Conocimos a Ángela Leyva por casualidad en una esquina de la feria de arte SWAB, pero desde ese momento no pudimos dejar de mirarla. O, mejor dicho, de cruzar miradas con sus retratos. Aunque sus rostros difusos no tienen ojos, están llenos de miradas. Porque para Ángela, el arte es eso: un diálogo constante entre quien observa y lo observado, una conversación que completa la obra. Hoy hablamos con ella sobre su trayectoria, sus procesos creativos y esa habilidad única de convertir el error, el archivo olvidado y la mirada silenciosa en un universo pictórico que toca nuestras fibras más melancólicas.
La primera vez que vi esos rostros desfigurados y sin aparente identidad, sentí una melancolía que me atrapó al instante. Esa sensación es el corazón de Bilis negra, su serie más personal. Un archivo emocional que empezó con los registros de su padre, un genetista, y terminó siendo un viaje a la frontera entre la ficción y la realidad. ¿Quiénes son esos niños? ¿De dónde vienen? Ángela se hizo esas mismas preguntas cuando era niña, y ahora encuentra las respuestas a través de la pintura.
Formada en la ENPEG La Esmeralda y reconocida con premios como la Mención Honorífica en la XVIII Bienal de Pintura Rufino Tamayo, Ángela ha llevado su obra por México y el extranjero. Ahora, está explorando nuevos territorios, incluyendo la IA. Su última exposición, Limo, actualmente se exhibe en Split Gallery, Londres.
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Bilis amarilla IV, 2023/2024
Hola, Ángela, ¿qué tal? Bienvenida a ACERO. Para conocerte un poco mejor, vamos con esta pregunta: ¿cómo imaginarías tu autorretrato?
Esa idea ha cambiado con el tiempo. Antes quizá te habría dicho que me gustaría retratarme de niña, pero ahora siento que sería más interesante crear una suma de partes: pensar en cómo fui, cómo soy y cómo seré, y buscar la manera de integrar esos elementos en una composición. Algo quizá más revuelto, más abstracto. Creo que es una exploración que ya estoy trabajando en mi pintura, así que mi autorretrato iría en esa dirección: una forma más bien deforme, que conecte varias de mis versiones.
¿Cómo te recuerdas de niña?
Pasé por varias etapas. Por ejemplo, de bebé me cuentan que era muy chillona. Y ya más grande, como de los cinnco años en adelante, tengo la sensación o esos recuerdos vagos de ser bastante introvertida. Aunque dicen que no, que en realidad era muy feliz y sí interactuaba con las personas. Pero yo me recuerdo más bien como alguien que se aislaba un poco para observar. Esa es la sensación que tengo, como si siempre estuviera en ese modo de observación.
¿Recuerdas tu primer encuentro con el arte? ¿Qué fue lo que realmente te empujó a dedicarte a esto?
Fue durante la prepa. Ya sabes, esos cursos que te dan como una especie de acercamiento más general. Ahí me clavé bastante porque me di cuenta de que sí me gustaba. Después hice una preparatoria de arte (que es como un bachillerato enfocado en artes), y de ahí ya me encaminé más hacia lo que es la pintura.
Ahora sigues estudiando, ¿verdad?
Sí, estoy haciendo un doctorado en artes en la UNAM.
¿De qué trata exactamente tu doctorado?
Parte de lo que hice en la maestría, como las piezas de Bilis negra que viste, donde trabajé con fotos de archivo. En el doctorado estoy explorando la relación entre el error genético y el error técnico, como el glitch. Empecé a incorporar inteligencia artificial al proyecto, creando una serie de plantillas específicas. La idea es mutar la imagen replicando el archivo varias veces y observar cómo la imagen ‘falla’. Por ahora estoy trabajando con esos resultados como si fueran bocetos.
No usé ningún programa comercial, sino que una artista digital me ayudó a desarrollar toda esta parte de las imágenes. Es justamente la exposición Limo, que ahora está expuesta en Londres, en Split Gallery.
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Bilis II, 2023
¿Cómo ves el papel de la IA en el mundo del arte actual?
Como una herramienta para ser utilizada. Así ha sido siempre en el arte, ¿no? Se van incorporando distintas herramientas con el tiempo. Desde el pictoralismo, pasando por la cámara fotográfica, y ahora la inteligencia artificial. Son simplemente formas, herramientas que nos permiten acercarnos a lo que necesitamos expresar o crear.
Tu obra gira en torno a la creación de retratos con rostros borrosos y distorsionados. ¿Cómo llegaste a este estilo tan personal?
Mi papá es genetista, así que trabaja con pacientes que tienen padecimientos muy específicos. Un día encontré, por accidente, algunos de sus archivos: libros, registros y materiales que tenía en su computadora. Le pedí permiso para trabajar con esas imágenes, y él aceptó, aunque bajo ciertas reglas y condiciones. Esto me llevó a reflexionar sobre cómo la imagen puede ocultar aspectos de la identidad, algo que ya ocurre en la fotografía médica, donde suelen colocar barras en los ojos de los pacientes para proteger su privacidad.
A partir de ahí comencé a adoptar ciertas estéticas en mi pintura, como lo borroso, buscando transmitir esa sensación de lo inasible en la personalidad de estos registros. Inicialmente trabajaba con transferencias, una técnica de grabado que usaba para trasladar las fotografías a otro soporte, pero poco a poco fui dejando esa etapa para enfocarme plenamente en la pintura, que es en lo que estoy ahora. Siempre he sido pintora, pero en ese momento me interesaba mucho experimentar con la fotografía como punto de partida.
Al ver tus piezas, lo primero que sentí fue melancolía. Para ti, ¿qué significa esta emoción y cómo se relaciona con tu obra?
Pues sí, total. La melancolía es un punto muy importante porque, para toda la investigación de las piezas de Bilis negra, trabajé justo con la idea de los humores hipocráticos, y uno de estos es la bilis negra, que está completamente relacionada con la melancolía. Yo lo pensaba desde esta idea de quedar atrapado en un archivo, como si te llevara a un loop del pasado. También está esta imagen medio fantasmal, que puedes pensar como un loop de la realidad, algo que se repite.
Obviamente, los colores también juegan un papel importante. Por ejemplo, el uso del lino está relacionado con lo que se asociaba al humor negro, vinculado a tonos ocres y al otoño. Creo que varios de esos elementos se conjugaron para llevar las piezas hacia lo melancólico. Y bueno, también está la foto del infante, que tiene esa carga simbólica.
En tu obra, ¿cómo conviven la ficción y la realidad? ¿Quiénes son los personajes que aparecen en ella?
Esa es una muy buena pregunta. Yo creo que tanto la ficción como la realidad juegan un papel importante en mi obra. Todo parte de una fotografía, que es como un registro de la realidad, por así decirlo. Pero una vez que esa imagen pasa al ámbito pictórico, toma mucho de mi subjetividad. Y después hay un tercer momento, que ocurre cuando la obra es mirada por los espectadores. Ahí entran en juego muchas lecturas: puede que alguien la interprete de manera personal o que otro la vea desde una mirada más clínica. Creo que la ficción se construye justamente en esa interacción entre las miradas y lo que la obra provoca.
Además, estas preguntas sobre la realidad y la ficción ya las tenía desde hace mucho tiempo. Cuando era niña, mi hermano y yo veíamos los libros de medicina de mi papá. Algunos eran muy extremos, y nos preguntábamos cosas como: ¿quiénes eran esas personas?, ¿qué les pasó?, ¿dónde viven?, ¿están enfermos de qué? A veces hasta nos cuestionábamos si eran reales. Desde entonces, convivir con esas imágenes era como convivir con una ficción, con preguntas que no tenían respuestas claras. Creo que eso influyó en mi concepción de la belleza desde muy pequeña.
Cuando ya crecí y empecé a ver todo con un ojo más artístico, esas preguntas regresaron a mi cabeza, pero esta vez con la intención de darles una respuesta. Trabajar con ese archivo me permitió explorar esas cuestiones, y creo que esas mismas preguntas se reflejan en mi obra, invitando a quien la ve a construir su propia ficción desde su mirada.
Me encanta que la mirada sea tan importante en tu obra y el poder de transformación que tiene.
Sí, para mí es fundamental. Creo que cada obra realmente se completa cuando se mira. Y no solo me refiero a que tú, como espectador, observes, sino también a que la pintura te mira a ti. No es solo porque mis obras sean retratos; incluso en otras formas, como el expresionismo, la mirada está presente y vuelve hacia ti. Para mí, eso tiene un peso muy importante.
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Bilis 3, 2023
¿Alguna vez alguien te ha dado una interpretación de tu obra que te haya sorprendido o que nunca hubieras imaginado?
Sí. Hubo un señor que se quedó muy impactado con las pinturas. Normalmente, mucha gente, cuando las ve en Instagram, siente miedo, pero al verlas en vivo, la reflexión cambia completamente. Eso también me ha llevado a plantear mi tesis actual: la imagen digital frente a la imagen pictórica, que, más que una imagen, es una presencia. Creo que la percepción cambia mucho cuando la obra se ve en persona.
Pero este señor, la verdad, se sorprendió tanto que empezó a decir que las pinturas representaban niños secuestrados, claro, desde un contexto muy mexicano y tal. Son cosas que tengo en cuenta, pero mi obra no está dirigida hacia eso. El caso es que el señor empezó a desvariar, y yo ya no sabía cómo detenerlo. Fue una situación bastante incómoda.
¡Qué intenso! Pero supongo que eso también es un logro como artista: poder generar un impacto tan profundo. Hablando de eso, ¿cómo es tu proceso creativo? Si pudiéramos entrar ahora mismo a tu estudio, ¿qué sería lo más inesperado que encontraríamos? ¿Hay algo particular o alguna ‘rareza’ en tu forma de trabajar que pocas personas sepan?
Sí tengo una rareza, aunque creo que no soy la única; siento que es algo común entre artistas. Tengo mi espacio de trabajo con mi mesa y mis cosas, y trato de mantenerlo ordenado, pero soy muy desordenada. Todo el tiempo estoy en ese ciclo de desorden-orden, desorden-orden, y peleo mucho con eso. Pero lo más inesperado sería un sillón que tengo junto a la ventana.
A veces me quedo dormida ahí mientras trabajo, aunque ya me propuse dejar de hacerlo este año porque es muy tóxico, ya que trabajo con solventes. Mis amigos siempre me dicen que me hago mi ‘chemo creativo’. Aquí en México, el ‘chemo’ es lo que huelen los chicos en situación de calle, como cemento o tiner, para aguantar. Entonces me dicen: ‘¡Te haces tus chemos creativos!’
Y bueno, algo que amo es dormir, pero también lo pienso como parte de un sistema de creatividad, como si fuera un descanso creativo. El problema es que, haciéndolo en el taller, me puedo llegar a intoxicar bastante. Creo que esa es mi mayor rareza (risas).
Tu familia, especialmente tus padres, ha influido mucho en tu trabajo. Pero, ¿hay algún artista, escritor o incluso alguna música que haya marcado tu manera de hacer arte?
Sí, son varios los pintores, pero también me ha marcado mucho la novela policíaca o la novela negra. Me gusta pensar en esos personajes como si fueran parte de una ficción, pero llevada a la pintura. Pienso que narran una historia, aunque no esté escrita como tal. Justo con la mirada del personaje puedes completar esa cuestión de averiguar su identidad: quién es, qué le pasó, cuál es su historia... Eso ha sido una gran influencia para mí.
Para ti, ¿qué significa la belleza?
Uf, la belleza... Creo que es una combinación de muchas cuestiones personales, pero también está muy ligada a la época en la que vivimos y crecemos. Es como si todo eso se conjugara en una persona: su historia, sus gustos, su educación, su contexto. Al final, creo que la belleza es todo eso entrelazado, lo personal y lo histórico, coexistiendo en un ser.
¿Qué nuevos caminos o medios te gustaría explorar?
Quiero armar una especie de fiesta o ritual medio dionisíaco donde se pueda convivir con esta técnica que usé al principio del proyecto, que es la transferencia. Es una técnica donde, para quitar la culpa del papel de la imagen, se trata de rascar. Me encantaría invitar a gente para que pueda convivir con esa experiencia, casi como un performance.
He estado trabajando con una compañía de teatro, porque hice toda la cuestión escénica, y me gustaría mucho llevar esto a ese lugar, a ese espacio. Incluso me imagino que la invitación sea medio secreta o enigmática. No sé, son cosas que se me antojan muchísimo (risas).
Qué interesante, ¡yo iría sin dudarlo! ¿Y dónde podremos encontrarte próximamente para seguir tu obra Limo? ¿Estarás por España?
Ahora mismo tengo muchas ganas de ir a Arco pero dudo que llegue a tiempo, porque aún no he cerrado nada con nadie. Lo que sí tengo confirmado es una exposición a finales de marzo en París, en una galería llamada Marguo. Además, tendré un solo show en Guadalajara, Atlanta y Seattle. O sea, ¡va a ser un año muy interesante!
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Bilis amarilla A, 2023/2024
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Bilis amarilla B, 2023/2024
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Bilis amarilla I, 2023/2024
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Bilis amarilla III, 2023/2024
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OCA1 - OCA8 – I, 2024
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OCA1 - OCA8 – II, 2024
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OCA1 - OCA8 – III, 2024
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OCA1 - OCA8 – IV, 2024
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Bilis VI, 2023
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Bilis III, 2023
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Bilis V, 2023
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Bilis I, 2023