Lo prometido es deuda y Razzmatazz no se equivocaba cuando nos dijeron que su nueva propuesta, [TORAX], sería una “experiencia inmersiva”. Nosotros dijimos, ¿ah, sí? Y allí que nos plantamos, en medio de La 1, prácticamente a oscuras, con todas las cámaras del móvil tapadas por pegatinas y con muchas ganas de ver qué se se cocía ahí. Todo con fines periodísticos, claro; dejadme que os cuente los detalles y por qué no os deberíais perder su próxima edición el próximo 28 de abril.
Techno y oscuridad. Tanta que de vez en cuando tenías que comprobar que seguías al lado de tus amigas y no de cualquier extraño. Shot out a los flashes parpadeantes. En cuanto a la estructura en forma de cubo: un acierto total. Todxs nos tomamos al pie de la letra que la pista de baile era sagrada, y una vez dentro nadie ni si quiera miraba a su alrededor, por no mirar no miraba ni miraba la hora: lo único que importaba era bailar y disfrutar de la electrónica. 
Eso de encontrarte en medio de la oscuridad, sin preocuparte lo más mínimo por tener que pirarte (la fiesta empezaba a las cinco de la tarde), y sin miedo de salir en los stories de nadie, nos hizo sentir, qué horror pero lo diré: bastante tranquilos. Y sí, fue divertido. Más allá de la curiosidad, fuimos ahí por lo que sonaría: buen techno, y siempre que voy de rave o a cualquier fiesta electrónica pienso lo mismo: este es nuestro kind of misa y los DJ nuestros sacerdotes. La combi completa de la tarde fue un éxito, Sylvia, Rene Wise y Freddy K, con intensidad en crescendo conforme subían al escenario. El shock llegó a las doce de la noche, con una encendida de luces que casi nos deja ciegos y un pensamiento en nuestra cabeza: mañana hay que ir a la oficina. Pero, vamos, repetir, repetiremos.
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