Alba Reche pide que tomemos perspectiva. Y eso hacemos. Después de seis años de la que fuera su edición de Operación Triunfo y de dos sin publicar canciones en solitario, resulta complicado no hacerlo. Incluso ha sido necesario para poder digerir con dignidad y atención No soy tu hombre, su último disco. Pero la de Elche no lo pide desde la exigencia, sino, muy al contrario, desde el favor. Como esa amiga que presta algo muy frágil y espera que se trate con cariño.
No soy tu hombre empieza como casi todas las cosas importantes de esta vida: con una carta. Un breve prólogo, de apenas ciento cuarenta palabras, con el que la cantautora viene a emplatar con ternura, esmero y transparencia una gran historia de desamor y enamoramiento. Con una misma. Porque si hay un nexo común en el imaginario de Alba es el amor. A lo largo de su carrera, la artista le ha cantado en su gran variedad de formas y apariencias, cuidando las maneras y tratando de plasmar lo que a veces no somos capaces de decir en voz alta. Eso sí, siempre amable, siempre pulcra y siempre conceptual. Por eso este nuevo trabajo, donde se muestra más directa y literal que nunca, parece romper con todo.
Se trata de un viaje emocional a través del duelo, que parte de lo etéreo y se encamina poco a poco hacia el detalle. A lo largo de sus diez canciones, cuidadosamente colocadas, acompañamos a la artista en su bucle a la hora de superar una relación fallida, y en cómo afrontarla intentando encontrarte a ti misma de nuevo. Y puede que ya en 2022, con honestamente triste, la mayor de las hermanas Reche dejara entrever las semillas de ese cambio que estaba por venir.
Todo comienza en Mi casa, una de la que la autora de quimera nos abre las puertas de par en par. Un inicio de tracklist que, de lo sentida y sufrida, se siente casi como una copla de ahora. Para seguir abriendo boca, la sigue Digna de ti. Y aquí comienza la terapia. Un proceso sanador que parte de asimilar la ruptura e intentar aceptarla, con o sin justificación. Pero, sobre todo, que insiste en la idea de dejar de invertir tiempo y esfuerzo en explicarle a alguien cómo querernos.
A lo largo de los temas, disfrutamos de una fusión de géneros que van desde la canción de autor más melódica y acústica hasta el sonido más rockero, con bases de baterías electrónicas y guitarras distorsionadas. Así, entre punteo y reproche, topamos con el ecuador de esta historia (de manera figurada, claro). En La mitad, pista número cuatro del disco, se produce un cambio de registro a todos los niveles, coincidiendo con el giro de guion.
Ahora, la nostalgia y la pena quedan en un segundo plano para dar paso al encuentro del amor propio y al valor de comenzar de cero. De esta guisa se van sucediendo un tema tras otro, a caballo entre la sanación y la búsqueda de una misma que toca fondo con No soy tu hombre. Single que empieza acariciando y termina arañando por completo, cambiando así las tornas de lo narrado.
En definitiva, un disco que, pudiendo ser una sátira, ha acabado convirtiéndose en el trabajo más maduro y personal de Alba Reche hasta la fecha, que no sin querer ha dejado Todo lo que conozco como punto final (o aparte) a esta desnudez de emociones e historias inconclusas, como suelen ser la mayoría de historias que involucran a lo romántico. La síntesis perfecta de diez canciones que se clavan como puñales, precisamente para sanar.
Al fin y al cabo, hay muchas cosas que hacen que el amor merezca la pena. Y créanlo, cualquier cosa que invite a ver Mean Girls en la cocina debe merecerla, y mucho.
Track favorito: Todo lo que conozco.