Entrevistamos a Alejandría Cinque sobre su pieza After, una bellísima reflexión sobre el lado más oscuro de esos sitios de ocio que habitamos cada finde buscando algo que parece solo existir mientras nos dure el subidón.
Después de casi tres años escribiendo sobre artistas, sus piezas y exhibiciones, creo que me voy a dar una pequeña licencia. He de confesar que en muchas de las ocasiones, y debido en parte a nuestra actual sobrexposición a todo tipo de información, me acerco a las cosas un tanto escéptico. Luego siempre me sorprendo o intento sorprenderme y, sobre todo, valorar lo valiente que es ya el simple acto de crear algo y lanzarlo al escrutinio ajeno. No creo que ser escéptico sea algo malo, más bien lo contrario; si fuese un cínico ya sí que me preocuparía.
En fin, lo que vengo a decir es que cuando me senté a ver After de Alejandría Cinque hace unos días en la sala Réplika Teatro de Madrid, algo de todo lo anteriormente mencionado pululaba ya por mi cabeza. Y la verdad, qué buena lección me dio para esa parte de mí que tiende al esnobismo cultural. La pieza es realmente hermosa, oscura, poética y sobre todo tiene una fuerza que va desde el texto hasta el último movimiento de todos y cada uno de sus bailarines. Voy a intentar enumerar brevemente algunas de las conclusiones que saqué para que sigas de cerca la trayectoria de este creador tan interesante (y voy a abreviar).
El texto: Gracias, Alejandría, por escribir un texto que desde la primera hasta la última frase te tiene con los ojos pegados a los tres LEDs que van desgranándolo. Es una maravilla, y es en verdad lo que más me gustó. Y me voy a extender un pelín. Es difícil escribir algo moderno, y utilizo moderno en el sentido más literal de su significado. No hablo de modernidad, posmodernidad, etc. Hablo de estar en el hoy y en el ahora, hablo de no escudarse en la complejidad de términos para intentar alegar que eres muy listo y muy leído. Normalmente cuando lo eres, sabes disparar bien cada frase. Bueno, pues él no solo lo consigue sino que además lo carga de una tensión emocional que va continuamente in crescendo. En serio, te tiene casi con la respiración entrecortada.
Los bailarines: Es curioso de ver cómo todos son casi de la misma estatura. Son como si de un perfume coges solo su concentración más pura. Son músculo y velocidad. Son como una raya de speed que va acentuando todos y cada uno de los estados emocionales que describen con su coreografía. Bravo por ellos también.
El mensaje: Intentando ser breve, y también consciente de que la pieza tiene muchas y diferentes lecturas, os diré que me recordó al cuento de Edgar Allan Poe, La máscara de la Muerte Roja. Pero vamos, que cada uno debe sacar sus propias conclusiones. Simplemente os digo que hay verdad en sus reflexiones y que la fiesta puede ser, de repente y en muchas ocasiones, el reflejo opuesto de lo que representa.
Podría extenderme mucho más, pero ahora os dejo con lo que de verdad importa. He entrevistado a Cinque y creo que sus respuestas son mucho más esclarecedoras de todo lo que yo os pueda contar mientras divago. No dejes de leértela.
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Te voy a confesar que he vivido siete años en Berlín y la escena club para mí es mucho más que una fiesta, aunque ante todo lo es, y eso ya es algo trascendente para el que sepa entenderlo. Pero allí es algo así como un patrimonio artístico inmaterial (si nos ponemos en plan UNESCO). Para empezar, ¿cómo has llegado hasta aquí? ¿Qué oscuras fuerzas te han motivado para hablar de un club y todos sus secretos?
Llegué a la cultura club como muchas de nosotras: buscando estímulos que el día a día no me estaba dando y que en la noche sí encontraba. Pero más que oscuras fuerzas lo calificaría como un anhelo por vivir aventuras, conectar con personas, sentir que formas parte de algo y trascender lo racional de la rutina. Llevo ya diecisiete años involucrado en la escena club y me ha dado tiempo a transitar muchos estados, habitar distintos roles, vivir muchas situaciones y conectar a distintos niveles.
Diecisiete son los años que llevo también dedicándome a la producción artística, por lo que me ha sido  inevitable que ambos recorridos vayan de alguna forma de la mano. Mis piezas escénicas son ensayos visuales y conceptuales en las que me permito reflexionar sobre los temas que me importan, y lo que ocurre en el club me importa mucho.
¿Por qué After? Y quiero ir más allá de lo que ya sabemos, me gustaría que me dijeras qué poesía esconde la palabra ‘después’. ¿Lo mejor está siempre por llegar? ¿Es difícil encender las luces, que se te baje la pastilla y afrontar la realidad?
Es precisamente la poesía de la palabra After lo que dispara toda la narrativa filosófica de la pieza y transforma lo que en apariencia parece un espectáculo sobre el techno en una tesis sobre la decadencia de los cuerpos y el miedo a la muerte. La muerte es lo que está por llegar, un abrupto final que tenemos todos claro y del que intentamos huir en la pista de baile.
El ansia de continuar con la fiesta para seguir evadiendo la realidad con el subidón de la droga y el pánico a la resaca emocional son sentimientos universales que nos atraviesan como generación. Encender las luces siempre es un choque de realidad, al principio hace daño a los ojos y hay que entrecerrarlos, pero poco a poco uno se va acostumbrando a la luz y se ve todo más claro. Y es en esa fugaz lucidez cuando hay que tomar las decisiones. ¿Continuar o concluir?
¿Cómo ha sido el proceso de creación de la coreografía? ¿Libertad total? ¿Directrices generales para los bailarines y luego improvisación?
Llevo ya un año trabajando mano a mano con el coreógrafo Cristian González. Yo les doy unas pautas, la estructura de la pieza y la música, pero me fio tanto de su trabajo que le doy mucha libertad creativa y siempre me da más de lo que pido. Ha hecho el proyecto suyo y amo que esto ocurra porque, con ayuda de mi equipo, la pieza va creciendo y tomando una solidez que hacía tiempo que quería alcanzar.
Pero nos sigue faltando un contexto de residencia en el que poder trabajar, investigar y formar un elenco fijo de bailarines con los que pulir algunas escenas que, por ahora, por los tiempos que manejamos en cada producción, las dejamos más libres a la improvisación de los increíbles bailarines con los que tengo la suerte de trabajar, haciendo de cada performance un espectáculo único e irrepetible.
“Mis piezas escénicas son ensayos visuales y conceptuales en las que me permito reflexionar sobre los temas que me importan, y lo que ocurre en el club me importa mucho.”
Supongo que sabrás que ‘la fiesta’ tiene connotaciones de estructura social muy potentes. Me explico: normalmente es la antítesis del orden social, una válvula de escape que se remonta a siglos de orden/desorden o justicia/desmadre. ¿Hay algo de todo esto en tu reflexión en este proyecto?
¡Obvio! Es la alienación del capitalismo la que nos hace sumergirnos de lleno en el trampantojo de los clubs. Las fiestas prometen ser un nicho de libertad y desmadre, pero no dejan de ser una ilusión programada. Los clubs actuales son estructuras generadas por el propio capitalismo como herramienta para permitir que el sistema siga siendo operativo. Son pequeños espacios de libertad acotados y controlados donde experimentar una falsa sensación de anarquía.
Pero la clave es desde qué lugar jugar esta pantomima, porque puestos a estar atrapados en un sistema que fagocita todo atisbo de revolución, por lo menos jugar con los pocos espacios de encuentro y generar momentos donde poder disfrutarnos. Y por eso mismo sigo siendo DJ y organizando fiestas, porque desde la cabina soy testigo del disfrute colectivo. Y ser yo quien orquesta el placer… me pone.
¿Qué opinas de las drogas? ¿Qué papel juegan en todo este embrollo de los afters y demás?
La pieza After está lejos de ser una oda a las drogas y los chills, pero obviamente estoy a favor de su uso y disfrute. Siempre y cuando uno tenga claro desde qué lugar lo hace, tenga un autoconocimiento de los efectos del consumo en su cuerpo, de hacerlo con gente de confianza y muy importante: saber cuando parar.
He de reconocer que las imágenes más sexys que he visto en mi vida han sido en Berghain. También de las más bizarras. ¿Es salir una forma de acercarnos a la sexualidad? ¿Es una forma de desterrar la palabra y acercarnos al cuerpo?
Para el colectivo LGBTQ+, desde luego. La mayoría de nosotros hemos crecido convencidos de que nuestro deseo y sexualidad era signo de  degeneración, por lo que tenemos un trauma colectivo que nos hace relacionarnos con nuestra sexualidad de forma muy tóxica. El club, los after y los chills son escenarios que a muchas de nosotras nos permite explorar otras formas de hacer y de relacionarnos, generando situaciones muy complejas de abusos que, como colectivo, hemos normalizado y deberíamos atender.
Pero estoy de acuerdo contigo, en la cultura club techno hay construido un imaginario increíblemente bello que me inspira mucho a la hora de construir la dramaturgia de la performance, no solo a través de los cuerpos, las luces y la escenografía, sino también con el texto que transcurre durante toda la pieza.
¿Hay alguna estética imperante que te inspire más que otra? ¿Qué papel juega la moda cuando salimos? ¿Es un disfraz o es nuestro verdadero yo?
Encuentro inspiración en lugares muy dispares. Intento que cada pieza escénica que dirijo tenga un universo propio muy marcado de tal manera que cuando entras a ver uno de mis shows sea un viaje a un mundo con personalidad propia. En el caso de After, la pieza está directamente inspirada en mi experiencia como clubber. El vestuario de la pieza está diseñado en colaboración con Cachorro Lozano, que además es mi socio en el club con el que llevamos ya casi diez años haciendo fiestas.
La moda en la cultura club juega un papel muy importante y según se juegue te pondrá en una escala social, porque al fin y al cabo los clubs funcionan como micronaciones con sus jerarquías internas y lucha de clases. Y la moda siempre es artificio que ayuda a construir una versión ‘mejorada’ de nosotros mismos, pero es puro ilusionismo. Nuestro verdadero yo no está en lo que llevamos encima sino en la huella que vamos dejando en los demás.
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¿Qué opinas de la figura del DJ? ¿Cuál es la sinergia que hace que una fiesta llegue, en ocasiones, a su punto álgido?
Tengo mucho conflicto con la figura del DJ, ¡y eso que es mi profesión! Creo que la cultura DJ está matando la cultura de club. Desde que el móvil entró en las discotecas, la experiencia se ha ido transformando radicalmente. El DJ, que antes era un mero técnico a disposición del público, poco apoco le va quitando protagonismo a la pista de baile. Desde la llegada del formato Boiler Room, la cabina ocupa el espacio central del club y todos las narrativas giran en torno al lineup.
Si te fijas en imágenes aéreas de una pista de baile, cada vez es más común que todos los asistentes bailen hacia la cabina. La imagen está dirigida hacia un lugar único, como en el teatro: una imagen enmarcada, un altar que adorar. El DJ ahora es un artista, un mesías que adoctrina con su set. Este es el formato de club al que vamos, y tiene sus cosas interesantes, desde luego, y yo como DJ las valoro y formo parte de ello, pero también soy consciente desde un lugar crítico del club que dejamos atrás. Ahora en los clubs no estamos ocultos, sino que estamos sobrexpuestos.
¿Cómo ves el momento techno aquí en España?
La escena techno en España está en muy buen momento y es gracias a colectivos queer independientes que llevamos años trabajando desde los márgenes y que, poco a poco, vamos institucionalizándonos, trayendo a España nuevos sonidos, artistas y nuevas formas de hacer club.
¿Qué reacción te gustaría ver en el público?
No espero una reacción concreta. Intento remover y que con el material que vuelco en la performance el público se lleve imágenes e ideas que disfrutar y reflexionar. Mi objetivo es que la pieza deje resaca.
¿Qué canción o tema para ti es imprescindible en cualquier fiesta a la que merezca la pena ir?
Me parece imprescindible que cada club tenga un top tres de canciones que ilustren su statement. Los clubs de música más comercial lo tienen más fácil, ya que las canciones de pop, reggeatón, urban, etc. se viralizan más rápido y generan comunidad a través de sus letras o idolatrando a los artistas. Pinchar una canción y que la cante toda la pista al unísono es una sensación hermosa.
En el techno es distinto, ya que es más difícil general himnos que pongan en sintonía a toda una pista de baile. Mi top tres basado en mi última pinchada en el Puñal Dorao en Dabadaba sería: Holy de Dinamarca, Daje (Original Mix) de Motvs & T78 y Stereo Loves Phatt Bass de Lobsta B, que tiene ere rollito remember que entra siempre superbien.
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