“Que cuesta mucho ser auténtica, señora… y en estas cosas no hay que ser rácana”, decía La Agrado en su monólogo de Todo sobre mi madre, película que le hizo a Pedro Almodóvar llevarse el Óscar a Mejor Película Internacional en 1999, año en que nació Aitana: nuestra gran diva pop. Es esta supuesta voz de La Agrado, precisamente, la que oímos en Chica perfecta, el tema que cierra su cuarto álbum de estudio, Cuarto azul, donde trata de acercarnos a su versión más auténtica, esa que más se parece a lo que la cantante soñó de sí misma.
Desde que saliera de la academia de Operación Triunfo como ganadora moral de la edición 2017, Aitana no ha dejado de producir hits ni de llevar su propia marca personal a lo más alto de la cúspide, hasta convertirse en icono y diva pop a nivel global. Una hoja de doble filo que no en pocas ocasiones ha puesto a la cantante en el centro de miradas y juicios. No obstante, desde que saliera a la luz alpha, la carrera de Aitana ha experimentado un antes y un después, especialmente gracias a canciones sugerentes y alejadas por completo del tono y estilo que veníamos escuchando durante años, como son Los Ángeles, Ella bailaba o miamor
Desde entonces, Ocaña se ha esforzado en dejar constancia sobre el escenario de su nueva versión (¿o es que siempre fue esa versión?). Atrás quedó la niña dulce e inocente que cantaba por Zahara con Amaia para dar paso a esa otra Aitana con voz propia y ganas de partirse en el escenario. 
Y tras dos años, la artista abre las puertas de sus más profundos secretos con Cuarto azul, diecinueve canciones del que, sin duda, es su álbum más confesional e internacional hasta la fecha. En lo musical, este álbum recorre los sonidos que han marcado las diferentes épocas de la cantante, todos reinterpretados bajo un mismo hilo conductor: el pop. Aquí, este género sigue siendo su terreno, pero en esta ocasión se diluye entre matices que lo convierten en refugio emocional y declaración de intenciones. Aquí no hay una sola versión de la historia que pretende contar, sino muchas aristas que ayudan a sus fans a acercarse a ella: a esa Aitana que llora, que recuerda, que se ilusiona de nuevo y, sobre todo, que se reconoce.
Desde el principio, Cuarto azul se presenta como una experiencia emocional total, que va de la oscuridad a la luz y donde cada canción es una puerta a su mundo interior. Un trabajo que, sin dejar de ser triste, con temas acerca de sus experiencias reales en cuanto al desamor, como Duele un montón despedirme de ti, Desde que ya no hablamos o Cuando hables con él o la dolorosa Música en el cielo, con la que es imposible no emocionarnos, ofrece un respiro entre herida y herida. Lia, Ex ex ex o Superestrella sirven de contrapunto a todo lo demás. En ellas hay autocrítica, nostalgia, ternura y un aprendizaje real que conecta de forma directa con su generación.
Por descontado, uno de los grandes aciertos de su nuevo trabajo lo encontramos en las colaboraciones, para las que la artista ha sabido rodearse de nombres como Jay Wheeler, Danny Ocean, Kenia Os, Ela Taubert o Barry B. Mención especial merece su colaboración con Myke Towers en el ya conocido Sentimiento natural, que pone en diálogo el pop melódico con el reggaetón. 
Pero, sin duda, una de las joyas del tracklist es Chica perfecta, junto a Fangoria. Este broche final de Cuarto azul se trata de un homenaje directo a Pedro Almodóvar, a quien ya en alpha lanzó un guiño en Ella bailaba, haciendo referencia a Volver, una de sus películas más populares del cineasta. Y no solo por la intervención de una particular Agrado, sino también por la propia colaboración con Alaska, que fue una de las primeras chicas Almodóvar originales. 
Chica perfecta, que podría ser una continuación de uno de los himnos de toda una década, A quién le importa, despide en mayúsculas un álbum maduro y repleto de detalles y referencias, y con el que Aitana, en definitiva, nos abre las puertas de su cuarto y nos invita a quedarnos.
Track favorito: Lia