Llegamos a la sala La Boite, que ya se ha convertido en la segunda casa de los Monsterz, y la gente que vemos nada más llegar nos confirma que no nos hemos equivocado de lugar. Un corro de gente sentada en el suelo protege las puertas para asegurarse su anhelada primera fila, y desde ellos hasta el final de la cola podemos ver una hilera de outfits Y2K a cada cual más chulo que el anterior, con un claro color verde predominante. Así es, todos estamos aquí para ver a nuestro anfibio favorito, Alequi.
Ya habíamos entrado en calor con la actuación de Iloveyoubrazzy. Tras esto, la sala se sumió en una penumbra que solo fue interrumpida por el croar lejano de una rana, para dar paso por fin a Alequi. Comienza el concierto cuando empieza a sonar Sanará mañana. El primer álbum de Alequi, Susurros del corazón, es un viaje a través de sus sentimientos y sus altibajos a ritmo de hyperpop y glitchcore, pero si algo sobresale en este proyecto es el amor. Alequi abrió el concierto sembrando amor, como dice en su tema. Tras la apertura, subió al escenario su pareja y en un momento íntimo, que paradójicamente compartimos todos los asistentes, Alequi le dedicó Si se acaba el mundo. También subió su madre más tarde, que vino desde Murcia sin avisarle, para regalarle un ramo de flores y se pudo notar en la cara y el tono del artista que las emociones estaban a flor de piel. El resto de apariciones en el escenario fueron las de las colaboraciones del disco, pudimos ver a nombres como Cma, SUOB o Delgao, con los que cantó los temas que tienen juntos. Las colaboraciones que se ausentaron fueron las de María Escarmiento y Fran Laoren, pero el público los sustituyó cantando a coro sus versos. Todo esto sin olvidar la presencia de Detunedfreq en los platos. Uno de los momentos cumbre fue cuando subieron todos los artistas al escenario y cantaron a coro el himno de los Monsterz, High School Monsterz, lo que provocó que la pista de baile se convirtiese en un estanque lleno de ranas brincando.
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Entre pogo y pogo y con algún que otro móvil perjudicado de por medio, Alequi aprovechó para cantar un par de adelantos de su próxima mixtape, Final Fantasy Frogstyle y Sonrisas y Lágrimas. Por último, cerró de la forma más sentimental posible con Bajo las estrellas. Casi se le olvida, pero se llevó a cabo el prometido sorteo de la espada de Frogever, que ya había anunciado Alequi por redes. El sorteo se gestó a través de un sesudo proceso de selección (scrollear aleatoriamente la pantalla del móvil) hasta que la tensión en el ambiente cesó cuando la espada encontró su dueño, que la desenfundó y la blandió en señal de victoria. Una hoja de más de 1 metro de acero se impuso ante el público como broche final para este concierto tan mágico. Se dice que uno recoge lo que siembra, y sin duda Alequi se fue del concierto lleno de amor.
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