No recordaba que la cuesta que hay que subir para llega de La Riviera a Contraclub fuese tan pronunciada, y es que igual que hace unas semanas estábamos viendo a Dano allí gracias a Sound Isidro, esta vez nos trajeron a Anadie a la sala. Y creedme que, sabiendo el show que estábamos a punto de ver, la cuesta se hizo mucho más llevadera.
Nuestra protagonista venía de hacer un sold out dos semanas antes de que tuviese lugar el concierto, y la cola que había en la puerta de la sala no hacía más que corroborarlo. Conforme íbamos entrando cada uno iba buscando su hueco en esta humilde pero acogedora sala para no perderse ni un detalle de lo que estaba a punto de acontecer. Incluso algunos asistentes (los más bajitos) aprovecharon los vanos de las paredes para poder otear a nuestro ángel favorito a través de la marea de cabezas.
Ana, Anadie, Anita La Valiente… Son muchos los akas que preceden a esta chica pero todos se aúnan en la figura que se plantó delante de nosotros aquel día como si de una aparición se tratase. Acompañada por sus escuderos Kfé, Bass Seismic y Parrado, allí apareció vestida de blanco y con sus lentillas brillantes color miel. La canción que abrió el show fue Hecha de espejos, la oportuna introducción a su disco Efectos secundarios de ser un ángel. Desde el comienzo se pudo notar el calor del público actuando de coro, logrando incluso eclipsar por momentos la voz de la artista, pero Ana sabe hacerse notar. De hecho, uno de los momentos más especiales del show fue cuando sin base ni instrumentos de fondo decidió regalarnos unos de sus versos inéditos recitados de memoria ante los cuales no podíamos cantar, solo quedaba callarse, escuchar y aplaudir llegado el momento.
“Y aunque Dios no existe sé que tengo ángeles conmigo”, canta Ana en su tema Anita yo te invito, y esto se hizo palpable con las apariciones en el escenario de las dos colaboraciones del disco. Primero fue el turno de Hardemtk, que aparte de cantar juntos veneno en la sangre soltó uno de sus temas en solitario mientras que Anadie desapareció del escenario. Cuando volvió, la americana blanca había sido sustituida por un top negro junto con el resto del outfit. Y es que según nos acercábamos al ecuador del show Ana quiso llevar este viaje de descenso a su lado más oscuro incluso al vestuario. La otra colaboración que asomó la cabeza fue ni más ni menos que El Virtual, junto al que cantó su absoluto banger mil yardas, que puso a toda la sala a pegar saltos al ritmo de la instrumental de Kfé y Bass Seismic.
Entre tema y tema Ana aprovechaba para soltar algún comentario, fueron todo subidas y bajadas, momentos de guitarreo, a capella, rapeo o baladeo. El contraste entre el blanco y el negro estuvo bien representado, pero en todo momento se pudo notar una cercanía singular. Tanto que los gritos que pegaba la gente del público se llegaban a colar en el micrófono. Esa noche nuestra protagonista se ganó a pulso su aka Anita la Valiente y no por tener la valentía de decir delante de sus padres que está jugando al Fortnite mientras se come un culo, que también, sino por saber llevar adelante un show con momentos tan variados entre sí sin bajar el nivel ni un solo momento.
Cuando escuché su música por primera vez, su estilo me hizo clic en el primer momento, pero cuando conocí a Ana personalmente todo pasó a tener incluso más sentido. El aura que desprende esta chica tiene algo especial. Es una energía cintilante e inexplicable que más comprendes conforme más cerca la tienes, y verla en directo fue un momento aurático de los que no se olvidan. Tengo claro que algún día podré presumir de haber visto en directo a esta chica antes de petarlo del todo, y os aconsejo que si vosotros tenéis la oportunidad de hacerlo no la desperdiciéis por nada del mundo.