Sylvia Plath decía que lo más difícil es “vivir intensamente en el presente, sin dejar que lo mancille o estropee el temor al futuro o los remordimientos por un pasado mal llevado”. Es difícil encontrar palabras que describan tan bien el nudo que muchas personas jóvenes llevamos hoy en el pecho. Ese vértigo entre lo que fuimos, lo que somos y lo que aún no sabemos ser. Esas ganas de sentirlo todo y, a la vez, el miedo a rompernos si lo sentimos demasiado. Como Plath, el artista granadino 21:12 no huye del dolor, sino que lo convierte en lenguaje y lo transforma en canción.
En un mundo hiperconectado donde a menudo nadie se escucha, su música aparece como un refugio. Una habitación íntima donde se canta al frío, a la duda, a la nostalgia de lo que no llegó a pasar e incluso a la muerte. Con Rompo cosas de pensarlas tanto, su primer EP, nos invita a mirar hacia adentro sin miedo. A detenernos y a romper, sí, pero para construir algo más verdadero y nuestro.
¡Hola, Jose! Un gustazo tenerte por aquí, bienvenido. Para los lectores que no te conozcan, ¿quién es 21:12?
¡Hola, el placer es mío! Pues 21:12 es una parte de mí algo oscura e intensa, pero a la vez muy real. Es la parte de mí que siente emociones muy fuertes y que le escribe canciones a cosas como el frío o la nostalgia.
Empezaste a grabar tus propias canciones con solo once años en tu home studio, y a los dieciséis subiste tu primer vídeo a YouTube. Háblanos un poquito de tus comienzos, ¿qué recuerdo guardas de esas primeras veces?
Recuerdo hacerlo de por inercia, sin ningún tipo de conocimiento sobre nada ni ningún tipo de intención, haciendo las cosas por el simple hecho de que me apetecía. Siempre he cantado y bailado, pero esto se sentía como poder materializarlo todo por fin, darle un propósito y un sentido. También una presión para entender cosas y mejorar, hacerlo cada vez mejor, porque el mundo podía ver lo que yo siempre había hecho en mi intimidad y quería mostrar algo bonito.
Antes de publicar tus propias canciones, creciste en YouTube versionando temas de otros artistas. ¿Qué te llevó a componer sobre tus propias vivencias y pensamientos más adelante?
El darme cuenta que quería ser artista, no intérprete. Empecé a dejar de conectar con las canciones que cantaba porque sentía que podía hacer algo más, y se llegó a volver muy frustrante porque no sabía el qué. Esto se unió a una vorágine de emociones y sentimientos puntuales en mi vida que necesitaba sacar por algún lado (y la terapia estaba muy cara), así que un poco se me juntaron el hambre con las ganas de comer, y empezaron a salir las primeras canciones de 21:12.
“Mi pueblo, por mucho que lo ame, me hacía sentir que se me escapaban el tiempo, la juventud y todas las ideas que tenía.”
¿De qué manera piensas que ha cambiado tu forma de componer desde entonces? ¿Hay algo de ese niño que aún sigue presente en lo que haces hoy?
Siento que mi manera de componer ha cambiado un montón porque ahora es algo que disfruto mucho y tengo más control sobre lo que hago, ya que al principio se sentía como una necesidad un poco dolorosa y todo estaba muy en el aire. Ahora es más bien un espacio donde jugar, y siento que tengo, de alguna manera, más atado lo que hago.
Lo que sí siento que no ha cambiado nada son las ganas de crear, de cantar. Creía que por el camino me iba a agotar, y todo lo contrario, cada vez que canto sigo sintiendo lo mismo que sentía cuando lo hacía en mi cochera con cinco años.
Lo que sí siento que no ha cambiado nada son las ganas de crear, de cantar. Creía que por el camino me iba a agotar, y todo lo contrario, cada vez que canto sigo sintiendo lo mismo que sentía cuando lo hacía en mi cochera con cinco años.
Naces en Talará, un pueblo de Granada, y te mudas a Madrid a tus veinte años. Los jóvenes tendemos cada vez más a migrar a los espacios urbanos, a las grandes ciudades en búsqueda de oportunidades. En tu caso, ¿cuál fue el momento decisivo de tomar esta decisión?
Se sintió como una necesidad imperiosa de huir. Lo que no sabía era para dónde, y justamente se abrió una oportunidad en Madrid y fui de cabeza. Era un sentimiento muy fuerte de escapar pa’lante. Porque mi pueblo, por mucho que lo ame, en ese momento me hacía sentir que se me escapaban el tiempo, la juventud y todas las ideas que tenía. La sensación de sentir que se me iba todo de las manos era horrible, así que tuve que dar el salto.
¿Y qué tal te está tratando la ciudad?
Al principio fue una experiencia bastante hostil porque entré a un mundo laboral muy agresivo, con veinte años y recién salido de un pueblo de seiscientos habitantes. No era solo el hecho de cambiar de aires tan drásticamente, sino el aprender a sobrevivir, independizarme por primera vez, defenderme en un entorno que era lo más opuesto a todo lo que conocía. Pero ahora puedo decir que es la mejor decisión que podría haber tomado. Esas vivencias me han enseñado tantas cosas tan valiosas sobre el mundo y sobre mí mismo que no querría volver atrás ni loco, y creo que mucha gente comparte esta experiencia.
Desde tu propuesta hay una idea que resuena mucho con toda una generación: somos hijos de internet, estamos hiperconectados todo el tiempo, pero aún así nos sentimos solos, aislados, incluso incomprendidos. Como si tanta conexión nos estuviera desconectando de verdad. ¿Cómo vives tú esa contradicción? ¿Sientes que crear música y compartirla es tu forma de romper ese aislamiento?
Es complicado. Vivimos con muchísimas facilidades y comodidades, pero a la vez siento que no estamos hechos para asumir tantísima información todo el rato, ni para gestionar el estar expuestos de las maneras tan masivas en las que lo estamos día a día. Creo que todo esto es algo muy difícil de gestionar. Cosas como quedar con un amigo pero ser incapaz de mantenerle la mirada porque estás pendiente de que tu jefe te llame, ir a ciertos sitios solo para que tus seguidores vean lo bien que te va o grabar un concierto de principio a fin nos hacen vivir en un limbo en el que somos incapaces de conectar con la realidad, y no creo que el cerebro humano pueda llevar eso bien.
Es muy complicado porque todo es muy nuevo y va extremadamente rápido. No sé si mi música me ayuda a romper ese aislamiento, pero siento que es algo de lo que tengo que hablar, al menos para que esa atención me ayude a intentar entenderlo un poco.
Es muy complicado porque todo es muy nuevo y va extremadamente rápido. No sé si mi música me ayuda a romper ese aislamiento, pero siento que es algo de lo que tengo que hablar, al menos para que esa atención me ayude a intentar entenderlo un poco.
“La muerte es algo en lo que pienso mucho, no desde el miedo o la ansiedad, sino más bien desde la intriga y la belleza."
Algunos matices sobre los que basar tu sonido beben de raíces andaluzas, pero a la vez se mezclan con electrónica y la estética queer. A día de hoy, ¿cuál crees que es el mayor reto de un artista durante la búsqueda de un estilo propio?
Esto tiene algo que ver con la pregunta anterior. Es muy difícil encontrar un estilo propio porque es muy difícil conectar con uno mismo para poder ver lo que hay dentro. Estamos tan sobreestimulados que el sentido de identidad se desdibuja, y hay que hacer un trabajo muy activo para ser capaz de conectar con ciertas partes de ti.
Esto es un trabajo que estoy intentando hacer. No es nada fácil ni cómodo, pero confío mucho en la intuición y en lo que tu cuerpo naturalmente busca o le gusta. Creo que ahí está el mayor valor de la identidad dentro del arte: esa voz interior que nos lleva a cada uno a sitios únicos y que tenemos la responsabilidad como artistas de mostrar al mundo.
Esto es un trabajo que estoy intentando hacer. No es nada fácil ni cómodo, pero confío mucho en la intuición y en lo que tu cuerpo naturalmente busca o le gusta. Creo que ahí está el mayor valor de la identidad dentro del arte: esa voz interior que nos lleva a cada uno a sitios únicos y que tenemos la responsabilidad como artistas de mostrar al mundo.
El 30 de mayo publicas tu EP debut, Rompo cosas de pensarlas tanto. Detrás de esas palabras se siente el peso de la sobrecarga emocional, de los pensamientos que no se dicen pero que acaban rompiéndonos por dentro o por fuera. ¿Qué significado tiene este título tan potente para ti?
Este título vino a mi cabeza una noche de insomnio, lo apunté en una pizarra que tengo en mi cuarto (porque sino se me olvida todo) y ahí se quedó, sin saber muy bien por qué. Conforme fui creando el EP me di cuenta de que todas y cada una de las canciones se resumen en eso. La frase abre un abanico de posibilidades y despertará cosas diferentes en cada persona que lo lea.
En mi caso, soy una persona por lo general muy insegura, y el pensar las cosas de más nunca me ha beneficiado. También siento que vivimos en un mundo tan racional que tenemos la espontaneidad, la creatividad y la intuición un poco atrofiadas, y creo que todas las personas creativas que bebemos de esto notamos como nuestras capacidades están mermadas. Es algo que se ha roto de pensar mucho.
En mi caso, soy una persona por lo general muy insegura, y el pensar las cosas de más nunca me ha beneficiado. También siento que vivimos en un mundo tan racional que tenemos la espontaneidad, la creatividad y la intuición un poco atrofiadas, y creo que todas las personas creativas que bebemos de esto notamos como nuestras capacidades están mermadas. Es algo que se ha roto de pensar mucho.
Dentro del recopilatorio podemos encontrar temas como Frío de enero, una balada que habla de la muerte desde la belleza, “que lo que realmente esconde son unas ganas terribles de vivir”, como tú mismo defines. ¿Qué fue lo que te inspiró a hablar de este tema tan delicado desde un lugar tan vivo?
La muerte es algo en lo que pienso mucho, no desde el miedo o la ansiedad, sino más bien desde la intriga y la belleza. Al ser algo tan presente en mí, salió sin pensar mucho en lo que estaba contando. Esta canción la compuse en varias noches de verano, que para mí son un espacio muy bonito y reflexivo, un momento del año que adoro y en el que te sientes tan vivo que a mí me lleva al contraste.
A veces uno siente que no tiene nada que decir, pero decir Nada que contar ya es mucho. ¿Qué crees que hay, en tu caso, detrás del silencio de este track?
Esta canción es muy especial porque refleja un sentimiento constante que tengo, y que se ve por ejemplo cuando un amigo te pregunta, ¿tú qué tal?, y tú respondes con un, bien, cansado, porque no crees que nada de lo que te ha pasado en las últimas tres semanas le pueda interesar a nadie. Pues bien, eso es algo que he tenido muy presente y que me ha costado mucho gestionar durante la composición de este EP. Sentía que no tenía ningún mensaje, nada con lo que nadie pudiese conectar, y tras mucha frustración decidí escribir simplemente cómo me sentía y ver qué salía.
Ahora, viéndolo con perspectiva, me he dado cuenta de que todos vivimos experiencias muy universales que hay que compartir para entender, pero muchas veces se siente como que no tenemos nada que contar, y eso nos hace sentir muy pequeños y aislados.
Ahora, viéndolo con perspectiva, me he dado cuenta de que todos vivimos experiencias muy universales que hay que compartir para entender, pero muchas veces se siente como que no tenemos nada que contar, y eso nos hace sentir muy pequeños y aislados.
Otro de los temas del EP, Cosa de, suena a conversación interrumpida, a algo que se quedó a medias, como si no hiciera falta completar la frase. ¿Qué crees que tienen de especial esos espacios incompletos, esa nostalgia por lo no vivido y por lo que no se dice?
Creo que hay mucho poder en dar una pincelada y que quien la reciba complete el resto. Esta ambigüedad es muy valiosa. De ella pueden salir cosas tan bellas como sentir que una canción que escuchas es tuya, que está hecha para ti porque has construido con tu puzzle las piezas que faltan, y eso es un sentimiento maravilloso. Es igual que cuando te falta información de algo y te vas a lo peor. Los humanos somos muy de rellenar los espacios en blanco con cosas extremas, y esto puede dar lugar a ver ciertas cosas con una belleza extrema.
El 25 de mayo tuviste un concierto en la sala Réplika de Madrid, un show que combina danza, iluminación y performance. Te has rodeado de profesionales como Hadren, Álex Ferrer, Belén Martí o Samuel Silva. ¿Qué papel juega lo visual en tu música y qué tan importante es para ti?
Para mí hay mucho valor en unir disciplinas como la iluminación con la danza o las artes visuales. Me gustan los proyectos completos, claros, que amplifiquen su historia todo lo que puedan con todos los medios posibles, y quería que el mío fuese así porque quiero crear algo que yo consumiría, algo que si no tuviese nada que ver con 21:12 me hiciera querer entenderlo. Y también, me encantan todas esas disciplinas, no creo que pudiese renunciar a nada y sentir que estoy haciendo un proyecto completo o al máximo de mis capacidades, y no quiero hacer esto con medias tintas.
Para terminar, ¿qué emociones te gustaría despertar en el público con este último trabajo?
Me gustaría que la gente sintiera cosas fuertes. No sé qué cosas concretamente, porque cada persona es un mundo, pero no querría que la gente se quedara indiferente. Quizás la nostalgia o el deseo son temas recurrentes, pero creo que cada uno va a conectar y resonar con cada canción de manera diferente. Con que algo se les mueva dentro, siento que he hecho bien mi trabajo.
