Ana Farelo es, como ella misma diría, una artista todoterreno. Sabe hacer de todo: componer, producir, cantar, tocar algún que otro instrumento, gestionar sus propias redes y, además, dedicar tiempo a su entorno. No es suerte, es trabajo duro; no es solo sacrificio, también es talento. Atrás quedan sus covers y versiones, que recuerda con mucho cariño (sí, el audio viral de TikTok de Mujer contra mujer es suyo), que ahora dan paso a una nueva etapa. Recortes, su nuevo EP, llega para poner nombre a todas esas emociones que hemos sentido alguna vez pero no hemos podido definir.
Recortes es un conjunto de pensamientos o vivencias que he vivido y transitado a lo largo de mi vida, por eso he centrado el álbum en la autoperfección, la conciencia, el ser y todo lo que me preocupa”, comenta. A su vez nos invita a recorrer rincones y a leer, con nuestras propias interpretaciones, su diario más personal. Para ella, la música no solo emite: también da respuestas y consigue, mediante melodías, comunicar lo que en palabras se queda corto. Hoy hablamos con Ana sobre identidad, ambición y cómo mostrarse vulnerable es esencial para crear arte.
¿Cómo se define a Ana Farelo?
Uf, qué complicado. Ana Farelo se define como una persona que tiene demasiadas inquietudes, sobre todo a nivel artístico, de saber, conocer y aprender cosas nuevas, por eso se introduce en el mundo musical. Vengo de estudiar teatro y el mundo audiovisual, pero como siempre me ha gustado la música y he sido una fiel consumidora, esas inquietudes y necesidad de aprender me han acabado llevando hacia la música.
La música ha estado presente durante toda mi vida y he crecido escuchando un montón de referentes que siguen siéndolo a día de hoy. Al ser un mundo tan complicado y tan volátil, donde un día estás en un sitio, otro día bajas y otro subes de nuevo, es complejo establecerte. Yo no lo tenía como una primera opción en un principio, era más un hobby para sentirme bien y ser feliz, ya que me gusta como pasatiempo.
¿Recuerdas ese momento exacto en el que la música llegó a tu vida y apostaste por ella?
Fue en 2020, cuando hice una cover de la canción Sorry de Halsey y la subí por primera vez a Spotify. No sé muy bien cómo llegó a un productor de un programa musical internacional que se llamaba Made of Music, me propuso participar y hacer una canción original mía en cinco días. En ese momento estaba de viaje y no tenía las herramientas para componer ni escribir, nunca me había sentado a hacerlo de manera profesional. Gracias a un montón de gente que me ayudó, en cinco días pudimos sacar a la luz Motion. Fue lo primero que hice y, a partir de ahí, pensé, si esto ha llegado hasta aquí, creo que puedo hacer música que gusta y llegar a más público. Ahí fue cuando decidí empezar a apostar más por la música.
Cinco días es muy poco tiempo.
Cinco días es una locura, pero bueno, soy una persona que aunque no sepa hacer algo en un momento dado, lo voy a sacar adelante sí o sí. Soy muy cabezota en ese sentido, y si se me pone un reto delante intento llevarlo a cabo de la mejor manera y con el mejor resultado posible.
Sorry de Halsey es la primera versión que haces, pero no la única. De hecho, dejando de lado Motion, la mayoría de tu contenido hasta 2024 sigue la misma línea e incluso la recopilas en un mini álbum titulado Nostalgia. ¿Qué te ha impulsado a crear un EP de autoría propia ahora? ¿Por qué en este momento?
Nostalgia no era un EP preconcebido sino mi formación, por así decirlo, en producción musical. Empecé con las covers porque las canciones originales se me hacían bola, ya que también quería ocuparme de la producción; ese EP básicamente me sirvió de entrenamiento. Me quité el peso de encima de componer y pude dedicarme exclusivamente a producir y utilizar un software. Cogí canciones que me gustaban y estaban en el imaginario colectivo y las hice de una manera completamente diferente, a ver qué salía, y aunque en un principio iban a ser para mí, mis amigos me incitaron a que las subiese. De hecho, Mujer contra mujer fue la primera en salir y la que más repercusión tuvo.
“El algoritmo es, ahora mismo, el absoluto jefe de todo el mundo que se dedica al panorama artístico. Eres esclavo de lo que le apetece enseñar y no enseñar.”
Fue un éxito. Cuéntanos más sobre eso.
Con esa canción estaba un poco rayada por la producción, pero decidí retomarla en diciembre del 2023 porque me parecía una apuesta que podía escucharse bastante; grabé un tiktok y se viralizó. Ese santo algoritmo que a veces es mi mayor enemigo pero también lo que me ha ayudado a crecer. Pero bueno, volviendo al tema, subí esa cover y a raíz de ahí me llegaron un montón de oportunidades y pude firmar con una discográfica con la que acabé el proyecto de Nostalgia. Ahí empecé con mi objetivo final, hacer música por mi cuenta. Nostalgia simplemente ha sido una justificación para lanzarme a la piscina, la prueba de fuego en la que dije: si esto me va bien, sigo, si no, vemos qué hacemos.
Como has comentado, TikTok ha viralizado una de tus versiones y te ha dado visibilidad, pero también ves el algoritmo como un enemigo. Cuéntame más sobre esa dualidad y tu visión sobre las redes.
El algoritmo es, ahora mismo, el absoluto jefe de todo el mundo que se dedica al panorama artístico. Y ya no solo artístico, sino también en medios de comunicación. Eres esclavo de lo que al algoritmo le apetece enseñar y no enseñar. Es bueno por un lado porque, sin tener mucha repercusión, llegas a un montón de gente si a ellos les cuadra, pero por otro, te castiga mucho y estás a expensas de ver qué tipo de contenidos tienes que crear para que tu música llegue.
Como cantante y compositora mi objetivo es centrarme en hacer música, pero muchas veces tengo que posponerlo por intentar tener una estrategia de redes y que tenga repercusión. Muchas veces pienso en que, por mucho que hagas algo y esté bien hecho, si nadie lo ve, no llega a nada. A mí me ha dado mucha alegría porque me ha tratado bastante bien, pero hay veces que te curras un montón cierto contenido o te apetece hacer muchas cosas y no sirve de nada.
Centrándonos en Recortes, ¿cómo describes la narrativa que sostiene y qué te ha llevado a profundizar en ella?
No tiene un hilo conductor, no es una historia lineal por así decirlo. Recortes es un conjunto de pensamientos o vivencias que he vivido y transitado a lo largo de mi vida, por eso he centrado el álbum en la autoperfección, la conciencia, el ser y todo lo que me preocupa. Creo que el hilo conductor es la salud mental y la importancia de mirar para adentro y ver qué es lo que tenemos. Estoy a favor y también hago canciones de amor, pero el panorama musical exclusivamente trata estos temas y quería ahondar más allá. La música tiene que representar a su público, y estoy segura que hay muchas cosas de las que hablo en el álbum que a muchísima gente le resuenan y nunca han escuchado hablar de ello. La música en parte te ayuda a sentir que no estás solo, estamos pasando todos por distintos procesos.
La primera canción, Handicap, precisamente te abre a explorar teorías filosóficas y artistas como Dalí o Lorca. ¿Qué te ha inspirado a indagar más en la dualidad mente/emoción a la que nos solemos enfrentar en nuestra vida diaria?
Con Handicap me pasa como me pasa con todas las canciones, mostrarse vulnerable y exponer tus pensamientos al público general. Era una canción que llevaba tiempo planteándome porque pienso que todo es mucho más sencillo y se debería relativizar, pero la realidad es que cuando me siento o me tumbo en mi cama, no puedo parar de darle vueltas a la cabeza a los mismos temas. Aquí se habla de dualidad, del querer dejar de pensar y estar tranquila aunque en realidad no pueda evitar ser una persona visceral, emocional y darle vueltas una y otra vez al pasado, presente y futuro.
Lo que quería es que las canciones fueran visuales y gráficas, que te dijera Lorca y te imaginaras ese mundo, o Dalí, el surrealismo, el dadaísmo o el mito de la caverna. Quiero que sea lo más visual posible para que todo el mundo se pueda sentir identificado con esas referencias que conoce.
¿Crees entonces que la razón de ser de tu música proviene de tu mundo interno y vulnerabilidad?
Sí, creo que como artista tienes esa obligación, o yo por lo menos lo siento así. Si afinas la tecla justo para dar en una cosa propia vulnerable, seguro que estás afinando también para dar en la vulnerabilidad de otra persona. Siento la obligación de contar este tipo de cosas porque el arte es reivindicación y exposición, mostrar al mundo cosas y dejar escrito qué es lo que nos pasa.
Continuando con Handicap. Cuando hablas de vivir en el ahora y no preocuparnos de futuros improbables, ¿lo consideras una lección aprendida o aún por asimilar?
Como dice la canción: consejos vendo que para mí no tengo. Otra forma de plantear el álbum era dejar por escrito cosas que tengo que hacer o tareas pendientes; hay veces que sí se consigue y otras que, como digo en Handicap, relativizo. Creo que lo importante de esto es no juzgarse, saber que va a haber momentos de recaídas y no pasa absolutamente nada porque ese es el punto de todo. No tienes por qué estar siempre feliz y sin preocuparte; la felicidad no es una cosa a la que aspiras sino una consecuencia de tu vida. Hay veces que digo que sí y que tengo la lección muy aprendida, pero también me he encontrado en la otra parte no hace tanto.
Los videoclips de Luna de miel o Handicap tienen una carga emocional que conecta muy bien con esa intensidad de las canciones. ¿Qué proceso sigues para transmitir las narrativas de tus temas a través de recursos visuales sin perder fuerza?
Como me he formado en audiovisuales, siempre he tenido bastante claro a la hora de componer que existe una tercera dimensión. La música es un 2D, y cuando ofreces un videoclip le estás dando una tercera dimensión a la misma historia, por lo que puedes sacar matices nuevos. Es decir, hacer un producto más empacado y que llegue a otros lugares. Muchas veces, cuando compongo, ya estoy pensando en la imagen visual que va a tener y eso me ayuda un montón a la hora de hacer los videoclips.
Con el de Handicap, para mostrar esa dualidad usé la mítica referencia súper manida, pero que a mí me parece muy gráfica, del ángel y el diablo en los hombros. En ese proceso mental está el ángel inocente y tranquilo y de repente aparece el diablo, que arrasa con todo. El ángel, al tener esa inocencia, decide preguntarse cómo es el demonio, evitarlo un poco pero al final acaba cayendo en esa red, como al recrearte en tus problemas.
En esa historia de amor que acaba con el diablo abandonando al ángel y él con una huella que no se irá fácilmente, vemos el punto de buscar esas referencias y darles una tercera dimensión a la música. Soy una gran fan de los videoclips y me parece que frente a otros productos audiovisuales como las películas, con una ficción tan corta, se te puede ir un montón la olla.
En Ego parece haber un mensaje personal, o incluso dirigido hacía otra persona, con frases como no “nací sabiendo, todo se va viendo” o “bájate al suelo, que no te coma el ego”. ¿Son autobiográficas, es decir, compones en paralelo a tu situación vital?
Es un narrador omnisciente que se habla a sí mismo, es decir, me estoy hablando a mí misma. De hecho, la canción para mí nace de sentarme y decir: esto es lo que me pasa y lo que me diría desde fuera. Como el mundo musical es muy complicado y soy una persona muy exigente, muchas veces pierdo la cabeza por intentar sacar cosas adelante. Y no solo eso, también el tiempo o mi entorno. Ahora ya no tanto, soy más consciente, pero sí que lo he hecho durante mucho tiempo para centrarme en el proyecto.
Quien tenga una pasión entenderá que es algo visceral necesitar hacerlo sí o sí, y a veces dejas de lado otras cosas que también son muy importantes. También hay que hablar del tema de la meritocracia porque es muy complicado en este mundo. Yo no vengo de una familia con alto poder adquisitivo, sino más bien bastante humilde, y he tenido que trabajar desde los dieciocho años para sacar mis proyectos musicales adelante y comprar mi teclado, mi guitarra o aprender producción. La canción, entonces, es ese punto de escribirme y decir: te estás esforzando pero que no se te vaya la olla, si no lo consigues, no pasa nada. Que esté tranquila, no soy Dios ni lo voy a ser nunca, así que no tengo que aspirar a la perfección.
¿Crees que has encontrado un equilibrio entre tus metas y tu vida personal?
Ahora mismo sí. Ha sido un trabajo de muchísimos años y de poner límites por salud mental, que es lo más importante. A veces la he dejado de lado y me he visto en un pozo sin fondo. Ahora que ya tengo esa lección aprendida, sé que he de tener ambición pero sin que se me vaya la cabeza porque por delante también han de estar mi entorno, mi familia, mis amigos y mi pareja. Estoy tranquila porque puedo dedicarme a lo que quiero: tengo trabajo también en el sector audiovisual, tengo tiempo para pasarlo con mi entorno y he aprendido, aunque me haya costado un montonazo.
X ti gira en torno a la rabia y el despecho y, al igual que otras canciones, se nutre de una base de hyperpop. ¿Qué papel juega este ritmo a lo largo del EP y qué crees que aporta a tus composiciones?
Es una canción que hice hace dos años, pero al estar con Nostalgia la dejé en un cajón. Cuando tuve claro que quería hacer un EP y recoger lo que me había pasado, me crucé otra vez con ella y pensé que estaba bastante bien, así que decidí darle una vuelta de tuerca. La producción era un pelín distinta pero me pareció muy graciosa, en el sentido de ser una canción que tiene mucha rabia y en la que quería contrarrestar ese punto con hyperpop o, bueno, casi tontipop. Quería que sonase a Nintendo DS, Mario Bros y Zelda, esa mezcla de inocencia y rabia desde la perspectiva irónica.
La última canción del EP, Johatsu, es un término japonés que hace referencia a las personas que dejan todo atrás y desaparecen voluntariamente. ¿Cómo has encontrado esta palabra y qué te ha inspirado a transformarla en canción?
Tengo una cosa muy buena y a la vez muy mala que se llama insomnio y que hace que por las noches me entre la curiosidad que no teng  durante el día y empiece a leer artículos en internet. Una noche estaba leyendo un periódico e hilando de un artículo a otro descubrí esta palabra y lo que era el término ‘yohatsu’. Me quedé alucinada porque no sabía que esto pasaba en Japón y que había como ochenta mil desaparecidos al año.
Me pareció tan curioso y enrevesado que me puse a ver un montón de vídeos de gente yohatsu o que estaba buscando familiares que sospechaban que eran yohatsu. Creo que todo el mundo, en algún momento de su vida, ha pensado, me gustaría empezar de cero porque ahora estoy fatal y siento que si empezase otra vez… Muchas veces es mentira, pero en ese momento de enajenación piensas que si empiezas de cero, todo va a ser genial y maravilloso. Estuve investigando los motivos y muchos eran por problemas familiares, financieros, violencia de género, etc.
Quería buscar un sujeto para escribir la canción y al final elegí meterme en la piel de las veces que había pensado que era mejor desaparecer, no en un sentido literal, sino empezar de cero para que mi vida fuese mejor. Es un tema muy importante porque cuando estás en un momento de vulnerabilidad, piensas que estás haciendo todo mal y que puedes empezar de nuevo; quería una canción que lo representase. No estoy abogando porque eso siga ocurriendo, sino como manera de exponer que existe y habría que pararlo.
“No me sale natural cantarle canciones a hombres porque no me pasan esas cosas con ellos, no tengo sentimientos hacia ellos que reflejar; para que el mensaje sea sincero, he de cantarle a una mujer.”
Tus canciones siempre son desde el punto de vista de una mujer y dedicadas a otra; es decir, una perspectiva sáfica. ¿Qué importancia tiene para ti representar el amor que se sale de la heteronormatividad en tus temas?
Para mí es muy relevante. Estamos en un momento en que, a pesar de estar todo muy polarizado, hay bastante información y están más expuestos los romances sáficos. Cuando era pequeña no tenía ningún tipo de referencia y para mí fue muy difícil, no el darme cuenta, sino encontrarme a mí en mis relaciones amorosas. Por suerte había una o dos personas que a través de redes sociales hablaban abiertamente de que eran lesbianas o bisexuales y eso me ayudó bastante.
No me sale natural cantarle canciones a hombres porque no me pasan esas cosas con ellos, no tengo sentimientos hacia ellos que reflejar; para que el mensaje sea sincero, he de cantarle a una mujer. Es importante que hagamos este trabajo de reivindicación desde la industria musical porque hay cuatro gatos que admiten que son sáficas y van en ciertos géneros muy concretos. Hay que seguir luchando y darles a las más peques una referencia para que ellas, si el entorno no las acompaña, se sientan seguras de que su historia es tan válida como cualquier otra.
Hemos avanzado muchísimo pero sigue habiendo cierta barrera, sobre todo en el mundo artístico. Nos queda mucho por hacer.
Sí, totalmente, sobre todo porque muchas veces dentro del colectivo, la G es lo que más pesa y lo más visible. Las mujeres sáficas sufrimos doble discriminación: ser mujeres y ser lesbianas. Es más complicado encontrar referentes.
Si pudieras enviarle un mensaje a la Ana del pasado, a la que le hacían falta referentes y necesitaba el papel que estás ejerciendo tú ahora, ¿qué le dirías?
Que esté tranquila, que no está sola y que todo lo que le está pasando tendrá una resolución. Todo va a estar bien y no pasa nada si en algún momento no lo está porque siempre va a haber un aro de luz allá donde vaya. Sobre todo que tenga paciencia porque, por mucho trabajo que haya, hay veces que tendrá que esperar, pero a la vez merece muchísimo la pena, así que disfrute un montón del proceso y celebre cada triunfo por pequeño que sea.
¿Y a la Ana del futuro?
A la Ana del futuro le diría que no hay prisa, que también esté tranquila y que espero que esté sabiendo encajar todo poco a poco. Espero también que esté disfrutando de lo que está haciendo y si al final no sale, da igual porque voy a estar orgullosa de ella. Espero que esté disfrutando muchísimo de la vida.
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