Durante la semana de la moda de Milán, el usuario @rianphin escribía en X: “When your people can’t afford to go to the club… the fashion is bad…when the club is closing down…the fashion is bad”. Algo menos de ciento veinte caracteres que me llevaron a reflexionar sobre la relación intrínseca que existe entre la moda, los diseñadores y la cultura club y rave. Una unión que empezó hace apenas cuarenta años y que era (y sigue siendo) todo lo que la moda necesita. Una relación de escapismo, distopía y, por supuesto, mucha personalidad propia que ha transformado el mundo de la moda en tal como lo conocemos hoy en día. Empezamos.
Así como la música electrónica (con todas sus vertientes) ha evolucionado con el paso de los años, el clubwear ha evolucionado con ella. A finales de los años sesenta, el historiador estadounidense Theodore Roszak acuñó por primera vez el término de contracultura. Un concepto que se refiere a todos aquellos valores y tendencias que distan de las establecidas por la sociedad como formas de organización y persistentes durante un tiempo considerable y que son, normalmente, abanderadas por jóvenes de clases marginales. Con esta filosofía nace la cultura rave, palabra que en español significa delirio. En este tipo de fiestas no existía ningún tipo de dress code o precio de entrada, ofrecían a los jóvenes espacios alternativos donde prevalecía la libertad de expresión. Sus principios, P-L-U-R: Peace, Love, Unity and Respect.
Desde el nacimiento de la música techno en Detroit en 1988, la cultura rave ha generado opiniones de todos los tipos, desde la fascinación al asco. Pero a pesar de sus limitaciones, sigue uniendo a generaciones enteras. Ya sea para bien o para mal, marcas que van desde Prada a Diesel, pasando por Givenchy y Balenciaga, encuentran en ella una fuente de inspiración inagotable.
DIESEL RAVE CAMPAÑA 2022.jpeg
DIESEL, 2022
Romper los moldes
Vivimos en un momento donde entrar en determinados clubs depende precisamente de tu vestimenta. Pero el concepto de clubwear nació en las raves no como una limitación, sino más bien como todo lo contrario. Caracterizada por looks extravagantes, con toques de neón, incluso de látex o mascarás de gas, las combinaciones eran infinitas. La ropa se percibía como una declaración antifashión, mezclas imposibles para rebelarse contra los looks pulidos que caracterizaban la moda de la época. 
Tal como cuenta Julieta Wibel en su video ¿Qué está pasando con el Techno?, la rave popularizó los chalecos reflectantes de los basureros que tuvieron su debut en pasarela de la mano de Raf Simons para Calvin Klein en 2018. Un estilo que, en sus palabras, “vive con la descontextualización que había antes en las raves consolidando como tendencia el clubwear que ahora está en auge”.
Fue en 1997 cuando Alexander McQueen presentaba en las calles de Londres la primera colección de su marca homónima después de su debut en Givenchy bajo el nombre It’s a Jungler Out There. Un telón de hierro lleno de agujeros de balas era el fondo perfecto para unas modelos vestidas en cuero y maquilladas de negro azabache que les hacían parecer gacelas. Con este desfile, McQueen consiguió lo impensable, poner de moda el estilo raver.
La cultura rave se había expandido por toda Europa con una nueva dimensión que recogía influencias del cyberpunk y el futurismo inspirado por el nacimiento de internet. Los raveros empezaron a reflejar a través de la moda un futuro utópico. Surgieron entonces las gafas de pantalla como las Dior Sport 3 y la tecnología se convirtió en un accesorio más. La nostalgia y el culto a la infancia se entrelazaron con el sentimiento de libertad y hedonismo que las drogas provocaban en los individuos, y todo se llenó de colores, botas de peluche y joyas de plástico.
A medida que avanzaba la década de los 2010, este estilo se convirtió en una mezcla de tendencias presentes y pasadas desdibujando la estética para transformarla en otro material de reinterpretación por parte de los diseñadores.
burberry fw 2017.webp
Burberry FW 2017
¿Y ahora?
En 2017, Christopher Bailey rindió homenaje a las raves británicas para la colección Fall/Winter de Burberry. Guram y Demna Gvasalia llevaron las raves del este de Europa a la París Fashion Week para la colección Spring/Summer 2019 de Vetements. Entonces llegó la pandemia. Fue en 2021 cuando esta estética pareció tener un resurgir. Para esa temporada, el director creativo de MSGM, Massimo Gioretti, organizó una rave bajo la nieve para presentar la colección Fall/Winter, Matthew Williams recreó su atmósfera para la presentación digital de la colección de Givenchy y Miuccia Prada contó con Plastikman para el soundtrack del desfile de Prada para esa temporada. Un acción-reacción que vino dado por la imposición de unas restricciones que no solo pusieron en el foco diversas raves ilegales, sino que también nos hizo replantearnos a todos nuestro estilo de vida.
Ahora llevamos gafas de sol dentro de las discotecas, sin embargo, la recesión económica ha causado estragos en la popularización de esta tendencia. Ahora ya no llevamos neones, las joyas llenas de charms que luchamos hace apenas un año han pasado a un segundo plano para hacernos volver a los colores tierra y los cortes rectos. La próxima tendencia que nos encontramos a la vuelta de la esquina es el corporate chic, y como bien comentaba el twit del principio, si los jóvenes no tienen dinero para salir de fiesta, la moda y la individualidad se pierden en favor de un mercado cada día más asfixiante.
MIU MIU RAVE 2017.jpeg
MIU MIU, 2017