Anita La Valiente hace poesía de (su) verdad y crea canciones que trascienden los géneros musicales: sus palabras, cantadas por su voz, tocan esas zonas del estómago que reaccionan al sentir más profundo. Y es que Anadie es una de las nuevas voces destacadas del panorama español. Es cantante, compositora, productora y toca la guitarra, el bajo, el piano, el ukelele y el banjo. Ha trabajado con nombres como Foyone, Elviruss, Virtual, Metrika, o Moneo, dejando claro que su talento trasciende géneros y etiquetas, como pudimos comprobar en su debut, Efectos secundarios de ser un ángel.
Si allí encontrábamos mucha rabia y mucho empoderamiento, en este nuevo EP, Amor, bestias y escaleras, hay un aspecto más contemplativo y reflexivo, pero con mucha honestidad, una constante en su obra. De formación clásica, su música siempre responde a su avatar viviente (en sus propias palabras). Ana llega desde Málaga para el mundo para mostrar que aquí realmente brilla más el talento autóctono que las hordas de turistas que se están comiendo la ciudad. Fan de los poetas del Siglo de Oro, pero también de Gloria Fuertes, la artista empezó musicando poemas. “Necesito transitar mis emociones para poder sacarme el corazón y verlo en tercera persona para poder escribir en primera”, explicaba hace unos meses.
“El amor no puede esconderse, no puede fingirse, no puede romperse”, comienza intensamente Anadie introduciendo su nuevo EP, con este manifiesto de reflexión en la pista de baile. Amor, bestias y escaleras, que es un proyecto sobre el amor a los suyos, a sus monstruos y bestias, y a los lugares donde compartir, abre aún más las posibilidades de la artista que, sin abandonar su particular estilo, ahonda en otros géneros mientras nos lleva de la mano a revivir sus historias.
El lo fi acústico coge presencia en temas como Mágico y divino, apuntando a la tristeza de la decepción, o de alegato del enamoramiento fatal en Cigarro en la sien. En Tequila y flechas coquetea con la cumbia y el reggaetón para darnos una buena dosis de Anita La Valiente, y en Triste en la calle, junto a Sebastián Cortés, nos regala un power pop con verdades como versos y velocidad como eje de los sentimientos.
Aunque su expresión artística tiene mucho de coplera y de sus manifestaciones, hay algo en las creaciones de Anadie que nos acerca también al mundo del rap y el hip hop. Su narrativa bebe de sus historias, donde su alter ego, Anita La Valiente, se abre en canal para mostrar sus vivencias y su forma de encajarlas en un imaginario muy especial. En Amor, bestias y escaleras encontramos un manantial reposado (como el del soneto final de su tan admirado Miguel Hernández) desde el que la artista aborda su momento vital como solo ella sabe: cantando su poesía, solo que esta vez hay mucha más luz que desconsuelo.
Amor, bestias y escaleras. Si hay algo que nos dice este título es que la poesía sigue viva y muy presente en tu trabajo. ¿Cómo nace la idea del EP y por qué lo has titulado así?
Aunque me haya inclinado por géneros como el urbano, el reggaetón o el techno, creo que no están exentos de poesía. La poesía lo enmarca y en lo engloba todo en mi obra, siempre he sido una ávida consumidora. La idea del título nace porque todos mis proyectos y canciones van relacionados con el momento vital en el que me encuentro, y siento que estoy en una etapa de reconciliación con el amor y todas sus aristas y todos los tipos.
Las escaleras, porque son sitios en los que se hacen las paces, se discute, también se hacen cositas, se procrea, y son espacios en los que he pasado momentos de mi vida muy importantes, conversaciones muy intensas, muy reveladoras. Pero también donde he disfrutado con mis amigos, que son también mis monstruitos, mis bestias. Entonces: amor porque es lo de que trata el disco, bestias porque somos los protagonistas y escaleras porque es donde nos besamos, nos sentamos a comer pipas y a bebernos un tintito y ver cómo avanza la vida.
“Aunque me haya inclinado por géneros como el urbano, el reggaetón o el techno, creo que no están exentos de poesía. La poesía lo enmarca y en lo engloba todo en mi obra”.
Te has ocupado de la producción al completo en este nuevo proyecto. Se expanden las influencias del hip hop, hay cumbia, guiños al reggaetón, pero también momentos casi techno, como el que abre el álbum. ¿Te has sentido más libre o con más curiosidad a la hora de crear esta nueva música?
El hecho de producirlo yo es un arma de doble filo: por un lado me siento absolutamente libre de no tener que dar concesiones ni tener que buscar alternativas o poner cosas en común, y eso ha hecho que sea una producción totalmente mía y de la que estoy muy, muy orgullosa. Pero también, todo el peso acaba recayendo sobre ti, sobre tus hombros, y no sé cómo seguiré avanzando en próximos trabajos, si contaré de manera puntual con productoras o productores, o si seguiré un poco por este camino. Estoy contenta, pero el desgaste mental es por partida doble. Pero la satisfacción también, así que lo tengo que poner un poquito a tierra y ver cómo lo sigo planteando.
“Estaba aquí antes que tú, antes que yo”, cantas en El amor es amor, el tema que abre el EP. Parece casi un momento coplero, hay algo en tu música que recoge parte de la canción popular española y la traes al momento que vivimos. ¿Qué importancia ha tenido el amor, o el desamor, en la creación del EP?
Es un momento coplero porque soy una folklórica moderna también, es un poco lo que hago (risas). También soy muy teatral, muy histriónica, por ahí me viene el tono coplero. Y la importancia del amor y del desamor, pues el EP gira en torno a ello; no solo en torno a un desamor romántico, también hay un guiño en esa canción al luto de una amistad, al abandono de un proyecto del que te tienes que desembarazar porque a veces las circunstancias vitales no son las que te gustaría que fueran. Son los dos temas centrales. El amor visto desde el punto más extremo y brutalista, y el desamor en varias vertientes más allá del amor romántico.
Mágico y divino y Cigarro en la sien tienen, sin embargo, una construcción más sencilla en términos de producción, y creo que ambas recogen de una forma magistral la melancolía y el costumbrismo inmerso en muchas de las historias de amor que vivimos. A la hora de componer ¿hay artistas u obras que hayan tenido un especial impacto en ti durante el proceso de escritura?
La de Mágico y divino, por ejemplo, toda la corriente de autores y autoras del dadaísmo ha tenido mucho que ver porque es una canción que escribí como ejercicio de escritura automática. Fue muy bonito porque al día siguiente de escribirla, me desperté y al leerla se me cayeron dos lagrimones de decirme a mí misma, madre mía, acabo de encontrarme con una radiografía de los recovecos más secretos de mi psique aquí. Fue como una revelación que me estaba haciendo a mí misma. Empecé a desgranar cada verso y a darme cuenta de que es lo más coherente que he escrito nunca. Y lo he hecho desde el inconsciente.
Sobre Cigarro en la sien, hay un verso de Morir o matar, de Nacho Vegas, que dice: “Y tus párpados cayendo se me antojan guillotinas”, y me parece que es la comunión perfecta entre lo tierno y lo grotesco. El hecho de querer apagarme un cigarro en la sien para sentir algo que no tenga nada que ver contigo parte de una influencia directa de esa canción.
“Los portales donde te besé ahora son Airbnb”, compartiste recientemente en redes. Me gusta mucho cuando, de alguna manera, las redes se convierten casi en un cuaderno de ideas de las artistas. Aquí hay una clara mención, con el amor presente, a la situación actual que se vive a lo largo de todo el país con la vivienda, y que en Málaga está apretando cada vez más. ¿Cómo afecta este proceso de gentrificación a la vida de una artista?
Creo que el daño va más allá de mi faceta artística; soy un ser humano y merezco una dignidad, un techo, un sitio donde poder caerme muerta. Merezco no tener que sentirme extranjera en mi propia ciudad, que mi ciudad no me quiera allí. Pero en lo artístico también afecta por la sencilla razón de que si en la cabeza solo tienes espacio para preocuparte sobre qué va a ser de tu vida mañana, qué dignidad voy a tener… Pues todo eso afecta. Lo podría romantizar y decir que la creación desde la pobreza o la carencia es tal, pero no es así; yo quiero tener mi dignidad como ser humano.
Otro de los momentos del disco es la colaboración con Sebastián Cortes, Triste en la calle; tiene una potencia destacable. Me recuerda por momentos a la novela Facendera, de Óscar García Sierra, que hace un retrato de la deambulación de dos jóvenes en la España actual. ¿Cómo surgió este tema, y cómo llevasteis a cabo esta colaboración?
Me gusta mucho la referencia. La verdad es que este tema surgió tal y como se narra en la canción. Nos conocimos en un concierto que di el año pasado en San Isidro, en abril. Justamente él estaba pasando por una etapa vital muy compleja con la que yo también estaba empatizando mucho en ese momento. Acabó como una escena de una peli indie, lloviéndonos en una marquesina de una parada de autobús, a las tantas de la madrugada, cuando lo que queríamos es que ya se hubiera acabado una fiesta a la que fuimos, o que no hubiéramos ido nunca porque nada de lo que ocurrió allí fue bueno. Salvo el hecho de crear vínculos porque en las situaciones difíciles uno se muestra más a flor de piel y es más fácil el contacto con el otro. De ese vínculo nació la oportunidad de trabajar juntos. Y la verdad es que es una persona a la que admiro, a la que quiero, y es un regalo contar con él en este EP.
¿Por qué Tequila y flechas era la perfecta carta de presentación de este EP?
A nivel musical no sé si era la más idónea, pero sí en relación al imaginario estético. Yo venía del álbum Efectos secundarios de ser un ángel, de mostrarme de una manera casi virginal, incólume, pero creo que la estética de Tequila y flechas sentencia mucho que ya no soy ese ángel inocente (nunca lo fui aunque me concibiera así). Soy una consecuencia del daño que hago, del que me hacen, de mis virtudes, de mis miserias; me muestro mucho más humana.
Si le preguntamos cómo va la vida a Anita La Valiente, ¿qué crees que nos respondería?
Pues si se lo preguntas a la Anita La Valiente de hace un año se pondrá a dar saltos de alegría por la habitación, a abrazar a sus padres y a sus seres queridos, y a decirle: chavales, lo estamos haciendo y estamos en el camino. Así que de puta madre.
Finalmente, vienen por delante muchas citas para poder verte en directo presentando este nuevo trabajo. ¿Qué tienes pensado para el directo? ¿Es fácil llevar canciones sonoramente tan diversas a un espectáculo?
La verdad es que es complicado pero también muy divertido porque considero que un directo mío es una experiencia muy completa. Hay momentos muy íntimos de prácticamente cantar a capella y hay otros como si estuvieses en La Fabrik liándola parda, entonces la gente suele salir (y yo también, que creo que es igual de importante) muy renovada. Has ido a un sitio en el que has podido desfogar lo más grande, sentirte en contacto y en comunión con otras personas, entonces creo que mola mi propuesta. Es una cosa que me gusta, estamos trabajando también en nuevas visuales, nueva escenografía. Además, este nuevo imaginario me abre un montón de posibilidades en el atrezzo y a la hora de acompañar las canciones. Es una experiencia muy completa.