Sujetando las puertas y dando la mano a todos los presentes, así vimos a Foyone en la escucha previa a la salida de su nuevo disco. Daba la impresión de que lo hacía por costumbre (una preciosa costumbre que va inevitablemente ligada a la amabilidad con la que le han criado), pero quizás lo hacía para conectar mínimamente con quienes estábamos a punto de recibir un trabajo extraordinariamente personal. Demoni esconde bastante vulnerabilidad, y mejor estrechar los lazos todo lo posible antes de demostrar que detrás del ego trippin’ puede haber una realidad bastante más oscura.
Desde el principio del evento, se pudo ver esta vulnerabilidad de la que se habla. Ellos (Sceno también estaba presente, como no podía ser de otra manera) empezaban la charla contextual del disco afirmando que este era el trabajo más importante desde el Rap sin cortes L, y presentar algo con ese peso tiene que dejarte blandito, muy blandito. Explicaban todo casi con miedo de que no se entendiera la obra como ellos exactamente quieren que se entienda. La idea era dar un álbum completamente de concepto, colocando cada uno de los elementos que componen el producto artístico al servicio de este y buscando el mayor detalle posible. Si tú te ponías nervioso al presentar un Powerpoint de la célula eucariota en clase, imagina exponer al mundo algo a lo que le has dejado tu alma.
Todo empieza por la estructura temática. Un gran storytelling de quince temas divididos en grupos de cinco para dar una introducción, nudo y desenlace clásicos. Ya en los adelantos se podía ver, pues cada uno de los tres que ha lanzado como previos pertenecían a cada una de estas partes. Una aventura griega en la que Pedro relata un viaje de ego que va desenmascarando sus inseguridades y en el que se va autorrevelando la realidad de la vanidad. Una travesía por la inocencia, el infierno personal y la reconciliación con uno mismo que quiere demostrar que la autoestima desmedida no siempre es sincera y que él éxito a veces tiene más de oscuro que de brillante.
Acompañando al guion, la producción ha sido un punto central. El detalle dado por Sceno ha sido de genio. Influencias del jazz y el gospel en composiciones de bolillos para hacer del apartado musical la banda sonora perfecta de ese ego trippin’ truncado que se presenta en la lírica. Todo orgánico, con unos créditos starwarsianos de los también infinitos músicos que se han pasado para dejar sus muestras. Guitarras, pianos y bajos, percusiones personalizadas y graves 808 para que sientas la presión que él ha sentido al escribir cada uno de los temas. Nada se deja al azar para que no puedas interpretarlo de una forma que no es. Esta es su historia, no la tuya.
Al final, una película en la que el malagueño es el protagonista. Una especie de Jazz Magnetism foyonesco con mucho cariño y experimento, en el que se nota la inquietud del artista en ver hasta dónde puede llegar y en representar atmósferas sonoras que aumenten el peso del mensaje. Eso es Demoni, la búsqueda de una ópera prima que le trascienda aún más si se puede. Un producto completamente redondo en el que no hay que poner mucho de tu parte para sumergirte en la psicosis por la que él mismo ha pasado durante su larga carrera. Con este disco, no podía no sentirse vulnerable, y es precisamente por eso por lo que merece tanto la pena.