Con el estreno de Mala influencia, Alberto Olmo se encuentra en un momento crucial de su carrera. La película, que explora los vínculos afectivos en un entorno cargado de tensiones emocionales y dilemas morales, lo coloca en el centro de una narrativa compleja y matizada. Lejos de dejarse arrastrar por la euforia del estreno, él mantiene los pies en la tierra y una mirada introspectiva sobre su trabajo, el proceso creativo y el oficio de actuar.
A lo largo de esta conversación, habla con franqueza sobre el reto de encarnar a Eros, un personaje lleno de contradicciones, cuya lealtad y vulnerabilidad afloran en un contexto hostil. Reflexiona también sobre la importancia de no juzgar a los personajes que interpreta, el valor de crear espacios seguros en los rodajes y la necesidad de conectar con su niño interior como herramienta interpretativa.
Más allá de la pantalla, se revela como un artista inquieto, con ganas de explorar otras disciplinas como la escritura o la música, y consciente del lugar que quiere ocupar dentro de una generación que apuesta por la sensibilidad, la honestidad y el pensamiento crítico. Así nos habla, sin poses, alguien que ama contar historias desde el fondo, con verdad y sin artificios.
Estás viviendo un momento clave con el estreno de Mala influencia. ¿Cómo estás gestionando esta etapa de exposición y qué emociones te despierta ver tu trabajo llegar al público?
La sensación es un poco extraña porque sigo viviendo mi vida con la misma normalidad de siempre, pero la exposición ya no es la misma. Aun así, intento llevarlo todo con naturalidad y, sobre todo, sin pensar demasiado en las expectativas.
¿Qué fue lo que te atrapó del guion la primera vez que lo leíste? ¿Hubo alguna frase, situación o dilema del personaje que te resonara especialmente?
Más que algo concreto, lo que me enganchó desde el principio fue que íbamos a intentar hacer algo distinto en cuanto a la toxicidad y la relación entre los dos protagonistas. Lo que más me resonaba era la fidelidad que tiene Eros con sus amigos, que para él son como su familia.
¿Cómo fue el proceso de meterte en la piel de este personaje? ¿Te exigió salir de tu zona de confort en algún aspecto, emocional o físico?
Sí, claro. Siempre hay cosas de mí que pongo en los personajes que interpreto, pero aun así intento transformarlas en algo más alejado de mi propia experiencia. Fue un proceso curioso porque me fui encontrando con momentos que sabía que iban a ser difíciles de defender, pero gracias a Chloé y a Yael todo fue mucho más fácil.

El título de la película ya sugiere cierto juego con los límites. ¿Te sentiste en algún momento moralmente interpelado por las decisiones de tu personaje?
No, la verdad es que no. Cuando interpreto, lo último que hago es juzgar al personaje. Estamos aquí para jugar y pasarlo bien.
¿Qué dirías que te llevas como actor (y como persona) después de haber pasado por esta experiencia?
Lo que más me llevo son las personas con las que compartí el rodaje. Y como actor, me quedo con el aprendizaje de soltar un poco la autoexigencia y aprender a disfrutar del proceso, tanto durante como después del proyecto.
Si tuvieras que elegir una escena que condensara la esencia de la película o de tu personaje, ¿cuál sería y por qué?
La escena en la que Eros se encara con Raúl para defender a Reese. Él odia ver cómo algunas personas se imponen sobre otras, pero también entiende que quizá no ha actuado de la mejor manera posible. Intenta calmar la situación haciendo el ‘tonto’ en el coche, y ahí empieza a vislumbrarse un acercamiento entre él y Reese.
¿Cómo fue la convivencia en el set con el equipo técnico y artístico? ¿Hubo algún vínculo o complicidad especial que surgiera durante el rodaje?
La convivencia en el set no pudo ser mejor. Se creó un ambiente muy seguro y familiar que nos ayudó a estar lo más a gusto posible. Los vínculos más fuertes que me llevo, además de con Chloé y Elea, son con el equipo de maquillaje y peluquería, con todo el departamento de vestuario, con los técnicos de sonido, y, sobre todo, con Farid y Mirela. Fue un gusto compartirlo todo con ellos.
“Cuando interpreto, lo último que hago es juzgar al personaje. Estamos aquí para jugar y pasarlo bien.”
Mirando atrás, ¿qué huellas ha dejado tu adolescencia en el actor que eres hoy? ¿Qué parte de ese adolescente sigue contigo?
Creo que muchas, aunque todos crecemos y evolucionamos. Pero para mí es clave mantener esa conexión con mi ‘yo’ niño y mi ‘yo’ adolescente, porque son dos etapas que te marcan profundamente y de donde se puede sacar mucho a la hora de interpretar.
Todos tenemos referentes que nos moldean, para bien o para mal. ¿Qué personas o figuras han sido una ‘mala influencia’ en tu vida, en el sentido más irónico o formativo de la palabra?
Por suerte, siempre he tenido buen ojo para las ‘malas influencias’, aunque alguna compañía dudosa siempre se nos cuela. En lo artístico, hay varios referentes que me han influido: Javier Bardem, DiCaprio, Al Pacino y muchos más.
¿Recuerdas algún momento concreto en el que sentiste con claridad que la interpretación iba a ser tu camino?
Lo tuve claro desde niño. Tenía cinco años y, en casa de mi abuela, mis tíos organizaban o improvisaban una especie de microteatros en las cenas de Nochebuena y Nochevieja. Desde entonces supe que quería formar parte de este mundo.
A la hora de escoger nuevos proyectos, ¿qué factores pesan más en tu decisión: el personaje, el equipo, la historia? ¿Qué buscas ahora como actor?
Ahora mismo me guío más por la historia y el personaje. Me siento un privilegiado y siempre que haya trabajo, bienvenido sea. Pero sí es cierto que me gustaría empezar a pensar qué tipo de carrera y proyectos quiero construir, siempre dentro de lo que esté a mi alcance.

Más allá del cine, ¿hay otras disciplinas creativas o narrativas que te atraigan o en las que te gustaría experimentar?
Sí, claro. Me llama mucho la idea de contar mis propias historias. Creo que tengo mucho que decir y compartir, y ojalá algún día pueda explorar mi creatividad por ese camino. También me atrae mucho la música.
¿Sientes que está emergiendo una nueva generación de actores con otra sensibilidad, otra mirada? ¿Dónde te sitúas tú dentro de ese panorama?
No sé si se trata de una nueva sensibilidad exactamente, o si simplemente ahora los jóvenes tenemos más herramientas (o los que nos preocupamos por ello) para abrir la mente, mirarnos hacia dentro y entender nuestros comportamientos desde fuera. Si tengo que situarme en algún sitio, me gustaría que fuera en ese tipo de persona.
En un mundo tan saturado de estímulos como el actual, ¿qué crees que puede ofrecer Mala influencia al espectador que vaya más allá del entretenimiento?
Creo que lo más valioso que puede ofrecer es una forma distinta de contar cómo un chico ‘malote’ también puede tener corazón y ternura.
¿Tienes algún proyecto en el horizonte que te entusiasme especialmente? ¿Cómo te gustaría que evolucionara tu carrera en los próximos años?
Sí, tengo nuevos proyectos en el horizonte, aunque todavía no puedo contar mucho. Lo que sí puedo decir es que estoy muy contento de estar participando en ellos. Me gustaría que mi carrera evolucionara hacia proyectos que, además de entretener, que ya es mucho, dejen huella, que transmitan un mensaje, que cuenten historias importantes y, a la vez, sean disfrutables.
