmes, los nervios aumentaban. Recuerdo perfectamente las caras de Eva y Yolanda al ver la química entre Irene y yo. La llamada en la que me dijeron que el papel era mío fue un sueño hecho realidad que afronté con muchas ganas.
Tu personaje en la serie vive una historia dura, marcada por el fanatismo religioso y la represión. ¿Cómo te preparaste para un papel con tanta carga emocional?
Los Javis propusieron un largo proceso de ensayos, con reuniones, trabajo coreográfico precioso con Belén Martí, pruebas de caracterización y muchas charlas sobre el guion en todo tipo de espacios. El tiempo fue un gran aliado: tuvimos mucho. Y el guion es tan bueno y tan rico que todo resultó más fácil.
Has compartido pantalla con actores de distintas generaciones. ¿Qué has aprendido de trabajar con intérpretes como Albert Pla o Lola Dueñas?
Que siguen enamorados de la idea de contar historias de la mejor manera posible. Albert y Lola tienen, para mí, la mejor cualidad que puede tener un actor: el juego. Juegan, proponen, se divierten y arriesgan constantemente. Jugar con ellos es aprender a no conformarse nunca.
¿Qué significó para ti la nominación al Premio Feroz? ¿Te esperabas que La Mesías tuviera tanta repercusión?
Durante el rodaje no pensé en los premios en absoluto, ¡y mucho menos en una nominación para mí! Lo viví con alegría por todas las nominaciones que recibió la serie, y con cierto vértigo por el cariño que me llegó después. La mañana en que salieron las nominaciones estaba haciendo una función escolar, y al día siguiente de la gala también tenía función. Eso, para mí, fue el verdadero regalo.
¿Cómo viviste el fenómeno mediático que supuso la serie? ¿Ha cambiado tu relación con la industria o con el público?
Fue un fenómeno muy compartido, con grandes nombres y dos directores como Los Javis, que asumieron gran parte de la atención mediática. Lo viví de forma sana, feliz por la acogida y sorprendido por lo poco que ha cambiado mi día a día, algo que agradezco. La peluca del personaje y el magnífico trabajo de vestuario me hicieron prácticamente irreconocible.
“Mis sueños siempre han estado ligados al teatro; el audiovisual ha sido una sorpresa y un reto enorme.”
Ahora estrenas Zoomers, una serie de Prime Video que conecta directamente con tu generación. ¿Cómo llegó a ti la oportunidad y qué te atrajo del proyecto?
Me llegó a raíz de un casting para otra serie de Déborah Borque. Al leer el primer episodio de Zoomers pensó en mí para interpretar a Javi. Lo que más me atrajo fue tener la sensación de que esta serie no la había visto antes. La posibilidad de hacer algo diferente, con un enfoque arriesgado y de vivir el viaje de un protagonista durante seis capítulos fue muy estimulante.
¿Qué puedes contarnos de Javi y de su papel en la historia?
Javi es un antihéroe, un personaje imperfecto que, a diferencia del héroe clásico, no posee cualidades heroicas convencionales. Y eso lo hace muy divertido. Esconde un trauma y se refugia tras una máscara llena de matices: divertidos, cuestionables, cínicos y, a veces, adorables. La picardía de los guionistas ha hecho que tanto protagonistas como secundarios estén llenos de vida y contradicciones que ponen constantemente en jaque a mi querido Javi.
¿Te sientes identificado con la visión que propone Zoomers sobre la juventud actual, o crees que aún persisten clichés en la representación de los jóvenes?
En la primera reunión, después de leer el guion, definí la serie como una desmitificación de la vida universitaria. Lejos de parecerme una crítica, fue una liberación y un punto de partida para explorar otro tipo de narrativa. El propósito era hacer algo distinto y valiente, y eso siempre es más difícil, pero también más gratificante de ver.
¿Qué diferencias has notado entre un proyecto tan autoral como La Mesías y una serie como Zoomers, dirigida quizá a un público más amplio?
No he reflexionado mucho sobre compararlos porque no me aporta demasiado. Prefiero pensar en la oportunidad que supone encarnar personajes tan distintos siendo el mismo actor. Con Óscar Pedraza, el director, tengo una gran confianza, y eso nos permitió jugar mucho y buscar nuevas formas de contar.
¿Cómo fue el rodaje en comparación con experiencias anteriores?
Cada proyecto tiene sus procesos, condiciones, equipos y formatos. Zoomers apostó por crear un nuevo enfoque, un perfil diferente de protagonistas y una mirada distinta sobre la generación Z. Fue una experiencia muy particular.
¿Cómo fue la dinámica con el reparto? ¿Os conocíais previamente o fuisteis construyendo grupo durante el rodaje?
No nos conocíamos personalmente, y fue un grupo precioso. Éramos dos mexicanos, un portugués, dos catalanes… ¡parece un chiste! Conocernos y compartir referentes y formas de trabajar tan distintas fue muy enriquecedor. La serie transcurre en Salamanca, y las semanas que rodamos allí fueron como un campamento de verano. Hablamos a menudo de lo mucho que nos gustaría volver a coincidir. Ojalá.
¿Qué crees que puede aportar Zoomers al panorama actual de ficción juvenil? ¿Qué la hace distinta?
Ojalá aporte una mirada honesta y diferente sobre lo que se entiende como ‘serie juvenil’. Yo no trabajé pensando en hacer una serie ‘para jóvenes’, sino en contar un drama cómico lo mejor posible.
Durante el rodaje, Óscar llevaba una chapa que decía: el futuro es analógico. Y pienso en algunas secuencias que filmamos… tengo la intuición de que se recibirán con sorpresa y con ganas de cambio. No puedo contar más.
En poco tiempo has pasado del cine independiente al fenómeno seriéfilo y ahora a las plataformas. ¿Cómo estás gestionando esta evolución profesional?
Creo que de forma bastante natural, con la suerte de poder compaginar teatro y audiovisual y de cambiar de género constantemente. Estoy muy satisfecho con los proyectos y los equipos que me han acompañado. La gestiono como puedo, siempre con el miedo a la inestabilidad que conlleva esta profesión.
¿Tienes claro hacia dónde quieres orientar tu carrera o prefieres dejarte sorprender por lo que venga?
Siempre que intento planear mi trayectoria, la vida me sorprende con oportunidades que ni soñaba: Los Javis, una serie como protagonista en Prime, teatros impresionantes. Me estoy dejando sorprender, aunque también tengo ideas, necesidades y objetivos que me gustaría cumplir en un futuro cercano.
Por último, ¿qué sueños o retos te gustaría cumplir como actor en los próximos años?
De entrada, seguir trabajando. Mi carta a los Reyes Magos es poder seguir combinando el audiovisual y el teatro. Me gustaría llevar a cabo algunos proyectos teatrales en los que llevo tiempo pensando, pero que aún necesitan el espacio, las condiciones y el equipo adecuado. ¡Todo llegará!
