Honey wake up, a new talented icon with long hair has just come out. Su nombre es Mabel Olea, y aunque en la escena artística barcelonesa ya hace tiempo que la tenemos fichada, el público eurovisivo la descubrió bailando una oda a las madres y las tetas. Ahora se lanza a la interpretación con la serie del momento, La Mesías.
Entrevista extraída de ACERO vol. 6, publicada en noviembre de 2023. Hazte con tu copia aquí.
Mabel dice que es una chica casada con su pelo y con el baile, que no se ve rechazando ningún proyecto por miedo a hacer el ridículo y que, si se da, continuará con la interpretación un rato más. Aunque su pasión sea el baile, a veces crea piezas que mete en el saco de la performance, como un cajón de sastre. A través de movimientos puntiagudos y tajantes, sus performances se vertebran a base de humor y sarcasmo. Es inevitable no preguntarle sobre la vergüenza y el cringe que pueda sentir al interpretar ciertas piezas, ya que pseudopajearse en la tienda Apple con unas manos gigantes, como hizo en I Love You I Hate You, no es algo que cualquiera estaría dispuesto a hacer. Pero el arte es el arte, y ella se encuentra justo entre el impacto, la fragilidad y lo raruno.
MABEL-OLEA-5.jpg
Full look PALOMA WOOL.
Antes que nada, gracias por recibirnos. Han quedado unas fotos chulísimas, por cierto.
Sí, las iba viendo a medida que las íbamos haciendo y ya me estaban encantando.
¿Dónde te pillamos?
Justo acabo de llegar a casa de ensayar. Estoy ensayando una producción nueva que se va a estrenar en enero, y he venido corriendo para poder hablar contigo.
¿Cuántos días a la semana ensayas? ¿Depende del proyecto o tienes días fijos?
Depende del proyecto se establece una rutina u otra. Ahora justamente estoy ensayando de lunes a viernes a jornada completa, porque estoy de intérprete para una coreógrafa. Si fuera mi proyecto, pues me hago unos horarios más amoldados. Por ejemplo, ensayo por la mañana y la tarde me la dejo libre, o al revés. Soy más permisiva, pero también me pongo un buen horario. 
Y ahora lo mezclas con tu faceta de actriz, luego entraremos más en esta nueva etapa, pero por el momento, ¿cómo llevas este nuevo papel? 
Como bailarina estoy acostumbrada a encajar distintos proyectos en un mismo periodo de tiempo, por lo que encajar los horarios de rodaje, donde estás inmerso únicamente en un proyecto durante bastantes días, fue un cambio fuerte. Fue una sensación brutal, porque realmente solo le puedes dedicar energía a esto. Y en cuanto a actuar, me sentí muy bien. Mi danza también tiene mucha interpretación, siempre me ha gustado. 
Justo a esto iba a ahora, la interpretación y la performance beben mucho la una de la otra, ¿no?
En mi caso, cuando una pieza engloba muchas cosas distintas, le llamo performance. Lo vivo mucho desde la propia creación de un personaje, que es básicamente lo que se hace en las películas. Cuando ensayo procuro desarrollar rasgos que me ayuden a construir el movimiento. Imaginarme al personaje me da unas características para poder abordarlo, como en la interpretación, supongo. 
Pero desde la función de bailarina también te estás metiendo en un papel de alguna forma, ¿no?
Sí, total. Igual se diferencia en la forma de la interpretación, puede ser más o menos contenida, o más o menos explícita. También hay muchos matices, depende del tipo de danza, igual puede ser más abstracto, mientras que en una performance puedes encontrar más literalidad, o dentro de la abstracción encuentras otros simbolismos. 
Antes de seguir, te propongo un juego, qué te parece si te describes en una frase, y luego haces lo mismo de una forma más abstracta.
Soy Mabel Olea, nací en Lleida, pero hace años que vivo en Barcelona, soy bailarina y performer. Y así como más loco, mmm… ¡qué difícil! Soy una chica casada con mi pelo (risas) y con la danza. 
¿Por qué la danza? ¿Qué hay en el movimiento que te atrapa?
Todo. Siento que mis ojos están con unas gafas de danza. Voy por la calle y me voy fijando en cómo se mueven las personas, me fijo en movimientos interesantes que luego uso para una pieza. Justo hoy estábamos haciendo una improvisación y estaba pensando en el saludo, y de repente eso me ha llevado al trabajo del campo, a labrar la tierra. Y es que todo movimiento puede ser bailado.
He visto que estuviste un tiempo cursando el grado de filosofía. Y me ha resultado curioso, de una cosa tan mental, tan de reflexión, a otra tan física, pero a la vez siento que tiene todo el sentido.
Sí, total. Llegué a Barcelona en el típico momento por el que pasamos todos de qué hago, qué estudio, esas cosas. Y como en mi clase de bachillerato era bastante top en filosofía y siempre me gustó, pues estuve un tiempo haciendo las dos cosas, filosofía y baile. Filosofía me flipó, y me encantaría terminarla algún día, pero es que haciendo las dos cosas no acababa de hacer nada bien, y el baile tiraba más.
Tu primera pieza fue Japan, ¿verdad?
¡Sí! En el Institut del Teatre, que es donde me he formado, existen unos premios de danza donde se seleccionan cuatro proyectos y de ahí se escoge el proyecto ganador. Yo me llevé el segundo premio y pude presentar mi obra en un teatro. Fue una experiencia muy chula, con seis bailarinas.
¿Sientes que la danza es algo muy comunitario?
Mmm, lo siento a medias. Por un lado, creo que es supercomunitario, de entregarse, de regalar al otro. Y, por otro, lo siento como algo superindividual. Hay mucha competitividad. Está en una línea rara.
Claro, además, en otras disciplinas artísticas o culturales hay quizás más espacios que ocupar, pero en la danza no tantos…
Total. Y que para las audiciones de los proyectos en los que se presentan cien personas hay quizás cuatro plazas. El proceso sí es comunitario, pero luego siempre hay un momento en que dices, espera, que ahora me tengo que poner a competir. 
¿Cómo es tu relación con el mainstream? Inevitablemente estás ligada a él: fuiste al Benidorm Fest a sacarte una teta con Rigoberta Bandini para la preselección de Eurovisión, ahora actúas en la serie de Los Javis…
(Risas) Claro, claro. Creo que buena, no me preocupa demasiado. Me preocupa más que un proyecto esté bien o no, o que esté a gusto o no. Si me proponen un proyecto superalternativo pero con el que creo que no voy a encajar para nada, prefiero estar con Rigoberta en lo de Eurovisión. ¡Y me parece lo más!
Es muy loco en realidad.
¡Es muy loco! A veces lo pienso y digo, ostras, qué fuerte. Pero me lo pasé superbién, hicimos un montón de equipo, la experiencia fue divertida. Lo volvería a hacer. 
Hablemos acerca de interpretar la idea de otro. Ya sea actuando como actriz o bailando o haciendo una performance de un coreógrafo… Me resulta muy curiosa la figura del intérprete, porque llegar al punto de bordar la expectativa e idea de un artista seguro que es mucha presión.
Sí. También te digo que justo son dos proyectos, el de Rigoberta y el de La Mesías, en los que aun interpretando la idea de otro, teníamos mucha libertad. Con Rigoberta, por ejemplo, las coreografías las hacía Marta Ros que sabía captar muy bien su imaginario, pero luego, tanto Paula como Marta estaban abiertas a propuestas o comentarios. Y con Los Javis también. Sentía presión porque eres consciente de que son gente muy tocha y quieres hacerlo bien, pero nada más. Cuando estás en el set no te da tiempo para ponerte a pensar en nada, sino que dices, ¡venga, voy con ello! Algo que hacen muy bien como directores es decir clara y contundentemente qué quieren, cuál es su idea. Y cuando pasa eso y tú lo pillas, tampoco es tan complicado.
¿Qué crees que hay de común en tus actuaciones? 
Mmm, la entrega hacia todo lo que hago. Y físicamente, mi mirada. Mi hermano me dijo un día que todos los personajes debían construirse desde la mirada, y lo pienso mucho.
Algo que he notado en tus shows es la presencia del impacto. Tu movimiento es imponente, rudo, pero a la vez muy articulado y puntiagudo, ¿tiene sentido?
Mmm, sí. Tiene mucho de impacto, pero es tan frágil que es muy tajante. 
Me apetece mucho tratar contigo el concepto del cringe. Porque al ser performer, bailarina extrema (risas), y también estar ahora actuando en La Mesías, me interesa muchísimo tu opinión sobre esto.
Estupendo, me encanta (risas).
Al espectador siempre habrá cosas que le incomoden o que le den más o menos cringe, pero ya no hablo tanto de la mirada del espectador, sino de tu sentido del ridículo. Por ejemplo, I Love You I Hate You es fuerte (risas). ¿Cómo vives tú esto?
En mi vida personal tengo cierta vergüenza, miedo al ridículo, pero no en mi trabajo. Con I Love You I Hate You, el momento de la pseudopaja esa, era el momento que más gracia me hacía. Hace unos días Russian Red me dio like justo en el vídeo de la paja que tengo en mi Instagram, y se le conté a mi hermano meándome de risa, porque además este verano estuvimos viendo su peli y nos encantó. Imaginármela en su casa viendo mi video de la paja, madre mía, me entró una vergüenza…
¿Hay algo que dirías, por aquí no paso ni de coña?
A nivel de ridículo creo que no, pero nunca podría hacerme daño. Como este mundo performance ligado al dolor y tal, no podría para nada. Pero en el ámbito de risa, ridículo, creo que no diría que no a nada (risas).
Esto me lleva a La Mesias. Flos Mariae es el grupo de hermanas católicas en el que está inspirada la serie, aunque sé que es un punto de partida y no un biopic. 
Sí que hay mucho guiño, pero desde el primer momento los Javis nos dijeron que no era una única referencia.
Justo ellas se hicieron virales por el cringe, por ser algo fuera de la norma, como algo muy performativo, ¿no? 
Todo el mundo huye del cringe, pero la realidad es que a todo el mundo le fascina.
Absolutamente de acuerdo. ¿Crees que el interés de las personas hacia algo también se alimenta del cringe, del morbo que da lo raruno?
Exactamente, sí.
Si ves unos vídeos de unas hermanas con vestidos de colores y tul cantando canciones religiosas, inevitablemente vas a hacer clic.
Totalmente, porque es como soñar despierto. Se conectan mogollón de mundos, que forman algo y que mueve muchísimo.
Quizás por eso el cringe, el morbo este de lo raro, se está convirtiendo en lo mainstream, o al menos en algo que crea mucho interés.
Sí, total. Solo con esta frase que está en boca de todos, abrazando al cringe, ya ves por dónde vamos.
Hay una influencer de TikTok que se llama Sabrina Bahsoon, aunque se la conoce por ser la Tube Girl, que se hizo muy viral por bailar en el metro de Londres sin ningún tipo de vergüenza. Las marcas le echaron el ojo y en un visto y no visto se ha convertido en la cara de muchas campañas.
Uy, pues no la conozco, ni idea. 
De ahí, surgió un debate muy interesante sobre el sentido del ridículo y la vergüenza. Más concretamente, sobre cómo ciertas generaciones dan mucho más valor a su vida virtual y a todo lo que pasa en la red, que a los sentimientos o percepciones que puedan tener del mundo real. Me interesa saber qué piensas tú de esto como persona y qué piensas de esto como performer.
Es loquísimo, la verdad (risas). Como perfomer me parece de diez, todo está bien. Cuando lo de I Love You I Hate You recuerdo que entramos a la tienda de Apple con los guantes enormes y tal, y tampoco recibimos tantas miradas de asombro. Creo que la gente ya está acostumbrada a estos estímulos. Como cuando paso por una plaza y veo a gente grabando vídeos para TikTok, no me sorprende, pero probablemente a otras generaciones sí.   
Siento que hay cierto paraguas de protección a ese ridículo si tienes un móvil grabando, cierta justificación…
Sí, total, ya te pillo. También depende de qué contenido, porque personalmente, me da más cringe ver a alguien hablándole a la cámara, en plan típico story de influencer, que ver a alguien grabando una acción. 
Quizás porque tú estás más acostumbrada a la acción, al movimiento.
Claro, total. O la foto, ojo, siento que es una acción bastante rara de ver también. Cuando estás en el metro y ves a alguien hacerse un selfie, es rarísimo. Aunque hablándolo ahora creo que no me da tanta cosa cuando es una acción como muy bestia, en plan abrirme en spagat en el medio de la calle, a diferencia de acciones más sutiles, como hablar o hacerte una foto. 
Como actriz está claro cuando estás haciendo un papel, pero como performer, ¿es más difícil?
En mi caso concretamente es fácil ver que sí que es ficción, porque bebo mucho del humor, de la ironía, es muy exagerado todo. Dudo mucho que haya alguien que crea que soy la persona que interpreto en I Love You I Hate You (risas).
Metámonos más en la actuación, has aparecido en Fácil, la serie adaptada del libro de Cristina Morales, y también en Autodefensa, pero lo más potente que has hecho ha sido La Mesías.
A veces lo pienso y no sé cómo ha surgido (risas). Estaba ensayando Japan y me llamó Carmen Aumedes para decirme que me querían hacer un casting. Lo hice, me lo pasé bien, fue fácil y divertido, pero no me esperaba que me llamasen para la siguiente fase. Y en este segundo casting estuve muy cómoda porque me hicieron bailar y estaba a tope. En general he estado muy a gusto durante todo el proceso.
El recibimiento del público ha sido muy bestia, y más si tenemos en cuenta que se trata de una serie bastante diferente a lo que los Javis nos tienen acostumbrados. ¿Te has sentido abrumada en algún momento o ya ibas preparada? 
En su momento no pensé que tendría mucho foco y tampoco me he sentido muy abrumada. Mi vida sigue siendo igual, sí que me siento superorgullosa de formar parte de un proyecto que a la peña le está encantando.
Y como espectadora, ¿cuánto crees que hay de crítica a la religión, identidad, fanatismo y cuánto de momento pop?
Obviamente, hay un hilo vertebral con la religión que ayuda a explicar toda la historia, pero no creo que sea una serie que habla de una única cosa. Plantea un montón de mapas y abraza la creencia, que es algo que les mueve, porque es un tema que ya han tratado en otras ocasiones. Qué lleva a una persona a entregarse a alguien de esa forma, pienso que está visto más desde ahí. Y luego, cuando se ha establecido esto, aparece lo pop, decir, vale, tenemos estos temas superprofundos, pero vamos a meter este personaje que le va a dar chicha.
¿Qué te parece, dirías que te vas a quedar un rato en la actuación o son cosas puntuales?
Mmm, sí. Si salen oportunidades y veo que puedo encajar y que el proyecto me gusta, sí. No me cierro a nada.
¿Tienes algún show próximamente en mente que vayas a presentar?
Justo estoy haciendo mi siguiente pieza, Cut one’s teeth, la estoy ensayando mucho, pero aún no tengo fecha de estreno. Así que vamos a proyectar para que todo salga bien. 
Y última pregunta un poco Broncano en La Resistencia, pero que creo que para ti tiene sentido: ¿brazos en lugar de piernas o piernas en lugar de brazos?
Me encanta. Mmm, brazos en lugar de piernas, brazos siempre (risas).

MABEL-OLEA-6.jpg
Vestido CORTANA, cinturón PALOMA WOOL, zapatos HEREU.
MABEL-OLEA-8.jpg
Chaqueta y culotte AUREM BIAIX, pendiente PALOMA WOOL, zapatos HEREU.
MABEL-OLEA-1.jpg
MABEL-OLEA-10.jpg
Full look JULÍA MORATÓ, zapatos HEREU.
MABEL-OLEA-4.jpg
Full look PALOMA WOOL.
MABEL-OLEA-9.jpg
Chaqueta y culotte AUREM BIAIX, zapatos HEREU.
MABEL-OLEA-11.jpg
Collar JULÍA MORATÓ.