Hoy nos sentamos con Alexxandra para hablar de su segundo EP, Dios está bailando, una obra en cinco actos que busca los límites del sentir a través de un BPM con más pulsaciones que el que ha alcanzado junto a Sergio Salvi, de Delaporte, con el que se han consagrado como el mayor referente electrónico de la escena indie española.
En Dios está bailando, la artista junta spoken word con electrónica en una propuesta más cercana a la de un poeta que a la de un cantautor, y que nos recuerda la divinidad de lo humano y natural con cada palabra y gesto. Sin embargo, Alexxandra está abierta a la exploración, desde hard groove más sensual en Culo duro de bailar :) hasta lo que acuñaron Las Bistecs como ‘electrodisgusting’ en How Do You Say.
Tras exceder la media hora agendada y hablar de una forma de entender la música y la vida más responsable con nosotros, la naturaleza y quienes nos rodean, e intentar redirigir la conversación hacia su trabajo más reciente, Alexxandra sentencia: “La música al final es una consecuencia, y hablar de la consecuencia sin hablar de las causas es muy difícil, ¿no?”.
¿En qué momento te diste cuenta de que querías reenfocar tu trayectoria musical al hard techno?
Me acuerdo de un Sónar en 2017 que pasé de ver a Arca a Richie Hawtin. Me gustan lxs dos, pero fue muy distinto porque era la primera vez que escuchaba techno en 2017. Por aquel entonces escuchaba compulsivamente a James Blake, Jamie xx, Aphex Twin… ese universo electrónico guiri pero no de club, que en España ni existía este concepto (y existe todavía poco). Toda mi vida y universo ha sido como, wow, ojalá existiera algo así en castellano.
¿Qué te permite hacer Alexxandra que no puedas con Delaporte?
Me permite ser más macarra. Estoy con un beat que digo, buah, esto es demasiado. Me río y, precisamente porque es demasiado, va al tema. Me encanta ponerle uno de mis temas a alguien y ver sus caras de susto.
¿Qué sonidos te han influenciado más a la hora de crear Dios está bailando?
Para este EP me ha influenciado más la tradición, como Ben Sims o Luke Slater, pero también hay varios productores que hacen scrums con un poco de industrial que me gustan mucho, como Slugos, que no es muy conocido. También me ha influenciado el spoken word de Kae Tempest, decir las cosas como las sientes. Queríamos intentar mezclar todas estas cosas que me gustan del trance, del groove, del old school, del industrial, y llevarlo a lo que para mí de verdad representan estas sesiones y que me cuesta tanto encontrar.
¿Cuál ha sido el elemento de producción que más te ha fascinado mientras hacías el EP?
En Dios está bailando metí bombos caribeños que me puse a distorsionar. Me volví loquísima metiéndole con los vocoders y con los autopan, que son unos efectos de Ableton. Y empecé a jugar con eso, con el gain, con el dry/wet, y me encanta la fantasía de coger algo random de Viva el Caribe 2000. Paulina Rubio forever.
En tus canciones es fácil escuchar elementos vocales o spoken word en lugar de versos cantados. ¿Cuándo decidiste explorar este género?
Ha sido raro, no lo he pensado yo. Siempre me ha gustado mucho el spoken word tipo Kae Tempest. Pero no sé por qué lo he hecho así, no me había parado a pensarlo, pero es verdad que en ningún tema de este EP canto.

Una de las tres primeras canciones que sacaste como Alexxandra fue un remix de Techno cura de Delaporte. ¿Cómo le explicarías a alguien que no le gusta el género el poder sanador de esta música?
Le preguntaría a esa persona si siente que su vida es banal, si se siente en un estado de hibernación existencial, si siente que hay algo más y no sabe qué es, si se siente con una insatisfacción vital constante que intenta disipar metiéndose compulsivamente en redes sociales, viendo Netflix compulsivamente, creando y viviendo compulsivamente, teniendo hijos porque ‘hay que tenerlos’ compulsivamente. Yo le invitaría a buscar maneras de expresar esa insatisfacción.
Para mí el techno es simplemente ponerte una canción, cerrar los ojos, cerrar las ventanas, aunque te dé vergüenza bailar. Que nadie te vea, que sea tu espacio seguro. Que nadie te interrumpa y sea cien por cien para ti y para conectar con tu cuerpo. Muchas veces me pongo a llorar, o me tiro al suelo, o me pongo a dar puñetazos como una crazy, o simplemente me quedo completamente parada porque digo: estoy en shock, ahora mismo no puedo hacer más. Eso es lo único que me permite honrar y validar las cosas que me pasan. Para mí el techno es una manera de expresar sin cargar con lo que siento y sin sentir que molesto.
Para mí el techno es simplemente ponerte una canción, cerrar los ojos, cerrar las ventanas, aunque te dé vergüenza bailar. Que nadie te vea, que sea tu espacio seguro. Que nadie te interrumpa y sea cien por cien para ti y para conectar con tu cuerpo. Muchas veces me pongo a llorar, o me tiro al suelo, o me pongo a dar puñetazos como una crazy, o simplemente me quedo completamente parada porque digo: estoy en shock, ahora mismo no puedo hacer más. Eso es lo único que me permite honrar y validar las cosas que me pasan. Para mí el techno es una manera de expresar sin cargar con lo que siento y sin sentir que molesto.
Te defines como una persona muy complaciente. ¿Crees que el techno te ha ayudado a saber decir no?
Sí, el techno me ayuda a descargar emocionalmente. Incluso a conectar con mi cuerpo, que me cuesta mucho. No puedo simplemente sentarme a meditar y decir, hoy me voy a poner a meditar. Yo me pongo música, siento cosas en el cuerpo, me vienen imágenes y entonces ahí entiendo las cosas que me pasan, y de hecho casi todos los días medito con techno.
¿Cómo vives una noche de club?
Es algo terapéutico. Voy a soltar ansiedad y las tristezas, a meterme en un viaje, a estar seis horas cerrando los ojos con mis taponcitos para no tener luego tinnitus.
¿Cómo es el festival o la rave ideal de Alexxandra?
Me apunto a todas, aunque en los festivales tan macro, de veinte horas, hay DJs que desearía ver muchísimo y no llego. Es un poco frustrante. Lo amo porque es techno, pero acabo más agotada, es otra onda. Por ejemplo, en Aquasella no he tenido esa sensación, pero prefiero que el festival sea más íntimo, más pequeño, más oscuro. Asocio mucho el techno a la salud mental, para mi cabeza, para mi bienestar me hace mejor, me cura más. Siento que de los macrofestivales salgo más agotada que recargada.
Vives en los Pirineos, donde has montado varias raves privadas además de tus futuros sets anunciados, como la jornada inaugural del Aquasella. ¿Por qué has tomado la decisión de no abrirlas al público general?
Si publico donde monto las raves, esto se va de madre. Lo hago en un entorno hiperprotegido. Somos la gente del pueblo, sé que no me van a dejar el campo hecho una mierda. Después, entre todas, recogemos hasta el último trocito de microplástico que quede en el monte. Se hace todo desde un lugar muy responsable, y si se publica se puede liar, ¿sabes? Imagínate que pasara algo, o seguridad… me da cosa hacer macroeventos. Somos cuarenta colegas, me encanta eso, y me tiro ocho horas pinchando.

La electrónica y el indie en España siguen caminos paralelos mientras que existe esa electrónica guiri donde sí se juntan ambos mundos. ¿Por qué pasa esto?
Sí, no están muy unidos ambos mundos. Es como que eres Rigoberta Bandini o Fatima Hajji, y en el mundo guiri existe constantemente, aunque se han hecho intentos. Por ejemplo, Andrés Campo hizo el remix de Los perros de Arde Bogotá, y me acuerdo que hablé con Arde Bogotá en un bar y le dije que lo amaba, y dijeron: sí, bueno, es como muy máquina, ¿no? Porque luego, por el otro lado, tampoco hay ese gusto por el género.
Tu canción más escuchada como Alexxandra es una colaboración junto a Héctor Oaks. ¿Cómo fue y cómo surgió trabajar con él?
Fue bastante sencillo. Lo que me atrajo de hacer cosas con él, independientemente de la admiración que tenga por su música y su carrera, es la apertura mental que tiene. Le encanta el techno, pero me dijo de hacer Welcome to ninguna parte, algo como uno de los temas del último disco de Billie Eilish. Me llama la atención que no es full techno y, como yo, tiene un montonazo de influencias.
Es difícil tener los pies en la tierra y una buena salud mental con una exposición como la tuya. ¿Cómo te relacionas con el mundo de la fama?
Creo que el mundo wannabe nace de la carencia y nace también de la enfermedad. Vivimos en la sociedad de la idolatría porque dentro de nosotras vivimos muy secas y en proceso de hibernación. Me costó tiempo, pero el que te traten distinto por tener más o menos seguidores demuestra que como sociedad somos infantiles.
A mí me gusta la música, no ser famosa. Entiendo que hasta cierto punto necesitas ser famosa para ganar dinero, y eso lo respeto, pero no estoy nada a favor de la vida a todo trapo, siempre en yates, fotos aquí, opulencia, etc. También a nivel personal me parece un fracaso como sociedad que eso sea a lo que se aspire. No nos damos cuenta de que mantener ese nivel de vida consume muchas otras, no solamente humanas. Partiendo de esa base, ni me apetece ni lo quiero, ni para mí, ni para el planeta, ni para nadie. Como soy de por sí, me genera mucha ecoansiedad, por así llamarla. A mí me gusta hacer música. Fin.
También me parece un problema que no me gusta que me miren. Pero no quiero dejar de ser quien soy. A lo mejor me apetece ponerme un outfit que no va a entender ni Dios o que va a llamar la atención por lo que sea, y lo que quiero es bailar sola en la pista.
También me parece un problema que no me gusta que me miren. Pero no quiero dejar de ser quien soy. A lo mejor me apetece ponerme un outfit que no va a entender ni Dios o que va a llamar la atención por lo que sea, y lo que quiero es bailar sola en la pista.




