Si has estado en algún Sound System (si no has estado, corre, la vida es corta) habrás bailado a golpe de Woman Soldier porque es un temón impresionante, sí, pero también porque la voz de Belén Natalí tiene algo que llama a rebelarte bailando. Ahora, la argentina ha querido cambiar de registro y nos ofrece una selección de canciones entre el jazz, el dub, el R&B y, por supuesto, los ritmos argentinos de su Boedo, lugar en el que nació. “Yo era la niña punki que iba, cantaba de forma excéntrica y se marchaba”, confiesa en esta entrevista. Esa niña se ha vestido ahora de sirena y está lista para la fiesta.
¿Desde cuándo llevas cantando? ¿Cuáles son tus primeros recuerdos relacionados con la música?
Mi primer grupo de música era uno de indie folk/pop que tenía en Argentina y que se llamaba Mateo de la Luna, pero digamos que yo era la niña punki que iba, cantaba de forma excéntrica y se marchaba. Por otro lado, tenía un grupo de colegas que se juntaban en salas de ensayo de Buenos Aires a tocar dub, lo hacían just for fun a diferencia del otro proyecto. A veces agarraba el micrófono y cantaba algo improvisado, era más un rollo dub noisero psicodélico. Esto era a mis diecinueve o veinte años de edad y, en general, siempre fui tímida aunque disimulando, pero cada vez que subía a un escenario me cambiaba el chip. Cuando veo que hay público, conecto enseguida, me olvido de todo y siento que lo que tiene que predominar en la performance es comunicarme con ellos. Creo que sin dudas es lo que más amo de mi trabajo: comunicarme cantando.
Tus primeros temas se enmarcan dentro del mundo del reggae y del sound system, ¿Qué te llamó la atención de estos géneros como para comenzar tu carrera profesional desde ahí?
Al haber tenido este background dubbero de más chica, no fue tan raro continuar desarrollándolo cuando me mudé a España. Se dieron una serie de acontecimientos casuales. Tenía un vecino que era productor de reggae y me pasó una instrumental de Chalart58, productor de dub de Barcelona, e improvisé la canción Woman Soldier. Hoy día tiene más de un millón de escuchas en Spotify y digamos que la escena del dub le tiene mucho cariño a ese tune. Yo también. Entonces empezaron a pincharlo en fiestas de dub de España y Francia y a llamarme para cantar en vivo. Y así fui haciendo carrera, pero de una forma muy underground.
Precisamente, las letras de esos temas tienen un tono combativo, de lucha colectiva, en el que hablas, entre otras cosas, del feminismo. ¿Es para ti la música un espacio desde el que defender y poner en valor aquello en lo que crees?
Sí, siempre fui una persona con unos ideales muy fuertes, mi lado racional y creativo convivieron de la mano. Yo era la que organizaba charlas en mi escuela sobre política estudiantil y, además, me gusta leer bastante, pero solo de lo que me gusta leer. 
En Blood & Family y Busy, sin embargo, empieza a verse un cambio de enfoque: no narras tanto desde el ‘nosotras’, sino más bien desde el ‘yo’. Tus experiencias personales se vuelven objeto y objetivo de la canción, ¿a qué se debe el cambio?
A nivel contexto, la pandemia, las escribí ambas confinada en casa. Pero a nivel emocional siento que con el tiempo empecé a decidir no siempre traer al lado racional en mis canciones. A veces lo racional te vuelve rígido y yo luché mucho contra mi propia rigidez. Al pasar tanto tiempo sola volví a conectar con la creatividad más desde el juego y no tanto desde el porqué y el para qué. Fue completamente terapéutico, y si bien en mi música siempre se reivindican cosas, no siempre tienen que ser las mismas. Decidí abrir el radio de reivindicación a lo genuino, pero, ojo, para mí ser genuino también es tener conciencia de clase.
De hecho, todo este proceso culmina en Jacarandá, tu primer EP publicado el 10 de noviembre, y en el que te expones en crudo, no hay barrera o desvío de por medio. ¿Qué motivó Jacarandá? ¿De qué parte de ti misma surge?
Cuando empecé a escribir este EP me alivié mucho. Siempre supe que mi proyecto tendría un giro y que armaría un show nuevo. Solo me faltaba materializarlo y pulir mi sonido, así que me senté a trabajar. Lo que motiva los cambios es siempre una insatisfacción de por medio, no me gustaba el resultado que estaba obteniendo en mis canciones. Jacarandá es como si lo hubiera escrito sentada en la puerta de mi casa, en Buenos Aires. Necesitaba decirle a la gente de España un poco más sobre quién soy.
A nivel musical hay también una gran diferencia. Si antes te centrabas en el reggae y en el sound system, ahora te atreves a experimentar con otros sonidos como el jazz y el R&B en su versión más densa y atmosférica, ¿por qué cambiar de registro?
Sentía que era una pena vivir y no hacerlo. Lo deseaba, solo que tenía tanto trabajo en la escena sound system que no había espacio para esta parte artística mía. Entonces decidí darme ese espacio tomando decisiones. Necesitaba traer mis mayores influencias musicales conmigo, intentar, tan solo intentar honrarlas un poquito.
Escuchando el EP, me da la sensación de que es un trabajo autoexploratorio en el que, a través de la música, intentas encontrar tu propia identidad, algo que queda muy bien definido en Clones, por ejemplo. ¿En qué punto estás como artista?
De entrega total a mi proyecto. Componiendo un disco con la misma esencia pero de una forma más extrovertida. Estoy en un punto hermoso donde ahora las barreras no son mentales sino materiales, pero siento que las vamos a saltar. La energía que puse para romper esa rigidez mental que no me estaba dejando crecer como artista la estoy usando ahora para romper con la rigidez del contexto duro que tengo que atravesar para llegar a conquistar estos nuevos espacios que me propongo.
De hecho, en el videoclip de Boedo, esa canción que es todo un homenaje a tu barrio en Buenos Aires, aparece pintada en una pared una cita de Osvaldo Soriano, escritor también argentino, que dice “Uno siempre anda buscando los orígenes, ¡nuestra Identidad!”. ¿Tú también crees que en los orígenes reside la identidad con mayúsculas?
Quizás es que tuve la suerte de criarme en Boedo, un barrio en que con solo sentarte a tomar un café en el bar de la esquina todo toma un aire cinematográfico. El tango, la literatura y la historia están superpresentes, pero de una forma poco pretenciosa. Cuando migras de tu país pasas por varias etapas, pero siempre se llega al reencuentro físico o mental. Tu identidad te sigue a donde vayas.
Es también un tema en el que has colaborado además con instrumentistas argentinos como Kastiello y Lautaro y con Genís Trani en la producción, ¿Qué significó para ti rodearte de gente de tu tierra para crear música?
Fue genial, de hecho, Lautaro, el percusionista, es de Boedo también. Y Kastiello toca tango con su padre. Fue una coincidencia reloca. Quiero volver a trabajar con músicxs argentixs pronto, para el disco no va a faltar esa energía. Traje mi carpetita con todo grabado desde Buenos Aires, y Genís remató la canción con unos arreglos hermosos y una mezcla exquisita.
No son las únicas colaboraciones del EP, también has trabajo con Santa Salut y Ferran Palau.¿Con quién más te gustaría colaborar en un futuro?
Tengo varias colaboraciones soñadas en mente: Juana Molina, Santiago motorizado, Lara91k, Sara Hebe, Lia Kali y Pachyman, entre otras.
Presentaste por primera vez Jacarandá en directo el pasado 30 de noviembre en la sala Parallel 62 de Barcelona, ¿cómo fue?
¡Fue increíble! Se llenó la sala y había una energía brutal. Tocamos algunos de los temas que saldrán en los próximos meses en exclusiva y pudimos cantar el EP con la gente. Después de un trabajo agotador, tocar en vivo fue la devolución más energizante que podíamos tener. Tendremos próxima fecha en Barcelona el día 9 de marzo, en el Marula, y pronto anunciaremos más.
Por último, ¿qué crees que es lo que mejor define tu música? ¿Y a ti como artista?
Detrás de cada búsqueda intensa hay mucho trabajo y también un temor, mi temor es al vacío enorme que me genera dudar sobre quién soy. Está muy ligado a mi historia de vida. Entonces, ese vacío lo lleno intentando hacer las cosas desde emociones reales. Creo que eso me define como artista: busco llenar ese vacío común que habita en la sociedad constantemente. Me parece que esa energía se transmite mucho en el nuevo directo, esa rebeldía.
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