Bel Fullana x Bel Fullana

Tengo 37 años (38 cuando estés leyendo esto) y soy de Mallorca. Cuando era pequeña me entretenía mucho dibujando, era lo que más me gustaba hacer, pero la verdad es que no creo que fuera mejor que otros niños, simplemente que le dedicaba más tiempo y atención. Los adultos empezaron a decirme que tenía un don, cosa que me hacía sentir especial, creo que por eso siempre quise ser artista.

Los artistas nos sentimos especiales, algunos incluso creen que con lo que hacen pueden cambiar el mundo, ¡qué horror! No me gusta para nada autodenominarme artista, lo odio. De momento digo que soy pintora, y si algún día cambio de disciplina ya veré qué digo. Empecé a hacer exposiciones a los 17 años, en sitios cutres tipo bares o centros culturales mediocres donde me dejaban colgar mis dibujos. Estudié Bellas Artes en Barcelona donde viví durante 6 años. A lo largo de la carrera empecé a presentarme a todos los concursos de pintura que podía y poco a poco fui ganando algunos interesantes. En 2011, ya al volver a la isla, empecé a entrar en circuitos más profesionales y desde entonces no he parado. Aunque con baches, compaginándolo con otros trabajos y pasando penurias y miserias. No fue hasta hace unos 3 años que pude vivir bien de lo que hago. Actualmente vivo y trabajo en la isla dedicándome por completo a la pintura y a mi faceta creativa.

Mi trabajo más reciente se caracteriza por la representación de personajes femeninos con rasgos posthumanos y extraterrestres. Para recrearlos me inspiro en tendencias estéticas procedentes de la cultura pop y street culture, también en personas reales que veo a través de las redes sociales e Internet: influencers, super stars, traperas, individuos random con estéticas extremas, etc. Vamos, que Instagram es mi mayor fuente de inspiración ahora mismo.

También introduzco elementos que hacen alusión a sus filtros, así como bling bling y pequeños stickers que pinto sobre los cuerpos de los personajes que suelen ir cubiertos de tatuajes. El resultado son chicas-alien con tendencias exhibicionistas montadas en motos y armadas con pistolas láser que disparan corazones (por hacer un resumen). Diría que lo más representativo de mi trabajo es el contraste entre el contenido sexy-disgusting de las imágenes y el acabado infantil y naif de la propia pintura.

A día de hoy, por suerte, tengo constantes propuestas de galerías españolas e internacionales y no me falta el trabajo, y aunque nunca acabo de sentirme a gusto ni cómoda en este mundillo, me siento agradecida y afortunada por ello. No pido nada más.