Cuando Alana Porras Espinoza aún era una niña y desconocía lo que era un rímel, ya sabía, al contrario que muchos, que acabaría triunfando. Carismática como pocas y auténtica como ella sola, Alana, ya rebautizada por todos como La Hija del Jeque, se ha convertido en la maquilladora estrella de nuestras traperas favoritas, y con jeque o sin él, la escena urbana no es la única que lleva su nombre por bandera. Ahora también lo luce Netflix en su nueva serie Hasta el cielo, dirigida por Daniel Calparsoro, donde la artista encarna a Rosa, aunque ha demostrado que bien podría haber sido Motos, Fernan, Sole y hasta el mismísimo Rogelio. Y os lo digo, no estábamos preparados para esto.
Entrevista extraída de ACERO vol. 4, publicada en mayo de 2023. Hazte con tu copia aquí.
“¿Te importa si me voy haciendo la skincare mientras hablo contigo?”. Y a cara lavada y con el moño bien alto, La Hija del Jeque comienza su rutina mañanera de crema de día y cháchara en videollamada. “Te lo digo porque me vienen a buscar dentro de un rato y así voy adelantando... Así te enseño. Te hago un tutorial”. Se ríe. Me río. Pues, sí, que falta me hace, le suelto. Nos reímos. Con ella, reír es natural, con la Alana más profunda me refiero, esa a la que últimamente encierra en casa. 
Hace 3 años, momento en que Netflix estrenaba la película Hasta el cielo (Daniel Calparsoro, 2020), aquella Alana en casa –flaca loca, risueña, rockera, murciana, ecuatoriana, cocinanta, curranta– ni se imaginaba que en 2023 acabaría siendo repartidora a domicilio y prima de Carolina Yuste. Y, bueno, en definitiva y llanamente, Rosa, un particular alter ego de la artista con muchos cabos por atar, en Hasta el cielo, la serie. Que acabe heredando el título de próxima Rubí o no, y sobre otros menesteres que nada y todo tienen que ver, es algo de lo que charlamos a continuación a modo de preludio. Pasen y lean.
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Top denim JADED LONDON, top blanco JOHN RICHMOND, vestido KNWLS, anillos TWO JEYS, pulsera y collar vintage. 
Hola Alana, ¿qué tal? ¿Cómo estás? Antes de nada, me gustaría que te presentaras un poco para los que aún no te conozcan, ¿quién es La Hija del Jeque? 
Soy Alana y soy también La Hija del Jeque. Empecé haciendo vídeos de humor en mis redes sociales y acabé estudiando maquillaje. Me hice maquilladora. Luego empecé a hacer algunos cursos, a impartirlos, y de repente me salió una oportunidad para ser actriz. Y ahora soy (risas): creadora de contenido, maquilladora, modelo, actriz, limpiadora. Zorra multidisciplinar.
¿Mocatriz?
Sí, algo así. Se podría decir que soy Alana, La Hija del Jeque: maquilladora y una zorra multidisciplinar.
¿Cuánto hay de Alana en La Hija del Jeque y viceversa?
Te diría que en ambas hay mitad y mitad. Alana es una flaca loca de su barrio, muy normal, muy de su casa, muy de limpiar y cocinar... Y luego La Hija del Jeque es una versión como más diva, es como la mujer con la que de niña siempre soñé ser.
Has dicho que te gusta cocinar, ¿cuál es tu plato estrella?
Ay, pues tengo varios: el salmón con ensalada de mango y arroz, la chuleta de cerdo con..., a ver, es que todos llevan arroz porque soy ecuatoriana, ¿vale? (risas), con ensalada de rábano y arroz, las fajitas, las lentejas, el asado de cerdo con almendras... Y con arroz (risas). Con arroz siempre. Pollo al curry con arroz.
Hace poco que fuiste a visitar a tu familia de Ecuador, ¿verdad? 
Sí. Yo soy mitad ecuatoriana. Nací en España, mi padre es español y mi madre de Ecuador. He ido allí varias veces, con un añito, luego volví a ir con 8, 10, 11, 12 años porque estudié allí en el colegio, me gradué allí y luego volví aquí. Mi madre me llevó con 8 años para que conociera a mi abuelo porque se estaba muriendo, entonces me tiré allí un buen tiempo, pero luego estuve 11 años sin ir. Así que ahora he vuelto a ver a mi familia después de 11 años.
Y después de tanto tiempo, ¿cuál fue la sensación que tuviste?
Pues muy bien, aunque todo cambió, la verdad. Ahora en Ecuador es todo mucho más peligroso, luego también mis primas, que las dejé siendo unas niñas y ahora son ya mujeres, mi abuela también había cambiado mucho, mis tías... No sé, era todo diferente, pero ha sido muy guay.
¿Te consideras una persona familiar?
Sí, lo único que trabajo muchísimo, la verdad es que me gustaría dedicarle más tiempo a mi familia. Pero, bueno, ellos lo entienden, que me dedico mucho a trabajar.
Y realmente tampoco hace mucho que comenzaste y ya te has convertido en la maquilladora oficial de las artistas urbanas más importantes. 
La verdad es que sí, en muy poco tiempo. Yo estaba todavía estudiando maquillaje y ya me llamaban para maquillarlas. Lo único que la vida ahora mismo me lo ha puesto en otro plano, y últimamente en vez de ser la 'maquilladora de', me estoy convirtiendo en la 'maquilladora en'. Pero sí es cierto que me gustaría volver un poquito a lo de antes. Es más, hice un poco de reset y creo que hace dos días subí un vídeo de cuando hacía vídeos de humor y maquillaba. Y la verdad es que me gustaría volver. A maquillar, a estar más en mi casa y a hacer más cositas de estas como hacía antes. Pero, bueno, es lo que toca.
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Full look 2-GEO, botas NEW ROCK, joyas vintage.
¿Y cómo siendo estudiante te llaman para trabajar? Cuéntame un poco.
Mira, la primera artista a la que yo maquillé fue a La Zowi, yo estaba estudiando maquillaje y fui a la casa de un amigo mío que es muy trapero, y me dijo, “mira te voy a poner a una tía que te va a encantar”. Y ya La Zowi estaba petándolo, pero yo no escuchaba trap, porque en mi adolescencia, bueno, y a día de hoy también, era y soy más de rock (risas). Y yo es que de trap no había escuchado ni una canción. Vamos, yo no sabía ni quién era Yung Beef, ni el Khaled ni el Kaydy Cain... Y mira que los amo a día de hoy, pero no sabía quiénes eran. Entonces me puso a La Zowi en la tele y me encantó la canción de “salgo pa la calle con los rulos, legging apreta’o pa’ que se marque el culo” (cantando), y dije, “Dios, ¡esta tía me encanta!”. Pues le hablé. Le dije, “tía, me encantas, cuando vaya para Madrid te quiero conocer”. Yo con to’ mi coño. Y yo no había conocido todavía a ningún famoso. Le hablé directamente, porque yo soy así (risas). Y ella super maja lo vio, me contestó y, nada, nos vimos de fiesta y a partir de ahí pues la maquillé un montón de veces. Y de hecho hoy voy a ir a verla a un videoclip. Ella fue la primera, luego vinieron Bad Gyal, Sita Abellán…
No se te resiste ninguna (risas).
No (risas), pero ya te digo, a día de hoy he dejado un poquito de lado el maquillaje, aunque obviamente voy a volver, porque es lo que yo más amo. Lo que pasa es que la vida a veces te pone en otro lugar.
¿Y cómo nace ese amor?
Porque hubo una época que estaba en depresión, me quería morir, ya no sabía qué hacer con mi vida porque no estaba a gusto. No me sentía realizada... Más bien me sentía como un estorbo para la sociedad. Tenía 18 años. Un día, viendo Instagram y todas estas cosas, estaban muy de moda los beauty boys, me decidí a maquillar con los productos que tenía mi madre en un neceser, productos de Yanbal, del Deliplus y de todas estas marcas (risas). Y nada, me maquillé y me sentí super guapa. Y yo qué sé, me obsesioné y me di cuenta de que eso me hacía muy feliz porque cuando me maquillaba, por lo menos, dejaba de pensar en mis problemas. El maquillaje me salvó. 
¿Y ese temita del rock que has comentado antes?
Sí. Es que mi grupo favorito y mi cantante favorito del mundo mundial, que para mí más que un cantante es un poeta, es el Robe. Obviamente, Extremoduro. Es que sueño con conocerlo (risas), me encanta. 
Imagino que habrás ido a algún concierto suyo.
Nunca. El primer concierto al que he ido fue el año pasado al de la Rosalía. Yo nunca había ido a un concierto, nunca he ido a un festival... Yo antes estaba muy encerrada en mi pueblo. Y al salir del pueblo me puse a trabajar. Trabajar, trabajar y trabajar. Crecer, crecer y crecer. Porque me obsesioné: de no tener nada de nada quise tenerlo todo (risas). Entonces no he tenido mucho tiempo para el ocio, la verdad.
¿Te imaginas maquillándole? 
Hombre, pues le haría un Kiss o algo de eso (risas). La cara blanca y los ojos negros. Pero yo no creo que me deje, es muy suyo... Aunque si me deja, ya me puedo morir tranquila.
Oye, pues igual os acabáis conociendo, porque en unos días todos te vamos a poder ver en Hasta el cielo, la nueva serie de Netflix (ya estrenada cuando se publique esto). ¿Cómo acabas formando parte de este proyecto?
Yo estaba maquillando a un artista para un videoclip en Málaga, y había perdido el autobús y me tenía que esperar cinco horas en la estación y estaba muy triste, muy enfadada, muy cansada y llorando con ansiedad. Pero de repente me llama Arantza Vélez, la directora de casting, a quien estoy profundamente agradecida por esta oportunidad y por confiar en mí, y me dice: “Hola Alana, mira, tenemos un proyecto. Hasta el cielo es una película que tuvo éxito mundial, ahora estamos pensando en hacer una serie y tú harías de prima de Estrella. Mírate la película, no te quiero hacer spoiler…”. Entonces me preguntó que cuándo podía ir para hacer la prueba, y yo creo recordar que era un jueves o así, y le dije, “¡EL LUNES!” (risas). El lunes, ya, el lunes. Y me dijo, “bueno, mejor el martes, ¿vale?” (risas). Y nada, fui al casting. Estaba súper súper súper nerviosa, pero quería que me cogieran sí o sí porque el papel me encantaba. Es que me encantaba, porque me gusta mucho Carolina Yuste y ser su prima, imagínate: divino. Al final me cogieron y a día de hoy sigo sin poder creérmelo (risas). Yo ni lo busqué, estaba tranquilita, maquillando, con mis cosas, y de repente pum: oportunidad. Por la puerta grande. Papel principal en Netflix.
¿Habías actuado antes?
No. Yo no había hecho ni un anuncio, ni un cameo, ni un corto...  Yo no había hecho nada. Yo con la interpretación, total ignorancia. Así que me enseñaron ahí todo. Tuve una preparación de tres meses con un coach y con mis compañeros a veces, para poder practicar. Me enseñaron mucho.
Además, el personaje de Rosa tiene bastante peso dentro de la trama, todo un reto. ¿Cómo te has sentido durante el proceso? ¿Fue difícil de gestionar?
Pues yo no estaba muy preparada, la verdad, y esta primera temporada lo he pasado muy mal, no nos vamos a engañar. Pero es cierto que he tenido un equipo maravilloso que me ha apoyado y ayudado muchísimo; también a conocer este mundo. Pero no he sabido gestionarme muy bien, esa es la verdad. Lo he pasado muy mal (risas). También por la ansiedad de todos los días, de estar con profesionales como Luis Tosar, Asia Ortega, Álvaro Rico, mi compañera Carmen, con la cual tenía una relación muy cercana en la serie, que es una pedazo de profesional… Y yo sentía que no lo hacía bien, que no iban a estar contentos con mi trabajo, que la gente diría que actuaba mal. Llena de miedos. Por primera vez en mi vida, llena de miedos. Te digo que yo he estado maquillando a gente cuando aún estudiaba maquillaje, es decir, sin ni siquiera saber bien realmente y no me sentía así. Pero, claro, cuando te haces más mayor vas siendo más consciente de la probabilidad de fracaso. Entonces sí que lo he pasado mal, la verdad, pero ya sé que para próximas temporadas estoy preparada (risas).
Una cosa que me llama la atención es que mantienes en todo momento tu acento, algo que no se suele ver demasiado... Eso me ha encantado. 
Sí. Les pregunté, ¿hace falta que hable fino? (risas). Y me dijeron, no, no, habla como tú hablas que es lo que queremos. Yo me alegro de que ya no se tenga que forzar un acento o aprender a hablar un castellano correcto, porque hay también que apoyar la diversidad.
Y también a la hora de hacer el casting, porque muchos de tus compañeros de reparto tampoco son actores profesionales. 
Sí. Y me alegro mucho de que Daniel quisiera a gente real para formar parte de su elenco. Con esta serie nos ha dado una oportunidad a gente de calle.
¿Entre vosotros os conocíais de antes?
A nadie.  Yo no conocía a ninguno, pero, vamos, como si los conociera de toda la vida. Me siento súper a gusto con ellos, porque, no sé, es que parece que hemos mamao de la misma teta (risas).
Rosa es muy familiar, muy de cuidar a los suyos. Podríamos decir que eso es un rasgo que tu personaje y tú compartís, ¿no? ¿Hasta qué punto te puedes llegar a sentir identificada con Rosa?
Sí. Pues mira, al principio yo creí que iba a ser como yo, pero con su historia. Pero no, la Rosa es todo lo contrario a mí. Tengo un 5% de Rosa, nada más que la cara (risas). Porque la Rosa es muy especial, la verdad, yo le tengo mucho cariño y no la conozco (descojone). Lo que ocurre es que ella podría ser mi mejor amiga perfectamente, porque es tan diferente a mí que nos llevaríamos genial. Es muy taciturna, muy contenida, muy introvertida, muy reservada, muy tranquila. Todo lo contrario a mí. Me costó muchísimo pillarla. Yo creo que hasta la voz, hasta la manera de andar, es diferente. No vais a ver a Alana por ningún lado. Yo creo que no la vais a ver. Nada más que el acento (risas).
Alana, te tengo que preguntar algo a lo que llevo dándole vueltas desde que vi la serie (risas). El personaje de Rosa es rider, y gran parte del tiempo la vemos en la bici de aquí para allá. ¿Contabas con un doble o especialista para estas escenas? 
Dos veces contadas (risas). Alguna, sí, porque hay ciertas escenas peligrosas, pero no, no, la que veis ahí soy yo, por las calles de Madrid y de A Coruña, los derrapes que veis son míos, los baches esos son míos (risas). Así que no, cariño, ahí la que se ha currado sus cuádriceps soy yo (risas).
Pues sería ya lo único que te faltara por añadir a tu currículum (risas), porque para llegar hasta aquí has pasado por muchos trabajos. Incluso me suena que hiciste de fresa en una heladería.
Sí, tengo que subir un vídeo. Ahí yo era más feliz que ahora, tú fíjate. Y cobrara treinta eurillos creo. Pero, vamos, que me hinchaba a comer helados, a reírme, porque como a mí me encanta hacer el espectáculo me daba igual, no me daba vergüenza. Y era en un pueblo, que la gente podía hablar, y a mí me daba igual. 
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Top, falda y pantalón KNWLS, jersey JADED LONDON, zapatos NAKED WOLFE, collar y cinturón vintage.
¿Era en tu pueblo?
Sí, era en mi pueblo (Puerto de Mazarrón, Murcia). Ahí pasaban los coches y yo más feliz, que me grababan mis amigos, me grababan mis vecinos, y yo, eh, eh (gesticulando a tope). Antes era más feliz que ahora, fíjate. 
¿Te arrepientes de alguno de esos trabajos que te han llevado hasta donde estás hoy?
No. Yo es que no me arrepiento de nada nunca; siempre y cuando sea algo relacionado con mi vida, claro.
Dime alguna vocación frustrada que tengas.
Modelo, pero profesional, y presentadora de televisión. En plan tener mi propio reality a lo MTV. Y algún día me encantaría tener mi propia marca. Ser empresaria. Esas tres cosas. 
¿Te refieres a marca de maquillaje?
Sí, de maquillaje y de moda, a lo JLo, a lo Rihanna. Me encantaría.
¿Qué tendría que tener tu marca para que dieras el paso definitivo?
Brillo, autenticidad y valores detrás. Pero valores espirituales. Parece una tontería, pero valores como gratitud, amor y abundancia. No sé, tendría que representar todo eso. 
¿Te has encontrado a muchas personas en tu trabajo que no contaran con esos principios?
Sí, hay de todo, pero la verdad es que yo siempre me suelo rodear de gente buena.
Dime alguien a quien admires dentro de tu profesión.
Pues de maquilladores es que admiro a quinientos, pero admirar como persona, que sean las que más me inspiren, mira, te voy a decir unas cuantas. Atenta (risas): Lola Flores, Mónica Naranjo, Gloria Trevi, Ivy Queen, La Insuperable, Zendaya, Alba Flores y Cardi B. Esas ocho personas.
Bueno, y ahora que estamos mencionando a tantas divas y volviendo un poco a la serie, si no hubieras sido Rosa, ¿qué otro personaje te habría interpretar?
Yo es que en la serie estoy muy contenta con Rosa. A mí lo que me gustaría ser es la mala de una telenovela. Quiero hacer telenovelas, porque esas son muy exageradas y yo soy también muy exagerada. Es mi sueño desde pequeña: ser la mala de una telenovela. Pero la mala guapa, en plan doña Bárbara, la Diabla, la Rubí, la Teresa... Esas cuatro. De ese palo.
Entonces seguro que tienes una telenovela de confianza.
Hombre, tengo varias, pero la que más me gusta, la que más la que más, Pasión de gavilanes. Quién es ese hooombreee, que me mira y me desnudaaa (cantando).
¿De qué hermano eras tú?
Pues, mira, antes era mucho de Franco, pero porque yo era niña y, claro, no me iba a gustar Juan, que para mí era muy mayor, pero ahora obviamente soy de Juan (risas).
Tocando ahora el tema de TikTok, algo que caracteriza mucho tu contenido es la gran carga de humor. ¿Esto es algo que forme parte de tu faceta como actriz o forma parte de la Alana de cada día?
De Alana. De mi Alana más interior. Y digo de mi Alana más interior porque con los años se me ha ido reduciendo esa capacidad de que todo me la sude. ¿Sabes lo que te digo? Cuando eres más consciente, más responsable, más madura, te vienen los miedos, y eso es algo que estoy empezando a trabajar porque yo antes no tenía miedo ni nada de eso. No tenía vergüenza. Y mi Alana más interior esta puto loca y no le importa nada.
¿Y sueles sacar a esa Alana tuya con frecuencia?
Pues ahora últimamente en la intimidad, porque me estoy cortando, pero la tengo que trabajar para volver a romper con eso. 
En relación a la serie, ¿viviste durante el rodaje alguna situación un poco cómica digna de compartir?
Pues ahora que lo dices, no recuerdo ninguna. Es que yo estaba tan focus tan focus que no he tenido tiempo ni de reírme (risas). Quizá en la siguiente, porque en esta temporada estaba todos los días en tensión. Lo que sí recuerdo es que Asia, Carmen y yo somos mucho de cantar, de ponernos a tocar las palmas, a bailar y a cantar flamenco, y quizá esos momentos sí que resultaban algo más divertidos y cómicos desde fuera (risas). Los momentos en los que me ponía a cantar con mis compañeras.
Entonces, por lo que veo, la música también parece ser fundamental para ti, sobre todo en tus procesos de creación. Si ahora mismo nos enseñaras tus playlists de Spotify, ¿qué encontraríamos?
Buf... (con móvil y Spotify en mano) Encontrarías un popurrí, vamos, es que salto de un género a otro totalmente. Encontrarías afrobeat, flamenco, rock, pop, hip hop, rap, música urbana dominicana, o sea... de todo.
¿Qué debe tener un artista para que te acabe conquistando? 
Que en sus letras refleje mucha vida, muchas vivencias, mucha experiencia. Ya no solo sabiduría o palabras de erudito, no, no. Vida. Que haya vivido muchas cosas y que las sepa expresar, porque de eso se aprende también.
Y ahora que sacas el tema de las vivencias, seguro que a lo largo de tu trayectoria profesional has tenido muchas. ¿Recuerdas alguna que resultara difícil para ti o en la que te bloquearas?
No, difícil o que me cueste, no, y a la hora de maquillar tampoco, no ha habido un trabajo que me haya costado especialmente. ¿Qué no me hayan gustado? Claro. No me gustaba ser camarera o no me gustaba limpiar casas, pero que me cueste no, porque eso ya ves tú.
¿Cuál o cuáles crees son tus mayores red flags en el maquillaje?
¿Sabes qué pasa? Que para mí el maquillaje es un arte, entonces tú puedes hacer lo que te dé la gana. Es un lema que tengo desde que me ponía unas pestañas de cuatro kilómetros para salir a la calle y la gente me decía, ¿a dónde vas con esas pestañas? Y yo les decía, el maquillaje es un arte, así que yo hago lo que me da la gana. No importa cuánto brille tu iluminador o lo larga que sean tus pestañas. No hay límite. Red flag para la gente que pone normas.
Alana, verte en Netflix ha sido genial, pero verte en una sala de cine sería otro rollo. ¿Llegará pronto el salto a la gran pantalla?
Claro que sí (risas). Yo es que tengo mucha fe en mí. Si no tienes fe en ti misma, a dónde vas a parar. Todo lo que tengo ahora es porque un día lo he deseado.
¿Sí? ¿Tú crees que es cierto eso de que atraemos lo que proyectamos?
Claro. Todo lo que se te pasa por la mente se acaba cumpliendo. Sea lo malo o lo bueno. Pero más que magia o cosas de fumados es puta lógica. Si tú estás todo el día pensando en ello, inconscientemente vas a moverte por los entornos, vas a hablar con la gente y vas a llegar hasta ese punto, porque tu mente te está guiando sola. Con el piloto automático.
Entonces, de pequeña sabías que llegarías hasta aquí.
Yo sí. Yo me lo tenía muy creído. La gente me decía, ay, qué creído se lo tiene la Alana. No, cariño, la Alana no tenía ni mierda en las tripas, ¿vale?, se comía los bocadillos con pan de corteza y mortadela (risas) y ya se lo tenía creído.
¿Y qué le diría la Alana de ahora a la que se comía el bocadillo de mortadela?
Pues que se lo vuelva a comer. Pero sin corteza, que no me gusta. Ahora ya tengo esos veinte céntimos más para comprar el pan sin corteza (risas).
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Chaqueta DIESEL, bolso VIVIENNE WESTWOOD, sombrero THIRTEEN CROSBY, anillos TWO JEYS.
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Top JADED LONDON, top manga larga DIESEL, collar BIMBA Y LOLA, botas ROXY, falda vintage.